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Holanda extiende a todas sus cárceles su calendario de casos sin resolver

Unos 30.000 reclusos podrán consultar un anuario policial y recibir una recompensa si aportan datos

Vídeo de Youtube de la Policía holandesa sobre los casos sin resolver.Vídeo: EPV
Isabel Ferrer

El calendario de 52 casos policiales sin resolver en Holanda, una iniciativa de la Policía nacional para aclararlos con ayuda de la propia población reclusa, ha sido un éxito. Colgado en Internet y remitido a cinco prisiones el pasado enero, a partir de ahora llegará a toda las cárceles del país. Allí podrá ser visto por unos 30.000 presos en sus distintas versiones en holandés, ruso, inglés, español y árabe. Diseñado como un almanaque al uso, en lugar de amables galerías de fotos incluye el retrato de víctimas de delitos violentos, muertos o bien desaparecidos, y una sinopsis de lo ocurrido. También incluye la recompensa de rigor, para las que se ha reservado un total de 800.000 euros. Desde principios de año, los agentes han reunido 160 pistas nuevas con los datos aportados por los internos. 

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En la decisión de enviar el calendario a todos los penales ha influido la gran afluencia de datos recibida sobre la muerte de Nicky Verstappen, un niño de 11 años, asesinado en 1998 en un campamento de verano al sur de Holanda. Jeroen Hammer, inventor del almanaque, y miembro del equipo cold case (el término anglosajón para los casos sin cerrar) de la Policía del este de Holanda, ha señalado que dos han sido ya reabiertos, “aunque no podemos decir cuáles”. Otra cosa es si el anuario puede interpretarse como una coacción. Según Hammer, “algunos internos lo ven como un chivatazo”, pero según el ensayo “dos tercios de los presos lo considera una buena idea”, asegura el sitio de web de la Policía nacional.

¿Cómo es el almanaque? De mesa y similar a los que aparecen en cualquier oficina. Con unas anillas en la parte superior para hojearlo mejor, cada semana incluye un delito violento con la foto de la víctima. Hay hombres y mujeres, niños y ancianos, cuyas muertes y desapariciones causaron alarma social, y conllevan una pena de cárcel de 12 años como mínimo. Un ejemplo es la muerte del subastero Cees Lieftink, de 59 años, en la localidad de Ede (centro de Holanda). El 11 de enero de 2011 fue sacado de su cama por unos ladrones contra los que luchó. Falleció a consecuencia del forcejeo, y la gratificación para el informante es de 15.000 euros. Un año antes, el 22 de noviembre, fue hallado en Arnhem (este del país) el cadáver de Ida Sjamsudin, madre de tres hijos. La mujer perdió su custodia con el divorcio y acabó metida en drogas y en la prostitución. La encontraron con signos de “violencia extrema” en un basurero. El preso que colabore puede obtener otros 15.000 euros. En Estados Unidos, de donde partió la idea holandesa, se reparten juegos de cartas con datos similares.

La información manejada por los mandos policiales holandeses indica que unas 800 personas, detenidas o en libertad, saben lo suficiente como para ayudar a resolver este tipo de expedientes. La cifra total de los cold cases aún abiertos ronda los 130, y a pesar de los avances en la ciencia forense y en el análisis del ADN, la información aportada por los testigos sigue siendo crucial. El anonimato está asegurado, lo mismo que la inmunidad. Guardarse información sobre un delito no es un acto punible, y por lo tanto tampoco puede serlo hablar de ello ante la Policía. 

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