Cisma en el Ejército portugués por el robo en el polvorín de Tancos
La destitución de cinco comandantes provoca la protesta de sus oficiales
El robo de armas en la base portuguesa de Tancosc ha abierto un cisma en la clase política pero también en la clase la militar. Después de las peticiones de la oposición para que dimita ya el ministro de Defensa, los oficiales del ejército están siendo convocados para una manifestación ante la sede del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, donde depositarán sus sables.
La protesta de los oficiales es la primera reacción al cese en sus puestos de los cinco comandantes encargados de suministrar las tropas que debían vigilar el polvorín de Tancos.
En la noche del miércoles, un camión entró a la base, llegó hasta el polvorín número 20, el más alejado de la puerta principal, aparcó, cargó más de un centenar de granadas, decenas de lanzagranadas, además de cables, mechas, munición y explosivos y salió con absoluta impunidad.
Según ha reconocido el jefe del Estado Mayor, la base no tuvo vigilancia durante 20 horas seguidas -cuando se produjo el asalto-, la videovigilancia no funcionaba desde hacía años, ni los sensores de movimiento ni las garitas tenían soldados de guardia, además los asaltantes contaron con la colaboración de soldados del interior de la base.
Una convocatoria que circula por internet anima a los oficiales a depositar sus sables en la sede de la Presidencia de la República.
El sábado, Robisco Duarte, jefe del Estado Mayor, destituyó a cinco comandantes, los responsables de aportar soldados para las rondas de vigilancia, que proceden de la de la Unidad de Apoyo de la Brigada de Reacción Rápida, del Regimiento de Infantería número 15, del regimiento de Paracaidistas, del Regimiento de Ingeniería 1 y de la Unidad de Apoyo de Material del Ejército.
La reprobación pública de estos mandos ha sentado mal a sus oficiales que han extendido por la red una convocatoria de protesta para el miércoles. Aunque se desconoce el seguimiento que pueda tener esa cita, el plan es iniciar una manifestación desde el Monumento a los Muertos en la torre de Belém hasta el palacio del presidente de la República, donde los militares dejarán simbólicamente sus sables.
Según la convocatoria, que no firma ninguna asociación militar, los oficiales deben acudir con sus uniformes básicos, sin condecoración alguna ni galones, solo con los sables de oficiales. “El objetivo es demostrar la indignación a través de la entrega del sable, por el cese y la humillación pública, familiar y social de que fueron objeto nuestros camaradas”, según el texto al que ha tenido acceso Expresso.
Los convocantes quieren protestar contra el castigo a sus cinco comandantes y contra la falta de dinero público destinado al Ejército que, en su opinión, provoca casos como la falta de personal para vigilar un polvorín. “Están en causa valores y el buen nombre de varios de nuestros camaradas, arrastrados por el barro por jefes militares que hace mucho tiempo que debían haber dimitido”, dice la convocatoria.
“Los principios y valores que guiaron la institución del Ejército, y en los cuales fuimos forjados, corren hoy serios riesgos, en una sociedad sin norte, al borde lo inaceptable, donde la indignidad, la deshonestidad y la incompetencia son amenazadoras molestias en periodo de fuerte contagio. Ignorar sufrimientos, principios de generosidad y de solidaridad, de dignidad y honor, no es el procedimiento adecuado”.
La crisis militar le ha pillado al primer ministro, António Costa, de vacaciones. Ante las protestas de Asunción Cristas, líder del CSD, y de Pedro Passos Coelho, líder del PSD, solicitando la dimisión del ministro de Defensa, Costa ha tenido que emitir un comunicado con el que aclara que, pese a estar de vacaciones, tiene contacto permanente con las instituciones del Estado.
El mismo presidente, Rebelo de Sousa, ha comunicado que está en contacto con él y con el ministro de Asuntos Exteriores, su sustituto, para consultar y tratar las cuestiones pendientes hasta su regreso.
Si el ministro de Defensa, Azeredo Lopes, calificó el asalto a Tancos de "grave", ahora el ministro de Exteriores, Augusto Santos Silva, lo ha calificado de "muy grave" y promete recuperar todas las armas.
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