“Nos atrincheramos en el baño. La policía disparaba ráfagas”
El español Miguel Ángel Moragues relata cómo se escondió de los atacantes del Puente de Londres
El Brindisa es un templo de la gastronomía española londinense y un clásico del Borough Market. Allí acudió el sábado por la noche Miguel Ángel Moragues, de 35 años, con su pareja y dos amigos. “Nos ofrecieron una mesa en la terraza pero, por suerte, nuestros amigos prefirieron sentarse dentro. A los de fuera los apuñalaron”, recuerda Moragues, aún conmocionado por lo vivido. Diez minutos antes del ataque —que en la madrugada de este sábado ha causado siete muertos y decenas de heridos— se produjo una pelea en el bar de enfrente, “probablemente relacionada con la final de la Champions League”, prosigue Moragues, que lleva en Londres desde 2012 y vive muy cerca del lugar.
“Al rato llegó un coche de policía y pensamos que era por la pelea. Alguien dijo que había un hombre con un cuchillo y, de pronto, vino un guardia de seguridad y gritó muy agresivo: ‘¡Todo el mundo fuera, rápido!’. Nosotros acabábamos de pagar y nos disponíamos a salir, pero entonces cundió el pánico y empezó a entrar gente en el restaurante como una estampida para salvar sus vidas, tirando las mesas y los vasos. En ese momento pensamos que había una bomba y entramos en pánico. Cerraron la puerta de cristal del restaurante y nosotros, junto con otras personas, nos atrincheramos en el baño.
A los cinco o seis minutos empezamos a escuchar disparos. Nos asomábamos a la puerta del baño y veíamos a los policías disparando en la puerta del restaurante. Disparaban ráfagas. Nos explicaron que habían disparado también después de reducir a los atacantes por si había más implicados. Al poco rato alguien abrió la puerta del restaurante y nos gritó a todos que saliéramos corriendo. Eso hicimos, mientras la policía continuaba disparando. Corrimos sin parar durante diez minutos en dirección al sur. Agentes de policía nos decían que siguiéramos corriendo. Estábamos hiperventilando. Entonces llegamos a casa de una amiga de Susana, mi pareja, y nos abrió y nos quedamos ahí toda la noche”.
Moragues cada noche pasa por la zona, al volver a casa desde su trabajo en Canary Wharf. “No sé si podré seguir yendo por ahí o tendré que cambiar de camino”, dice. Y recuerda una pequeña casualidad que, dice, pudo haberles salvado la vida: “Íbamos a haber salido unos minutos antes, pero nos retrasamos un poco porque estábamos preguntando algo sobre la cuenta. Si nos hubiéramos ido directamente quizá no estaría aquí”.
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