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El zoo inglés donde murieron 500 animales en cuatro años consigue una nueva licencia

Los inspectores alegan que ahora “existe una mejora de las instalaciones y un cambio en la actitud de los trabajadores”

Imagen de un canguro desnutrido en el zoo de Cumbria, en Reino Unido.
Imagen de un canguro desnutrido en el zoo de Cumbria, en Reino Unido.NICOLA O'BRAIN (CAPS)

El zoológico South Lakes Safari ubicado en la localidad de Dalton-in-Furnes, en la región de Cumbria al norte de Reino Unido, ha conseguido una nueva licencia para mantener sus puertas abiertas durante cuatro años más. La decisión, que ha cogido por sorpresa a colectivos de defensa de los animales, está envuelta en una polémica a raíz de los cuidados prestados por la empresa a los animales que tiene a su custodia, según han recogido varios medios ingleses como The Guardian y Sky News. En un informe del pasado febrero se reveló que alrededor de medio millar murieron a causa de las condiciones pésimas en las que vivían, entre las que se han incluido la hipotermia y la delgadez extrema, en el periodo de diciembre de 2013 a septiembre de 2016. Ahora, los inspectores han dado el visto bueno para que se le conceda una nueva licencia tras habérsela denegado dos meses antes.

Una tortuga pereció electrocutada al acercarse al vallado eléctrico, un mono ardilla fue localizado detrás de un radiador y dos leopardos fueron encontrados medio devorados en su propio recinto

La última inspección, además de desvelar que el complejo perdió cada año un 12% de sus animales, descubrió en qué estado calamitoso se hallaban y de qué manera fallecieron. La lista es extensa: una tortuga pereció electrocutada al acercarse al vallado eléctrico, un mono ardilla fue localizado detrás de un radiador o el caso de dos leopardos a quienes sus cuidadores encontraron medio devorados en su propio recinto. Además, tres animales perdieron la vida al ser arrollados por un pequeño tren de raíles. La comitiva que inspeccionó el lugar se "mostró abatida" por las condiciones generales y afirmaron que era "un claro ejemplo de gestión ineficaz".

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El zoo ya ha había sido investigado en otras ocasiones. En junio de 2016 el dueño de las instalaciones, David Gill, tuvo que hacer frente a una indemnización de 225.000 libras (unos 267.000 euros al cambio) después que una de las trabajadoras muriera por el ataque de un tigre de Sumatra. Pese a las presiones llevadas a cabo por la asociación Captive Animals Protection Society (CAPS), que vela por el fin del uso de animales como entretenimiento, los inspectores "están satisfechos" al comprobar que en la actualidad "ha habido un cambio palpable de actitud, tanto de dedicación como de entusiasmo por parte de la plantilla".

Una afirmación que desmiente Maddy Taylor, portavoz de CAPS, al asegurar que no se ha producido ningún cambio en el equipo directivo. "Cuatro de los ocho nuevos directores son los mismos que dirigían la anterior empresa", en declaraciones a The Guardian. A principios de año, el zoológico cambió de nombre y pasó a llamarse Cumbria Zoo Company Ltd. Según el relato de un antiguo empleado, los animales seguirían sufriendo penalidades al no ser alimentados convenientemente, como informa la asociación en un comunicado hecho público ayer en su página web. Las instalaciones han seguido abiertas al público durante todo el proceso.

Taylor sostiene que el actual director general ha estado presente en varias inspecciones desde 2011 y considera que no es la persona adecuada para dirigir el complejo. “Es posible que se hayan hecho algunas mejoras en los últimos tiempos, pero no es un nuevo zoológico. Esta es una historia de sufrimiento y negligencia”, ha asegurado.

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