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Le Pen afronta críticas internas en el FN pese a su resultado récord

Aumentan las voces que reclaman responsables por el resultado electoral insatisfactorio

La candidata del FN, Marine Le Pen, al admitir su derrota el domingo.Foto: atlas | Vídeo: FOTO Chesnot | VÍDEO ATLAS
Silvia Ayuso

El llamamiento de Marine Le Pen a realizar una “transformación profunda” del Frente Nacional con el que ha vuelto a fracasar en su segundo asalto al Elíseo no ha apaciguado a una parte del partido de extrema derecha que, pese a haber batido su récord de votos (10,6 millones), sufrió el domingo una fuerte decepción. Aunque los esfuerzos se centren ahora en las legislativas, solo es una tregua. Ya resuenan las voces que reclaman que rueden cabezas en lo más alto de la formación.

Solo dos horas después de haber reconocido su derrota, Le Pen se lanzaba a la pista de baile. A puerta cerrada, la pequeña sala de fiestas en el este de París donde el FN había seguido durante una tensa tarde la evolución de los resultados de la segunda vuelta presidencial, se transformaba en una discoteca íntima con los militantes más fieles del partido, que, pese a haber logrado los mejores resultados de su historia, no podía ocultar la decepción por no alcanzar, ni de lejos, sus expectativas de voto. Con una sonrisa, Le Pen se unió a los que se movían al ritmo de temas clásicos de rock y pop. Como si hubiera mucho que festejar. Como si el FN no acabara de perder la mejor oportunidad en sus más de cuatro décadas de imponerse como fuerza nacional. Como si no viniera de jugárselo todo doblando su apuesta por la renovación, que, hasta ahora, no le ha dado los frutos esperados, tal como se encargaron de recordar rápidamente los que hace tiempo que dudan de su estrategia. Como si no se hubiera metido de cabeza en el que podría ser el baile más peligroso de su carrera política.

Mientras Marine bailaba, al otro lado de París, su padre se revolvía de rabia en su casona en el acomodado barrio de Saint-Cloud. “Hay que permanecer fieles a los fundamentos del FN”, respondía Jean-Marie Le Pen nada más conocer la propuesta de su hija, que implica incluso cambiar el nombre del partido que él fundó en 1972.

Para el que aún hoy es para muchos un referente del partido, aunque Marine lo expulsara hace dos años, lo que hay que hacer es olvidarse de temas que han “hundido” la campaña de su hija: “Los problemas del euro, de Europa, la jubilación a los 60 años”, declaró a medios franceses. Volver a los principios es, según Le Pen padre, “hablar de los verdaderos problemas: demográficos, de inmigración masiva, de inseguridad, del desempleo, de los déficits vertiginosos”.

Errores de estrategia

Todo un ataque a la estrategia diseñada sobre todo por el hombre que hasta ahora ha sido la mano derecha de Marine Le Pen y principal defensor de proponer la salida del euro en la campaña y de intentar atraer a votos también de la izquierda, Florian Philippot. Según Le Pen padre, el por sus críticos apodado Rasputín es “uno de los principales responsables de la derrota de Marine Le Pen”. No es el único. Algunos reclaman la cabeza de Philippot y otros altos asesores responsables de la desastrosa estrategia del euro bajo anonimato. Pero personalidades del FN como el alcalde de Béziers, Robert Ménard, o el exdirector del Frente Nacional de la Juventud, Julien Rochedy, piden abiertamente que se deje en paz la cuestión del euro y que el partido se centre en los votantes de derecha. “Hay lecciones que aprender”, repetía también Marion Maréchal-Le Pen, la joven diputada del FN y sobrina de Marine Le Pen en la que muchos desencantados con el rumbo que esta le ha dado al partido ven una posible nueva líder. Famosa es su mala relación con Philippot. Tampoco ella tenía ganas de bailar.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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