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De casi nada a todo en un año

El ascenso en 13 meses de Macron, beneficiado por la fe y las carambolas, representa un fenómeno insólito y explosivo de la política europea

El presidente electo francés, Emmanuel Macron.
El presidente electo francés, Emmanuel Macron.POOL (REUTERS)

Hay que remontarse a la victoria de Berlusconi en 1994 para encontrar en Europa un fenómeno político tan explosivo como el que representa Macron. La diferencia, otras evidencias al margen, consiste en que el líder de Forza Italia, coronado primer ministro cuatro meses después de la fundación del partido, era un popularísimo magnate que aprovechó a su favor la implosión del socialismo y la Democracia Cristiana. Macron, a cambio, se trataba de un desconocido. Ha tenido a su favor igualmente la autodestrucción de los partidos convencionales —Los Republicanos y el PS—, pero todas las ventajas coyunturales no bastan para explicar el increíble recorrido de un "movimiento" que se fundó solo el pasado mes de abril. Tan poco se creía en Macron que se le llamaba "monsieur 7%", en alusión a la expectativa electoral. 

6 de abril de 2016. La voluntariosa reunión de leales a Emmanuel Macron en la ciudad natal del nuevo presidente, Amiens, va adquiriendo cada día una mayor idealización en el relato del fenómeno político. Fue el embrión. Y el lugar donde se fijaron los diez mandamientos del movimiento, entre ellos, la sensibilidad al europeísmo y a la globalización, así como la promesa de la regeneración de la vida pública y la síntesis ideológica en la manija del centro: "Ni de izquierdas ni de derechas". No se esconde en su origen el culto al líder: En Marche! tanto escapa de la convención política como refleja las iniciales de Emmanuel Macron (EM!). 

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30 de agosto de 2016. "He tocado con los dedos los límites del sistema político". Macron se recrea en su propio providencialismo. Y convierte la sentencia en el pretexto para salirse del mismo Gobierno en el que había sido ministro de Economía. Macron abjura del socialismo y promueve "la gran marcha", una campaña nacional (sin connotaciones mussolinianas) de 5.000 voluntarios que recoge las inquietudes —y la financiación— de los compatriotas como fundamento del libro blanco de la Francia del porvenir.

16 de noviembre de 2016. La dimisión era una candidatura encubierta al Elíseo, pero fue este día de otoño el que Emmanuel Macron escogió para "desenmascararse". Habla en París de una revolución democrática profunda, de un movimiento imparable. La bravuconada no conmueve a sus adversarios. Ni al primer ministro con quien compartía gabinete: "El asunto no me interesa", declara Manuel Valls. Se le observa a Macron como un oportunista, como una estrella fugaz. No se le toma en serio.

10 de diciembre de 2016. El movimiento empieza a enganchar, tanto por la hiperactividad de las redes sociales como por los kilómetros que recorre Macron a medida de un misionero. Una fe de pastor mormón que le lleva de Le Mans a Estrasburgo y de Montpellier a París, donde el golden boy consigue un aforo de 15.000 espectadores. La foto aparece en las portadas de los periódicos. "Macron desafía al Partido Socialista", titula Le Parisien en alusión al golpe de efecto del temerario candidato.

29 de enero de 2017. Primera carambola. Las primarias socialistas descarrilan la candidatura oficialista de Manuel Valls en beneficio de Benoît Hamon, un perfil más a la izquierda del que representaba el ex primer ministro "catalán". Será el origen de una ruptura en la familia del PS, de un trauma, hasta el extremo de que empiezan a aliarse con Macron personalidades insignes de la familia socialista. Gérard Collomb, alcalde de Lyon y mentor de EM!, lo hace inequívocamente, pero es Valls quien se desquita de Hamon, pidiendo el voto por Macron en la primera vuelta.

1 de febrero de 2017. Segunda carambola. Fillon comparece públicamente para denunciar una conspiración de Hollande y otras instituciones del Estado. Dice sentirse víctima de una maniobra de palacio para malograr su candidatura, pero la explicación no disimula el escándalo de nepotismo que involucra a su esposa y sus hijos. El Penelopegate malogra las aspiraciones de Los Republicanos. ¿Hubiera sucedido lo mismo con Alain Juppé o con Nicolas Sarkozy? El ex primer ministro y el ex jefe del Estado se presentaron a las primarias, pero los militantes escogieron a Fillon.

9 de marzo de 2017. Es la primera vez que los sondeos colocan a Macron en cabeza de los sondeos. Lo hace adelantando a Marine Le Pen (26% a 25%) y rentabilizando la adhesión orgánica del líder centrista François Bayrou. La cifra de militantes sobrepasa los 200.000 compatriotas. Y se le amontonan los partidarios, tanto de la cultura y la intelectualidad (Pierre Bergè, Alan Minc, Jacques Attali) como de todo el espectro político (Bernard Kouchner, Bertrand Delanoë, Daniel Cohn-Bendit), incluidos 54 diputados del Partido Socialista y una treintena de conservadores.

23 de abril de 2017. La tercera carambola. No cabía mejor adversario para Emmanuel Macron que Marine Le Pen en la finalísima del 7 de mayo. Por eso ya había ganado las elecciones en la primera vuelta. Y por la misma razón ha rentabilizado a su favor el voto útil con que los franceses han cauterizado el peligro del Frente Nacional.

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