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Abbas busca el compromiso de Trump para reanudar el diálogo con Israel

El presidente palestino llega hoy a la Casa Blanca en busca de una “oportunidad histórica” para la paz

Juan Carlos Sanz
El presidente palestino, Mahmud Abbas, el pasado marzo en Bruselas.
El presidente palestino, Mahmud Abbas, el pasado marzo en Bruselas. Virginia Mayo (AP)

Cumplidos los 82 años, debilitado en el poder por la fractura con Hamás en Gaza y retado su liderazgo desde la cárcel por el dirigente de la Segunda Intifada, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, busca este miércoles en la Casa Blanca el compromiso de Donald Trump para la reanudación de las negociaciones con Israel, paralizadas desde hace tres años. El veterano mandatario palestino, que impulsó los Acuerdos de Oslo hace dos décadas, espera poder contar ahora con una “oportunidad histórica para la paz” —según las palabras de su representante en Washington– si el presidente republicano logra su propósito de promover “el acuerdo definitivo” en Oriente Próximo.

Parece también una de las últimas oportunidades para que el moderado Abbas pueda dejar su sello en la historia de un pueblo sin Estado. Oficialmente, el líder palestino acude a Washington a escuchar las propuestas de Trump, que ya recibió en la Casa Blanca el pasado 15 de febrero al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y que previsiblemente viajará a Israel el próximo día 22. Después de que fracasaron en abril de 2014 las conversaciones israelo-palestinas apadrinadas por la Administración del presidente Barack Obama, así como de la guerra que estalló en Gaza ese mismo verano y la ola de violencia que se inició en octubre de 2015, el diálogo entre ambas partes ha sido inexistente. Netanyahu, entretanto, ha configurado el Gobierno de coalición más derechista en la historia del Estado hebreo.

La elección de Trump fue interpretada en un primer momento en Israel como un cheque en blanco para la expansión de las colonias judías en Cisjordania y Jerusalén Este, que Obama había tratado de contener durante su mandato. Bajo el axioma de que los asentamientos “no son el principal obstáculo para la paz, aunque tampoco ayudan”, el líder estadounidense pretende buscar en la resolución al conflicto de Oriente Próximo —como casi todos los presidentes que le han precedido en la Casa Blanca durante el último medio siglo– el legado internacional de su presidencia. “Quiero ver la paz entre Israel y los palestinos. No hay ninguna razón para que no la haya”, enfatizó el pasado viernes en una entrevista con la Agencia Reuters.

Abbas se vio gratamente sorprendido a mediados de marzo cuando recibió una llamada telefónica de Trump para invitarle a la visita de hoy, pero sobre todo percibió que se le abría un horizonte político después de tres años de bloqueo en los contactos con Israel. Esta es la versión que el representante diplomático palestino en Washington, Husma Zomlot, le transmitido al diario israelí Haaretz. “Solo hay un punto en la agenda de la reunión”, precisa Zomlot, “la oportunidad histórica para la paz (…) que representa la voluntad de intervenir de Trump, quien considera que es la paz es posible”. Abbas ya ha anticipado su disposición a reunirse con Netanyahu bajo la mediación de Trump en cualquier momento.

Después de haber consultado con el presidente egipcio, Abdelfatá el Sisi, y con el rey Abdalá II de Jordania, la delegación palestina que acude hoy a Washington –en la que figuran entre otros el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina y responsable de las negociaciones, Saeb Erekat, y el jefe de los servicios de inteligencia palestinos, Majid Faraj–, no ha hecho públicas cuáles son sus líneas rojas. El reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado hebreo y el traslado desde Tel Aviv a la Ciudad Santa de la Embajada de EE UU sería la primera, aunque Trump ya ha dado a entender que este no es el momento adecuado para cumplir la promesa que formuló durante la campaña electoral.

Abbas exigirá previsiblemente también la congelación de la expansión de los asentamientos, precisamente el punto en disputa que obligó a suspender las negociaciones en 2014. Israel ya ha anunciado que proyecta construir 6.500 nuevas viviendas en Cisjordania (que cuenta ya con más de 400.000 colonos) y otras 15.000 en Jerusalén Este (200.000 colonos). Trump, sin embargo, se ha mostrado partidario de permitir la ampliación de los asentamientos, aunque solo en zonas ya consolidadas que puedan ser incorporadas al Estado de Israel mediante un intercambio de territorios en el marco de un futuro acuerdo de paz. El presidente de la Autoridad Palestina debe transmitir a la Casa Blanca –partidaria de una iniciativa diplomática regional–, la revisión al plan de paz saudí de 2002 que la Liga Árabe acordó en Jordania el pasado mes de marzo.

Netanyahu ha expuesto, sin embargo, una nueva exigencia al líder palestino para reanudar las negociaciones que también puede ser mencionada por el presidente estadounidense. En su discurso del llamado Día del Recuerdo a los soldados caídos en combate, el primer ministro se preguntó el lunes en público “cómo puede Abbas hablar de paz con Israel mientras financia a asesinos que derrama la sangre de israelíes inocentes”. Netanyahu se refería a las ayudas económicas que reciben —entre otros colectivos–- los 6.500 presos palestinos internados en las cárceles de Israel

Cerca de un millar de estos reclusos secundan una huelga de hambre desde hace más de dos semanas para reclamar mejoras en sus condiciones de detención. Ante una de las mayores protestas carcelarias en Israel tiempos recientes, un amplio movimiento de solidaridad con los presos, con paros en la actividad económica y otras movilizaciones, recorrió la sociedad palestina la semana pasada. La huelga de presos fue convocada por Marwan Barguti, dirigente de Fatah —el partido de Abbas– que encabezó la Segunda Intifada (2000-2005) y que desde hace 15 años cumple en prisión cinco condenas a perpetuidad tras haber sido juzgado en Israel por terrorismo. Barguti fue el pasado noviembre el candidato más votado en las elecciones al Comité Central de Fatah, es el líder palestino más valorado en las encuestas y desde la prisión sigue siendo el preferido en los sondeos para suceder en el poder a Abbas.

Abbas se presenta hoy en Washington sin tener pleno control sobre su territorio. Además de las limitaciones que le impone Israel en Cisjordania, la franja de Gaza escapa a su control desde hace casi diez años, cuando el movimiento islamista Hamás se hizo con el poder en el enclave después de haber ganado las elecciones en 2006 y de desalojar por la fuerza de las armas a Fatah de las instituciones de en Gaza.

Hamás acaba de aprobar una reforma estatutaria en la que admite por primera vez las fronteras de 1967 para la creación de un Estado palestino, en un gesto interpretado como favorable a la formación de un Gobierno de unidad con Fatah. Pero la Autoridad Palestina está presionando a Hamás en las últimas semanas con el recorte de los pagos a los funcionarios en Gaza y la supresión de las partidas para el combustible de la única central eléctrica del enclave, así como de las facturas adeudadas a Israel por suministro de energía. La ONU ha debido desembolsar fondos de emergencia para poder mantener en funcionamiento los generadores eléctricos de los hospitales de la Franja.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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