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Altos mandos militares retirados de Estados Unidos urgen a Trump a no dar la espalda a Cuba

Antiguos oficiales piden que siga el deshielo con la isla para evitar que se ligue a China y Rusia

Pablo de Llano Neira
En medio, el consejero de seguridad McMaster.
En medio, el consejero de seguridad McMaster.AFP

La política de Donald Trump hacia Cuba sigue en el aire y 16 antiguos altos mandos militares han urgido a la Casa Blanca a continuar el acercamiento a la isla por razones de seguridad nacional. "Si no nos conectamos económica y políticamente, no hay duda de que China, Rusia y otros con intereses contrarios a los nuestros se apresurarán a llenar el vacío", dicen en una carta enviada este jueves al consejero de seguridad nacional y teniente-general H. R. McMaster. Un mensaje de militares a militar para pedir sentido común estratégico.

"En los calientes debates sobre la normalización de relaciones con Cuba se pasa a menudo por alto que supone una oportunidad para fortalecer la seguridad nacional", sostienen los exmilitares, que consideran que para Washington estar bien avenido con La Habana es relevante tanto a nivel bilateral –"La situación de Cuba en el Caribe y su proximidad a Estados Unidos la convierten en un aliado natural y de alto valor estratégico en asuntos urgentes como el terrorismo, el control de las fronteras, enfrentamiento al narcotráfico, protección medioambiental y manejo de emergencias"– como en el marco hemisférico: "Completar la reapertura de relaciones con Cuba (...) nos ayudaría a reformular nuestros vinculos con Latinoamérica, aislando a nuestros adversarios".

La carta tiene el enfoque del expresidente Barack Obama: visión geoestratégica y apuesta por el poder blando para influir en la democratización del país caribeño. "Aumentando el comercio y el flujo de información estaríamos empoderando al pueblo cubano para que elija mejor su propio futuro". La misiva ha sido impulsada por el laboratorio de ideas American Security Project (Proyecto de Seguridad Americana), que cuenta entre sus fundadores con John Kerry y Chuck Hagel, exsecretario de Estado y exsecretario de Defensa con Obama.

En marzo algunos de los firmantes de la carta visitaron Cuba y hablaron con miembros del Gobierno cubano que les expresaron su preocupación por la política que pueda adoptar Trump. Si bien hace tiempo que no habla sobre Cuba, el presidente ha dicho que su intención es revertir el deshielo de Obama si La Habana no da libertades a sus ciudadanos, una postura que parece más un gesto hacia los republicanos anticastristas que una convicción. Su administración ha afirmado que se está "revisando" lo que hizo Obama pero no ha dado pistas concretas del rumbo que vaya a tomar la política hacia Cuba. Entre los expertos se considera que Cuba no es tema urgente para Trump y que la lentitud en renovar la plantilla de encargados de América Latina tiene la cuestión en punto muerto. Esa fue la tesis defendida por uno de los firmantes de la carta, Stephen A. Cheney, en conversación con la prensa: "No se ha definido aún una política hacia Cuba (...) y por eso estamos dando este paso en este momento. Para decir: "No vean esto [el acercamiento] simplemente como algo que hizo Obama y que odian porque lo hizo Obama. Aprovechemos los aspectos de seguridad nacional del asunto, y cuenten con que sería un enorme éxito para el presidente Trump abrir más el comercio en beneficio de las empresas de Estados Unidos"".

La apuesta de estos exmilitares es tratar de convencer a Trump de profundizar en el deshielo a través de McMaster, un militar de mentalidad pragmática que gana cada vez más influencia en la Casa Blanca. 

Para el Gobierno cubano, la decisión que tome el presidente de Estados Unidos es trascendental. Cuba, que entró en recesión en 2016, se encuentra en una nueva encrucijada. Su mayor socio económico, Venezuela, está en el peor momento de su crisis político-institucional, ahora también energética, y pese a las crecientes relaciones de La Habana con China es muy improbable que Pekín tenga tanto interés en la isla como para convertirse en su respirador financiero. El vecino del norte es el socio natural, y si Washington no permite que se cultiven las relaciones comerciales y que asome en el horizonte la posibilidad del fin del embargo, el gabinete del presidente Raúl Castro se verá en serios apuros para hallar una salida sostenible al enésimo atolladero del régimen.

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