Un millar de presos palestinos desafían a Israel con una huelga de hambre
Maruan Barguti, líder de la Segunda Intifada, encabeza la protesta contra las condiciones de detención
Una masiva protesta de prisioneros palestinos contra las condiciones de detención en las cárceles israelíes ha marcado este lunes el primer capítulo de la conmoración de 50º aniversario de la ocupación. La huelga de hambre indefinida ha sido convocada por Maruan Barguti, dirigente del partido nacionalista Fatah que encabezó la Segunda Intifada (2000-2005) y que desde hace 15 años cumple condena a perpetuidad. Portavoces oficiales palestinos elevaron hasta 1.500 el número de reclusos que secundaron el ayuno voluntario, en tanto que el servicio de instituciones penitenciarias israelí limitó a 1.100la cifra de internos que se habían adherido a la huelga en ocho prisiones.
Desde el penal de Hadarim, en el centro de Israel, Maruan Barguti, de 57 años, aseguraba en una tribuna publicada este lunes por The New York Times que la huelga de hambre tiene como objetivo “poner fin a los abusos en los centros penitenciarios”. “Israel ha establecido un apartheid judicial que garantiza la impunidad para los israelíes que han cometido delitos contra los palestinos y que criminaliza la presencia de la resistencia palestina”, asevera Barguti, al que las encuestas palestinas colocan en primer lugar en la carrera para suceder a Mahamud Abbas, de 82 años, como presidente de la Autoridad Palestina. “Los prisioneros sufren torturas, tratos degradantes e inhumanos y falta de asistencia médica, algunos han muerto durante su detención”, acusaba el dirigente de Fatah en el artículo.
En prisiones situadas en el Estado hebreo y en centros de detención localizados en Cisjordania, territorio ocupado militarmente desde 1967, están ingresados en la actualidad unos 6.500 palestinos, en los que se incluyen 300 menores de edad, 62 mujeres y 13 diputados del Consejo Legislativo. Entre los detenidos hay 23 enfermos en estado terminal, según organizaciones de apoyo a los internos. El presidente Abbas apeló a través de un comunicado a la comunidad internacional a "salvar la vida de los presos palestinos en las cárceles israelíes".
Medio millar de prisioneros se hallan sometidos además al llamado régimen de detención administrativa, sin acusación formal y que puede prolongarse de forma indefinida. La población penitenciaria palestina bajo custodia de Israel ha aumentado notablemente desde octubre de 2015, cuando estalló una ola de violencia que ha provocado unas 10.000 detenciones en la que ha sido denominada Intifada de los cuchillos o de los lobos solitarios.
Este dirigente de Fatah, el principal partido de la Organización para la LIberación de Palestina, es el político más valorado por los ciudadanos, que le consideran el Nelson Mandela de la causa palestina y le apoyan como futuro líder de un Estado independiente. Para Israel –que considera a Barguti como jefe del Tanzim, el brazo armado del Fatah– se trata solo de un preso de máxima seguridad, condenado a cinco cadenas perpetuas más 40 años de cárcel por terrorismo.
El servicio de instituciones penitenciarias israelí ha empezado a sancionará con medidas disciplinarias, como traslados de galería, a los presos que secundan la protesta. “Los huelguistas afrontarán graves consecuencias por participar en actividades ilegales”, rezaba un comunicado del organismo. El ministro de Seguridad Interior, Gilad Erdan, ha ordenado que las fuerzas antidisturbios se sitúen en estado de alerta ante los recintos de las prisiones.
El titular del departamento responsable de la policía ha solicitado también al Ejército que instale un hospital de campaña cerca del penal de Ketziot, en el desierto del Negev, para atender a los internos que requieran cuidados médicos. El Gobierno quiere evitar que los reclusos ingresen en centros sanitarios públicos, donde los médicos se niegan a aplicar la legislación que permite desde 2015 alimentar a la fuerza a los huelguistas de hambre cuya vida esté en peligro.
El ministro de Seguridad Interior cree además que la protesta “está motivada por la política interna palestina”, y es interpretada como un movimiento táctico de Barguti para ganar protagonismo en la sociedad palestina. En función de la evolución y duración de la huelga de hambre, el analista de seguridad del diario Haartez Amos Harel alerta ante una eventual escalada de violencia como la que precedió a la guerra de Gaza de 2014, precisamente en el marco de una protesta de presos.
“La huelga que encabeza Barguti plantea demandas sobre las condiciones penitenciarias que no son razonables”, advirtió Erdan. La lista de reivindicaciones de los presos incluye la suspensión de las detenciones administrativas y del internamiento en celdas de aislamiento; la instalación de una cabina de teléfono y de televisión árabe vía satélite en cada galería de los penales, y un incremento de las visitas de familiares.
Amnistía Internacional recuerda a Israel que trasladar presos fuera de un territorio ocupado viola la Cuarta Convención de Ginebra sobre derecho de guerra. Las restricciones que sufren la mayoría de los palestinos para poder viajar a Israel desde Gaza y Cisjordania impiden en muchas ocasiones que los detenidos mantengan el contacto con sus familias.
Miles de palestinos se manifestaron por la tarde en Gaza y Cisjordania para conmemorar el Día del Preso, en recuerdo de los 850.000 palestinos que han pasado por cárceles controladas por Israel durante el último medio siglo de ocupación. Se trata de un 40% de los hombres adultos, de una quinta parte de la población de Palestina.
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