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La exconsejera de seguridad de Obama niega que se espiara al entorno de Trump

Rice asegura que no hubo motivos políticos en la identificación casual de asesores del presidente que hablaron con funcionarios extranjeros

Obama con Rice, en enero de 2016
Obama con Rice, en enero de 2016MICHAEL REYNOLDS (EFE)

Susan Rice está en el epicentro de las especulaciones sobre si el gobierno de Barack Obama espió al entorno de Donald Trump. Varios medios de comunicación, citando fuentes anónimas, sostienen que la exconsejera de seguridad nacional de Obama pidió averiguar la identidad de asesores de Trump, cuyas conversaciones habían sido capturadas de forma casual por los servicios de inteligencia estadounidenses cuando investigaban a ciudadanos extranjeros

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Rice trató este martes de apaciguar el debate. En una entrevista a la cadena MSNBC, negó que la anterior administración demócrata utilizara los servicios de inteligencia con fines políticos contra la campaña del republicano. No descartó que se pidiera identificar a colaboradores de Trump, pero esgrimió que cualquier procedimiento de ese tipo responde a motivos de seguridad nacional. “Absolutamente no es por razones políticas para espiar o destapar algo”, dijo.

La exasesora de Obama también negó haber filtrado información y aseguró que se enteró por la prensa de que durante la campaña electoral su sucesor en el cargo, Michael Flynn, estuvo registrado como lobista de un empresario cercano al Gobierno turco. Flynn dimitió cuando llevaba tres semanas como consejero de seguridad tras destaparse, a raíz de la filtración de unas llamadas que fueron interceptadas, que había mentido al vicepresidente Mike Pence sobre el contenido de sus conversaciones con el embajador ruso.

Rice declinó entrar en detalles, pero explicó que los servicios de inteligencia aceleraron su análisis de comunicaciones recolectadas después de que Obama ordenara investigar el pirateo al Partido Demócrata durante la campaña. El anterior gobierno acusó a Rusia de robar correos demócratas para tratar de ayudar a Trump en las elecciones presidenciales de noviembre. El FBI tiene abierta una investigación sobre posibles nexos entre el republicano y el Kremlin.

Las nuevas especulaciones sobre las comunicaciones de asesores de Trump se iniciaron, tras una visita a la Casa Blanca hace dos semanas, del congresista republicano que investiga la conexión rusa de Trump. No tienen relación con la acusación, sin pruebas, del presidente de que Obama ordenó pinchar sus teléfonos en su sede de campaña en Nueva York. Tanto el FBI como el Congreso han declarado que no hay pruebas que respalden esa acusación. Rice aseguró, en la entrevista, sentirse “conmocionada” por una denuncia que “no se basa en hechos”.

No es infrecuente que EE UU analice las conversaciones telefónicas de funcionarios de otros países. Cuando captura una conversación entre un ciudadano estadounidense y uno extranjero, suele tachar la identidad del ciudadano estadounidense en los resúmenes de las conversaciones espiadas. Dentro de un proceso formal, un alto cargo del gobierno puede pedir a los servicios de inteligencia conocer el nombre de esa persona.

Según un columnista de la agencia Bloomberg, que cita dos funcionarios estadounidenses, Rice pidió en “docenas de ocasiones” conocer la identidad de ciudadanos norteamericanos relacionados con la campaña y el equipo de transición de Trump, según descubrió la nueva administración.

Por otra parte, la página web conservadora The Daily Caller cita a un exfiscal que sostiene que Rice ordenó a las agencias de inteligencia estadounidenses que elaboraran “hojas de cálculo” de llamadas telefónicas “legales” hechas por Trump y sus colaboradores. La exconsejera de seguridad tildó esa información de “absolutamente falsa”.

Y según la cadena Fox News, que cita fuentes anónimas, los “nombres desenmascarados” de personas relacionadas con Trump fueron enviados al Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, al Pentágono y a los entonces directores de Inteligencia Nacional, James Clapper, y de la CIA, John Brennan. La cadena asegura que la intercepción de comunicaciones duró un año e incluyó a familiares de Trump.

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