Alex Chow, líder de la ocupación de Hong Kong: “La gente ya no se calla”
El dirigente estudiantil de la 'revolución de los paraguas' pasa por Andalucía para defender el activismo, pese a las condenas por subversión y desafío al Estado chino
Alex Chow, el líder estudiantil de 26 años que protagonizó la revolución de los paraguas en Hong Kong, junto a otros activistas, se enfrentará en dos meses a la vista de apelación tras haber sido condenado por crímenes de subversión y desafío al Estado de China. Sin embargo, lejos de amilanarse, la reacción del Gobierno le anima. Esta semana esta en la Universidad de Sevilla invitado por los profesores Rafael González Galiana y Mar Llera, del Máster de Comunicación y Cultura. “No vamos contra el Gobierno sino contra los valores inhumanos y la desigualdad”, defiende. La imagen de Chow bajo los paraguas en otoño de 2014 dio la vuelta al mundo y arrastró a millones de personas en la lucha por la democracia. Cientos de personas ocuparon durante 79 días el centro financiero de Hong Kong en un pulso que se consideró el mayor desafío a Pekín desde las revueltas de Tiananmen. El Gobierno chino logró acabar con la ocupación, pero la semilla sembrada permanece.
Pregunta. Tres años después de la revolución de los paraguas, ¿qué queda?
Respuesta. Queda mucha gente justa y comprometida. La revolución de los paraguas fue un éxito porque alumbró a mucha gente. Este es el primer logro. Ellos han vuelto a sus comunidades y se han comprometido con sus vecinos en la reconstrucción de la democracia desde abajo. Cuando se convocaron elecciones el pasado año en Hong Kong, muchos activistas que participaron en la revolución fueron un enorme apoyo para nuevos partidos, como Demosisto. Fue un comienzo. La gente ya no se calla. Ahora son más activos en los asuntos de Hong Kong. Muchas de las nuevas ideas que se están llevando a cabo se gestaron durante la ocupación de las calles.
P. ¿Hay alguna oportunidad de que estas ideas se extiendan por China?
R. La gente de China que trabaja en Hong Kong quedó impresionada por la ocupación. Después se sintieron comprometidos y comenzaron algunos movimientos en sus lugares de origen. Pero queda mucho camino por recorrer porque China es tan grande que a muchos lugares no llega la información directamente y de forma comprensiva. Pero cada vez hay más y más redes de colaboración en Asia que unen a los activistas en el sureste del continente. Estamos trabajando de una forma positiva, con alianzas con las que compartir información y estrategias.
P. ¿Está su revolución cercana al 15-M?
R. Hubo muchos movimientos, como el nuestro, Ocupa Wall Street, en Japón, el 15-M… Hay una conexión entre todos. Comparten problemas comunes, como los desahucios, la desigualdad o la desesperanza.
P. ¿Se puede luchar desde las instituciones o debe hacerse desde las calles?
R. Hay dos dimensiones. Una está en las instituciones. El sistema y la política tienen que cambiar. Pero también está la dimensión de la gente. Sus valores, la práctica social hacia la igualdad es más importante que el sistema en sí mismo. La gente debe aprender y reaccionar cuando las cosas no funcionan. Así que debe haber estos dos niveles de actuación.
P. ¿Un solo partido puede asumir la representación de estos movimientos sociales?
R. Se necesitan grupos muy diversos porque hay muchos asuntos que abordar. No se puede trabajar con solo una unidad. La conexión y cooperación entre los grupos es fundamental. Siempre es mejor tener diferentes grupos que trabajen por los mismos objetivos. Así se puede trabajar en estructuras sociales de menor y mayor escala. Los modelos económicos alternativos no se pueden trabajar desde una sola perspectiva, hay que contemplar ámbitos regionales, locales y nacionales.
P. ¿La victoria de Donald Trump marcará el futuro próximo de China?
R. Hay mucha incertidumbre. Parece que el nuevo Gobierno es muy agresivo y arrogante. El chino es muy nacionalista y Trump parece que está explotando también este sentimiento, así como los de supremacía, miedo y odio. Hay un riesgo de que dos puntos de vista ideológicos tan nacionalistas choquen en un mundo global.
P. ¿El poder económico chino compra el silencio de la comunidad internacional?
R. Creo que es parcialmente así. China tiene mucha influencia en los medios y estos en la percepción que la gente tiene del país. Pero hay una responsabilidad global y también hay un crecimiento significativo de gente que está reclamando cambios con independencia de la relación económica. Ángela Merkel es un buen ejemplo. Ella ha ido en misiones económicas, pero también ha hablado mucho sobre democracia y derechos humanos. Es una buena forma de negociar con China.
P. ¿La comunidad china que vive en otros países apoya los movimientos democráticos?
R. Muchos callan por miedo e, incluso aquellos que simpatizan con nuestros movimientos, no quieren que les asocien con nosotros. El miedo es lógico, pero hay muchas cosas que se pueden hacer, desde China o desde otros países para transformar el país y el mercado internacional. Se necesitan nuevos valores sociales para comprender el mundo. Eso precisa de mucha educación y formación. Esto es una lucha de larga duración. No vamos en contra del Gobierno sino en contra de los valores inhumanos y de la desigualdad. Es una lucha por las condiciones sociales.
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