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La mecha de las protestas se reaviva en el Rif

Las concentraciones por la muerte de un vendedor en Alhucemas han derivado en un movimiento que reclama mejoras económicas, sanitarias y políticas

Francisco Peregil
Protesta por la muerte de Fikri en la ciudad de Alhucemas, en noviembre de 2016
Protesta por la muerte de Fikri en la ciudad de Alhucemas, en noviembre de 2016AFP

La llama de las protestas que prendió hace casi cuatro meses en Alhucemas con la muerte del vendedor de pescado Mouhcine Fikri, de 31 años, triturado en un camión de basuras, se está reavivando en el Rif. Las concentraciones en esta ciudad del norte de Marruecos de 60.000 habitantes nunca cesaron desde la muerte de Fikri a finales de octubre. Miles de jóvenes comenzaron pidiendo justicia y después han pasado a reclamar medidas económicas, sanitarias y políticas en la región. La mayoría de las concentraciones se han desarrollado de forma pacífica. Hasta que este domingo 5 de febrero se registraron enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, con un saldo oficial de 34 agentes heridos y un detenido que aún sigue en prisión por supuesta agresión a los policías.

Miles de rifeños pretendían unir las concentraciones de protestas que vienen desarrollando en Alhucemas a la fecha de la conmemoración de la muerte del líder rifeño Abdelkrim, quien infligió en 1921 al Ejército español la derrota del desastre de Annual. Sin embargo, los agentes antidisturbios se apostaron en el municipio de Bukidán, a 14 kilómetros de Alhucemas, para impedir la marcha de cientos de jóvenes hacia Alhucemas y ahí comenzaron los enfrentamientos.

La muerte de Fikri había despertado al gigante dormido de Marruecos, el sentimiento de humillación de los más débiles ante las tropelías del Estado, lo que en el árabe dialectal marroquí se conoce como la hogra. Decenas de miles de ciudadanos se manifestaron en las principales ciudades del país el primer fin de semana. Sin embargo, en Alhucemas las protestas continuaron. Entre los manifestantes surgió un líder: Nasser Zafzafi, un desempleado de 37 años, que nunca tuvo un desempeño destacado en política, que tuvo en su día un pequeño negocio de electrónica y fue durante algo más de dos años agente de seguridad en un banco. Zafzafi no habla español ni francés, a diferencia de algunos de sus compañeros, pero sus discursos en rifeño, dialecto del tamazight, se han ganado al resto de activistas.

Ante la pregunta de qué reclaman exactamente Zafzafi contestó a este diario. “Nuestras reivindicaciones son claras: sociales, económicas y culturales”. Zafzafi considera que “hay una política de marginación, discriminación y vulneración sistemática de los derechos humanos” del Estado respecto al Rif. “Nuestro movimiento surgió para decir basta ya. Queremos que nuestros hijos tengan asistencia sanitaria, que nuestras niñas reciban una educación en aulas de 25 compañeros y no 50, como ahora. Queremos que la mujer rifeña crezca y viva en igualdad de género. Queremos la abolición del decreto de 1958 por el cual se considera Alhucemas una zona militarizada. La gente quiere universidades y un hospital especializado para hacer frente al cáncer, ya que en el Rif tenemos el índice más elevado del país en casos de cáncer”.

El jueves por la tarde, Nasser Zafzafi intentaba desplazarse junto a otros compañeros desde Alhucemas al municipio de Bukidán, a 10 kilómetros, para acudir a una concentración en protesta por la detención de Nasser Lari, detenido tras los incidentes del pasado domingo. “Y los gendarmes le impidieron salir de Alhucemas”, relata Mohamed el Majaoui, otro de los activistas. “Él pedía que lo detuvieran si tenían una orden de arresto contra él, pero como no había ninguna orden, simplemente lo obligaron a volverse, sin salir de Alhucemas”.

La alcaldía de Alhucemas está gobernada por el Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), fundado en 2008 Fouad el Himma, amigo y actual consejero del rey Mohamed VI, con el fin de contrarrestar la ascensión de los islamistas del Partido Justicia y Desarollo (PJD). El secretario general del PAM, Ilias el Omari, nació en la región de Alhucemas y cuenta con gran influencia política en la zona. No obstante, en determinados ámbitos de poder en Rabat hay quienes creen que Ilias el Omari ha perdido influencia ante el Palacio Real al no conseguir vencer al PJD en las elecciones legislativas del 7 de octubre y no está haciendo todo lo que podría para solucionar el tema. Otros observadores conocedores del Rif, estiman que se trata solo de una protesta juvenil, como tantas otras, con la salvedad de que no hay ahora ningún líder político con credibilidad para acercarse allí y solucionar los problemas.

Reda Benzaza, de 28 años, monitor de educación física en el colegio español de Alhucemas, y portavoz de este movimiento de protesta, niega cualquier implicación del PAM. “Ha habido muchas maniobras para quitarle fuerza a este movimiento. Pero no tenemos ninguna conexión con los partidos y menos con el PAM que es el tentáculo número uno del majzen (el poder del Palacio Real) para marginar esta región”.

En la plaza principal de Alhucemas, donde solían celebrarse las concentraciones, está vallada desde el 5 de enero y se ha instalado desde ese día decenas de quiosco de artesanía. Un vecino explica: “Lo han hecho claramente para evitar que acampen ahí los manifestantes. Pero está harto todo el mundo. Los comerciantes, porque ahí no va nadie a comprarles. Los policías, porque ya están hartos también de estar todos los días plantados en la plaza, y los jóvenes, porque creen que no pueden concentrarse libremente”.

La familia de Fikri, el vendedor muerto dentro del camión de basura, se ha desvinculado desde el primer momento de las protestas, por más pacíficas que sean. Aimad, hermano de Mouhcine Fikri, ya declaró a este diario que confía en cómo la justicia está llevando el proceso. Reda Benzaza señala: “A diferencia de la familia de los cinco jóvenes supuestamente asesinados y tirados en un cajero, que sí han estado en las protestas, la de Fikri ha adquirido un papel que aceptamos y entendemos: el del miedo”.

Mohamed el Majaoui, es, a tenor de varios de sus compañeros, uno de los principales ideólogos del “movimiento”. Es maestro en un colegio público marroquí, tiene 46 años y habla perfectamente español.  “El movimiento no tiene una ideología definida", aclara. "Aquí hay gente muy distinta. Pero lo principal es que estamos hartos de que nos tomen el pelo. No estamos aquí para saber quién apretó el botón que mató a Friki en el camión de la basura. Fue todo un proceso el que condujo a la muerte de Friki. Y los responsables de ese proceso son algunos ministros que aún no han dimitido”.

En Alhucemas ahora toda la gente está pendiente de lo que pueda ocurrir el 20 de febrero, día en que se conmemora la primavera árabe marroquí y se rinde homenaje en la ciudad a los cinco jóvenes que aparecieron calcinados junto a un cajero automático.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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