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El Movimiento 5 Estrellas, ante el riesgo de la desilusión

La formación de Beppe Grillo, síntesis de exitosas corrientes políticas, tiene el apoyo de un tercio de los votantes, pero encara sus primeros problemas internos y judiciales

Daniel Verdú
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, a su llegada al Ayuntamiento.
La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, a su llegada al Ayuntamiento.GIUSEPPE LAMI (EFE)
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Un senador conservador esboza su teoría mientras deja enfriar un plato de rigattoni con legumbres en una trattoria cercana al Palacio Madama. “No olvide que Italia le lleva 20 años de ventaja al resto de Europa. La antipolítica, el populismo si quiere llamarlo así, no la ha inventado el Movimiento 5 Estrellas ni Beppe Grillo”. Hace dos décadas el país descubrió con el caso de corrupción Tangentopoli cómo el llamado establishment había devorado la república. De aquel malestar emergieron Silvio Berlusconi (Forza Italia) o Umberto Bossi (Liga Norte), incapaces finalmente de dar respuestas y multiplicando la frustración colectiva. Con la crisis económica, concluye el senador, nació en 2009 el M5S. Una arrolladora fórmula que encierra algo de Podemos, de Trump, del Ukip o de las revueltas en las plazas. Hoy, casi un tercio de los votantes italianos se inclinaría por la formación que lidera Grillo, aunque él mismo no se haya presentado a ningún cargo. Pero el M5S acelera para materializar su éxito antes de que algunos tics de la vieja política -guerra de dossieres incluida- e incipientes entuertos judiciales puedan convertir la ilusión en rechazo.

Italia le lleva 20 años de ventaja al resto de Europa. La antipolítica aquí no la han inventado el Movimiento Cinco Estrellas ni Beppe Grillo”, señala un senador

El movimiento, que ha declinado oficialmente participar y dar explicaciones para este reportaje, tiene hoy 38 alcaldías, 15 parlamentarios europeos, 92 diputados y 36 senadores y 1.000 concejales. Sus mayores éxitos escapan a la lógica norte-sur, tan presente en Italia, o al tradicional eje izquierda-derecha. No aceptan concurrir a las elecciones formando coaliciones -algo que les perjudicará si quieren gobernar-, aunque su posición sobre la UE y la inmigración a veces les ha acercado peligrosamente a la Liga Norte. Un tercio de sus votantes tiene menos de 35 años y su espectro ideológico se reparte casi simétricamente.

Sus defectos más señalados se hallan en los bandazos en política internacional y una cierta improvisación en el programa. Ellos lo llaman democracia directa, sus detractores, “populismo”. El politólogo Piero Ignazi, conocedor del movimiento, lo explica así. “Tienen una visión del nosotros y el vosotros muy marcada; de los buenos y los malos. Ahí sí hay un fuerte elemento populista. Pero ellos nunca hablan del pueblo, como si lo hace Trump, con esa idea de devolverle el poder. El M5S se refiere a los ciudadanos y tiene un sustrato cultural que no es el del pueblo, es una referencia mucho más liberal”, señala.

El líder del M5S, Beppe Grillo, en una foto del 18 de diciembre de 2016.
El líder del M5S, Beppe Grillo, en una foto del 18 de diciembre de 2016.Domenico Stinellis (AP)

Una idea basada en la transparencia, la lucha contra la corrupción y en incuestionables gestos como renunciar a los 42,7 millones de financiación pública que le corresponderían o que los cargos electos devuelvan parte de su sueldo. “La verdadera revolución es la honestidad”, declaraba Grillo a este periódico hace un año. Por eso asuntos como la investigación ahora de la fiscalía a la alcaldesa de Roma, Virgina Raggi, por falso testimonio, abuso de poder y por una rocambolesca historia de seguros de vida, son tan comprometedoras. En un intento por acallar las voces críticas que llegan desde dentro del partido Grillo escribió ayer en su blog que quién esté contra la regidora de Roma, estará contra el movimiento. Pero el caso, en las antípodas del éxito de su compañera y alcaldesa de Torino, Chiara Appendino, abre el inevitable debate sobre si conviene perder votos apoyándola, o perderlos aceptando que Roma sea el primer gran escenario fallido.

El M5S entró en casa de los italianos antes de nacer en 2009. El germen que levantó a la gente del sofá, como se suele decir, se gestó en los escenarios de los shows de Grillo y en algunos programas de sátira política. Giovanni Orsina, docente de sistemas políticos italianos en la universidad Luiss Guido Carli, le pone fecha. “Fue a principios de los 90. Ahí Berlusconi ya era un elemento de crisis de la política convencional”, señala. Il Cavaliere cambió la manera de votar a través del mando de la televisión. Grillo, que fundó el movimiento con el fallecido Gianroberto Casleggio, empresario experto comunicación e Internet, logró algo parecido a través de la Red.

Los activistas no tienen un análisis critico de lo que sucede y tienden a justificar todo lo que pasa", critica el alcalde Parma y ex M5S, Federico Pizzarotti

Mediante un software llamado Rousseau, los ciudadanos inscritos proponen leyes, modificaciones, votan a candidatos (a Raggi la nombraron candidata solo 1.724 activistas), deciden sobre aspectos de los programas… ¿Un ejercicio de democracia directa o “un partido convertido en algoritmo”, como lo definió Matteo Renzi”. “¿Están en contra o a favor del euro? Un referéndum y fuera. Lo mismo hicieron con las Juegos Olímpicos en Roma. Y eso les permite ser coherentes sin decir nada, es una idea genial”, critica el profesor Orsina. Pero no todas las decisiones, se quejan otros, son ya tan consensuadas.

El actual alcalde de Parma, Federico Pizzarotti, fue suspendido del partido al ser investigado por abuso de poder en mayo de 2016. Al archivarse el caso, no se restituyó su militancia y decidió dar un portazo con el resto de cargos de su Ayuntamiento. Por teléfono explica a EL PAÍS sus impresiones. “Nosotros siempre fuimos autónomos y antepusimos los intereses de la ciudad a los del movimiento. Con Raggi hay una defensa distinta, cuanto menos, discutible. Mucha gente me escribe ahora diciendo que están desilusionados”. Pizzarotti cree que del M5S se ha ido mucha gente y que han quedado demasiados “yesman”. “Antes se quería siempre decidir juntos. Se ha pasado de eso, a las decisiones unidireccionales de Grillo, Casaleggio Jr. o de los dirigentes romanos. Ahora los activistas no tienen un análisis critico de lo que sucede y tienden a justificar todo lo que pasa. Es el gran cambio del movimiento: buscar siempre una fórmula con la que no se equivoca nunca”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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