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Francia cerrará su central nuclear más antigua

La clausura da respuesta a las constantes reclamaciones de Alemania de que París cerrase Fessenheim

Gabriela Cañas
La central nuclear de Fessenheim (Francia) en una imagen de marzo de 2014.
La central nuclear de Fessenheim (Francia) en una imagen de marzo de 2014. SEBASTIEN BOZON (AFP)

François Hollande podrá cumplir, in extremis, una de sus promesas electorales: cerrar Fessenheim, la central nuclear más vieja de Francia. Su clausura, además de estar en línea con la Ley de Transición Energética, que ha impuesto un techo a la producción de electricidad de origen nuclear, da respuesta a las constantes reclamaciones de Alemania de que París cerrase una central que está pegada a su frontera y que no considera segura.

El Consejo de Administración de la eléctrica semipública EDF ha aceptado este martes la oferta del Estado de recibir una indemnización inicial de 490 millones de euros, según el protocolo firmado, a cambio de iniciar el cierre de Fessenheim. Los 490 millones se pagarán entre 2019 y 2021. Pero habrá una indemnización añadida y variable en función de las pérdidas estimadas de la empresa hasta 2041. El cierre se habrá realizado, previsiblemente, a finales de 2018, fecha en la cual Francia dispondrá de otro reactor nuclear de nueva generación en la central de Flamanville, junto al Canal de la Mancha, que aportará los megawatios perdidos por Fessenheim.

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La negociación ha durado meses y la decisión dentro del Consejo de Administración no ha sido tomada por unanimidad. Se ha ganado el cierre por la mínima. La central de Fessenheim cuenta con 850 empleados y genera otros 250 empleos indirectos. Pero la inquietud por la seguridad que generan sus dos reactores ha sido poderosa. Los Verdes alemanes desvelaron en 2014 un accidente grave sufrido en la central y aseguraron en un informe que esta no cumplía las normas post-Fukushima. El tema era un motivo de fricción permanente entre París y Berlín. Alemania ha renunciado a la energía nuclear mientras que Francia solo ha puesto un límite en su nueva ley.

Un país nuclearizado

Francia sigue siendo el país más nuclearizado del mundo en relación con su número de habitantes. Cuenta con 58 reactores repartidos en 19 centrales. Treinta de los reactores tienen ya más de 30 años de antigüedad. La electricidad que producen entre todos supone el 75% del total del consumo en Francia. La ley obliga a reducir esa proporción a la mitad, por lo que el cierre de Fessenheim, cuyos reactores son de agua a presión y se incorporaron a la red en 1977, ayudará a respetar tal objetivo, que supone limitar la potencia instalada en los 63,2 gigavatios actuales.

La ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, ha pedido al vicecanciller alemán Sigmar Gabriel que ambos países se coordinen para reacondicionar las instalaciones de la central y convertirlas en una fábrica de baterías de última generación, montar coches eléctricos Tesla o en un centro especializado de desmantelamiento de centrales nucleares.

El paso de este martes es decisivo, pero puede que no sea definitivo. El candidato a la presidencia de la derecha, François Fillon, es contrario a su cierre y este martes se ha comprometido a prolongar la vida activa de esta central en caso de que llegue al Elíseo. El cierre se debería producir fuera de fecha (Hollande prometió que estaría clausurada la central en 2016) en pleno mandato, quizá, del Gobierno de Fillon. La líder ultraderechista Marine Le Pen, que encabeza las encuestas electorales, ha deplorado el acuerdo. Cree que se debe a un compromiso político sin sentido entre socialistas y verdes y que dañará el tejido industrial de la zona.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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