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Benoît Hamon, el líder que exige impuestos a los robots

El ganador de la primera vuelta de las primarias socialistas ha estado siempre en el ala crítica del partido

Carlos Yárnoz

Hasta el domingo, Benoît Hamon ha sido a sus 49 años un permanente político insatisfecho dentro del Partido Socialista francés en el que milita desde los 19. Siempre en el ala crítica, ha pasado en solo unos meses de firmar dos mociones de censura contra su primer ministro, Manuel Valls, a convertirse en su único rival para ser el candidato de la izquierda al Elíseo tras ganar la primera vuelta de las primarias. “Es el primer ladrillo para reconstruir la izquierda”, asegura.

Benoit Hamon, candidato a liderar el partido socialista francés, el pasado 22 de enero de 2017.
Benoit Hamon, candidato a liderar el partido socialista francés, el pasado 22 de enero de 2017.JACKY NAEGELEN (REUTERS)

También esta vez, todo indicaba que Hamon se quedaría en la oposición. Los sondeos coincidían en que sería el tercer hombre en la carrera, tras Valls y el exministro Arnaud Montebourg, también del ala izquierdista del partido. La historia de los tres ha seguido una ruta política coincidente durante muchos años. Han sido aliados clave. Unas veces, el jefe era Valls. Otras, Montebourg. Hamon, nunca. Hasta el domingo.

Exministro de Economía Social y de Educación entre 2012 y 2014, Hamon ha conseguido este triunfo inicial con un discurso duro, anticapitalista, lindante con el de los dirigentes antisistema. Pedagogo de “la tensión entre el pueblo y las élites” o de la confusión entre lobbies y Gobiernos, abomina del culto sagrado al crecimiento sin fin.

“El crecimiento del PIB es una convención, pero la riqueza no refleja el bienestar, el nivel de desarrollo, las desigualdades… La carrera permanente por el consumo nos lleva a la catástrofe. El crecimiento permanente es un mito. Por él sacrificamos nuestros derechos sociales y nuestros recursos naturales”.

El “ecosocialista” o “socialecologista”, como se autodefine, tiene poco que ver con su antiguo aliado, Valls, que se autocalifica de “socialreformista”. La medida estrella que ahora propugna Hamon consiste en establecer un salario social universal de al menos 600 euros para los mayores de 25 años. “¿De dónde va a salir ese dinero?”, le han espetado sus rivales en las primarias. “Del mismo lugar que han salido los 40.000 millones que este Gobierno ha dado a las empresas”, respondió.

El programa de Hamon

  • Salario social universal. De al menos 600 euros para los mayores de 18 años. Más adelante, de 750.
  • Reforma laboral. Quiere derogarla.
  • Impuesto sobre los robots.
  • Legalización de la marihuana.
  • Visas para refugiados.

Pero tiene otras opciones más imaginativas. Por ejemplo, quiere gravar con impuestos a los robots. “Si una máquina remplaza a un hombre y crea riqueza, no hay motivo alguno para que esa riqueza no sea gravada con impuestos”.

Proteccionista, intervencionista y muy crítico con la política europea, Hamon ha hecho declaraciones a favor de la nacionalización de bancos, abomina la austeridad, es partidario de poner freno al libre cambio, quiere dar visados a los refugiados sin apenas controles, plantea legalizar la marihuana o la eutanasia y votó no en 2005 en el referéndum sobre la malograda Constitución Europea.

“Necesitamos una Europa que defienda más a los ciudadanos. Hay que reforzar las fronteras exteriores de la UE, no las nacionales. El déficit vale poco frente al riesgo de Marine Le Pen”

Hijo de un ingeniero y una secretaria, Hamon se educó en un colegio católico en Finisterre y nunca ha renunciado a sus principios religiosos pese a estar siempre en el ala radical de la izquierda. “La religión es una riqueza”, suele repetir.

Encuadrado en 1992 en el disidente movimiento juvenil socialista pilotado por un tal Manuel Valls, Hamon empezó a codearse con la nomenclatura del PS. Dio un paso clave al integrarse en el gabinete de Martine Aubry, entonces ministra de Trabajo y cabeza visible del movimiento rebelde contra François Hollande en esta legislatura. Aubry se ha cinvertido hoy en un apoyo clave de Hamon para la segunda vuelta de las primarias el día 29. Los dos se han movido estos años en la misma onda.

Portavoz del partido con Aubry como jefa del mismo en 2008, eurodiputado, concejal, consejero en la región de París…, Hamon dio un paso clave en su carrera cuando Hollande lo metió en el Gobierno como ministro de Economía Social.

Allí coincidió en el mismo gabinete con sus aliados de siempre: Valls y Montebourg. Y los tres tardaron poco en conspirar. Su primera víctima fue el entonces primer ministro, Jean-Marc Ayrault. Culminaron su asalto en marzo de 2014 en coordinación con Hollande. Valls ascendió a primer ministro. Montebourg se hizo con la cartera de Economía y Hamon, con la de Educación.

Pero las alianzas en política duran poco. Cinco meses después, Hollande y Valls apartaron del Ejecutivo a Hamon y Montebourg, críticos con “la deriva liberal” del presidente y del jefe del Gobierno.

Desde entonces, las espadas han seguido en alto y estos días asistimos a la batalla decisiva. 

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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