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Moscú busca un pacto con Turquía e Irán para hallar una solución a la guerra siria

Los ministros de Exteriores y Defensa de los tres países se reúnen en Moscú

Los ministros de Exteriores ruso y turco ofrecen flores en memoria del embajador asesinado, este martes en Moscú.Vídeo: MAXIM SHEMETOV (AP) | EFE
Pilar Bonet

Los dirigentes de Rusia y Turquía conservaron la calma ante el asesinato del embajador de Moscú en Ankara y, curtidos por la experiencia, evitaron caer de nuevo en una escalada de tensión evocadora de la que se produjo en noviembre de 2015 cuando un caza ruso fue derribado en la frontera ruso-turca.

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A juzgar por las reuniones paralelas de ministros de Exteriores y de Defensa de Rusia, Irán y Turquía, que se celebraron el martes en Moscú el pragmatismo parece ganar terreno entre países que además de intereses enfrentados, tienen también intereses comunes en Siria, el principal tema de discusión de los seis altos funcionarios en la capital rusa.

En Moscú, Rusia, Irán y Turquía acordaron actuar como garantes de unas conversaciones de paz entre el Gobierno sirio y la oposición y apoyar un alargamiento del alto el fuego en el país, en guerra desde hace cinco años. Los ministros de Exteriores y de Defensa de los tres países suscribieron una declaración conjunta para buscar una salida diplomática a la contienda siria y aliviar los problemas humanitarios. "Los ministros están de acuerdo en la importancia de extender el alto el fuego y del libre acceso de los civiles a ayuda humanitaria y a moverse por el territorio sirio". La evacuación de civiles y combatientes del este de Alepo, de donde han salido 25.000 personas desde la semana pasada según ha informado la Cruz Roja, debería completarse en dos días "como máximo", según el ministro de Exteriores ruso Serguéi Lavrov. El embajador ruso, cuyo cadáver fue recibido con una guardia de honor en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo el martes por la noche, fue asesinado por un hombre que clamaba venganza por el conflicto sirio y la batalla en aquella ciudad.

Los tres ministros coincidían en que “es necesario respetar totalmente la soberanía y la integridad territorial y la unidad de Siria”, dijo Lavrov. También coincidían en que “no puede haber una solución bélica de la crisis siria” y en que “no hay alternativa a la regulación político-diplomática del conflicto”. “La tarea principal es el cese del sufrimiento de la población civil inocente, la solución de los problemas humanitarios más urgente y la lucha sin piedad contra el terrorismo”. Los jefes de la diplomacia rusa, iraní y turca exhortaron también a los países con influencia en la situación para que ayuden a facilitar un acuerdo y, con el fin de renovar el proceso político en Siria, apoyaron la invitación del presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev de organizar un encuentro en Astaná, la capital de aquel país.

Irán, Rusia y Turquía reiteraron su decisión de luchar conjuntamente contra el Estado Islámico y el antiguo Frente Al Nusra y deslindarlos de los grupos armados de oposición. Un mejor entendimiento entre Rusia y Turquía pasa por una mayor consideración por los intereses mutuos, lo que supone un distanciamiento de la causa kurda por parte de Moscú y otro tanto en lo que se refiere a grupos islámicos radicales que inquietan a Rusia por parte de Turquía. Con todos los problemas acumulados por Erdogan en los últimos meses, Turquía parece haber moderado sus objetivos en Siria y estar más dispuesta a aceptar que Bachar el Asad continúe en su puesto. Por su parte, Rusia parece más consciente de la complejidad y los riesgos (una mayor exposición al terrorismo ) que implica la lucha contra los islamistas radicales en el extranjero para no tener que luchar en territorio propio, el argumento que Putin dio para intervenir en Siria a fines de septiembre de 2015.

Tras el asesinato del embajador Andréi Kárlov, Rusia ha insistido e intensificado sus llamamientos a la comunidad internacional para luchar conjuntamente contra el terrorismo. Los organizadores del atentado “no consiguieron ni conseguirán hacer fracasar la lucha contra el terrorismo”, opinó el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov conjunta. El ministro de Defensa, Serguei Shoigú, que conversó con sus colegas de Turquía e Irán, dijo, según la agencia TASS, que todos los intentos de ponerse de acuerdo sobre acciones conjuntas con EE UU y sus socios habían estado condenados al fracaso porque ninguno de ellos “tenía influencia real en la situación sobre el terreno”.

Tras el visto bueno dado por Erdogan en su conversación nocturna con Putin tras el atentado, un grupo de investigación interdepartamental ruso, integrado por 18 funcionarios pertenecientes a los Servicios de Seguridad, comité de Investigación y ministerio de Exteriores voló el martes por la mañana en dirección a Ankara para incorporarse a las pesquisas de los investigadores turcos. “Debemos saber quien dirigió la mano del asesino”, había dicho Putin. El avión que llevaba al equipo investigador a Ankara fue el que regresó el mismo día con el cuerpo del diplomático asesinado y los miembros de su familia.

Kárlov fue asesinado ante los ojos de su esposa, Marina, que había sido operada recientemente y por quien su marido estaba muy preocupado, según dijo el embajador de Kirguistán en Ankara, Ibraguím Zhunúsov, que se encontraba a poco metros de la víctima cuando sucedió el atentado al inaugurarse una exposición de fotografías sobre Rusia. Según manifestó Zhunúsov al canal de televisión Rossia-24, apenas habían pasado dos minutos desde que el embajador comenzó a pronunciar su discurso cuando comenzó a disparar un joven al que todos habían confundido con un escolta, porque iba bien vestido, se comportaba de modo tranquilo y llevaba una insignia en la solapa. Según el periodista Alexéi Venedíktov, Kárlov no pudo ser evacuado durante un tiempo porque “se estaba produciendo un tiroteo”, ya que “por lo visto el atacante no estaba solo” y los muertos fueron cuatro.

El asesino, Mevliut Mert Altyntash, había participado en la vigilancia de la embajada rusa en Ankara la semana pasada cuando tuvieron lugar mítines de protestas por la situación en Alepo, según informa el canal de televisión NTV citando fuentes de los órganos de orden público.

En su entrevista con su colega turco, Lavrov agradeció a Ankara su “reacción instantánea” ante el “bárbaro atentado”, así como la llamada telefónica efectuada por el presidente Recep Tayyip Erdogan a Putin. “Esta tragedia nos obliga a todos nosotros a luchar de forma aún más decidida contra el terrorismo y hace que nuestro encuentro de hoy sea aún más actual”, dijo Lavrov, haciéndose eco del mensaje expresado la víspera por el presidente.

El jefe del Estado ruso había calificado el asesinato del embajador de “provocación destinada a hacer fracasar la normalización de las relaciones ruso-turcas y al fracaso del proceso de paz en Siria, que impulsan activamente Rusia, Turquía, Irán y otros estados interesados en el conflicto interno sirio”. “La respuesta a esto solo puede ser el incremento de la lucha contra el terrorismo”, había subrayado Putin.

El jefe de la diplomacia rusa expresó su esperanza de que las conversaciones de hoy permitirán llegar a acuerdos que impulsen la regulación siria, creen condiciones para suministrar ayuda humanitaria de forma más eficaz y para mantener conversaciones políticas “sin concesiones a los terroristas”.

“En este caso lo único razonable que puede hacer nuestro país y Turquía sobre el telón de fondo de esta provocación es acercarse y colaborar de forma más eficaz contra los que están detrás de esta provocación”, dijo el secretario de Prensa del presidente, Dmitri Peskov, según la agencia TASS. Comentando la reacción del presidente electo de EE UU en el sentido de que se necesita una colaboración internacional contra el terrorismo, Peskov dijo que las palabras de Donald Trump están “en sintonía con lo que dice el presidente Putin”. “Hace ya, tal vez, 16 o 17 años que Putin habla de la necesidad de una colaboración internacional en la lucha contra el desafío más peligroso de nuestro siglo”, dijo Peskov, según TASS.

Cuatro embajadores caídos en acto de servicio

Pilar Bonet (Moscú)
Comenzando con el escritor y diplomático Alexandr Griboyédov, cuatro son los embajadores de Rusia y la URSS víctimas de la violencia mientras desempeñaban su misión en el extranjero. El cultivado y políglota Griboyédov, autor de la comedia El mal de la razón, era embajador en Persia cuando, en 1829, fue victima del asalto a la sede diplomática rusa en Teherán por una multitud enfurecida y azuzada por los mulás, después de haber dado cobijo a un eunuco y varias mujeres armenias procedentes de los harenes del sah.

El telón de fondo del saqueo y linchamiento que costó la vida a todos los miembros de la legación era el tratado de Turkmanchái, por el que Rusia recibió el control de zonas del sur del Cáucaso, hoy parte de Armenia y Azerbaiyán, y también de Daguestán. El cuerpo mutilado de Griboyédov, de 34 años, fue arrastrado por las calles de Teherán durante tres días.

El mal de la razón, una sátira en verso de la alta sociedad moscovita, se estrenó en 1831 y es un clásico que ha nutrido de expresiones y refranes la lengua rusa moderna y que a menudo está en cartelera en variopintas versiones de distintos directores teatrales.

El segundo embajador asesinado fue Vatslav Vorovsky, representante soviético en la conferencia de Laussane, que pereció en un atentado perpetrado por un ruso blanco en esa ciudad suiza en 1923. Siguió Piotr Voykov, uno de los responsables de la decisión de ejecutar al zar Nicolás II y su familia en Yekaterinburg en 1918 y de quemar y destruir sus restos. Voykov murió en Varsovia en 1927 víctima del hijo de un ruso blanco monárquico y su tumba está en la plaza Roja de Moscú. En la capital rusa hay una estación de metro que todavía conserva el nombre de este revolucionario, pese a las protestas de la opinión pública. A esta lúgubre lista se unió el lunes Andréi Kárlov.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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