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Columna
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Estos diputados que votan lo que quieren, de noche, a espaldas de un pueblo en luto

El Congreso brasileño aprovecha un momento de distracción de la sociedad y aprueba medidas polémicas a altas horas de la noche

Juan Arias

Estaba casi amaneciendo (eran 4,19 de la mañana) cuando la mayoría de los diputados de Brasil, elegidos por la sociedad en las urnas, aprobaron el documento sobre las diez medidas contra la corrupción, apoyadas por dos millones de firmas, desfigurándolas hasta el punto que casi nada ha quedado del texto original.

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Brasil estaba aún conmovido con la tragedia de la caída del avión que llevaba a Colombia al equipo de Chapecoense, con 71 muertos. El Presidente Michel Temer había decretado tres días de luto nacional y la casi totalidad de los partidos, empezando por la oposición del Partido de los Trabajadores (PT), no esperaron ni a que acabara el luto para aprobar, deformándolo, un documento de tamaña importancia.

No sólo el documento quedó aguado y casi irreconocible sino que fue introducida, a la chita callando, una medida polémica en este momento en que la Lava Jato está procesando a políticos y empresarios acusados de corrupción: el castigo a jueces y procuradores, incluyendo la cárcel, por crímenes de abuso de responsabilidad.

Una medida que en sí parece justa, ya que ninguna institución está por encima de la ley, pero que en este momento y aprobada en la sombra de la noche, y con más de cien diputados investigados por corrupción, suena a provocación.

No es la primera vez que el Congreso de Diputados aprovecha un momento de distracción de la sociedad y, siempre a altas horas de la noche, para aprobar medidas polémicas, siempre a beneficio propio y sin dar tiempo a que la sociedad, a la que deben responder, pueda reaccionar.

La impresión que ofrecen es que, una vez votados en las urnas, los congresistas adquieren una especie de omnipotencia que les permite actuar como si no debieran dar cuentas a quienes les han colocado allí.

Todo ello hace que la opinión pública brasileña demuestre cada día mayor distancia de sus gobernantes, creando un foso entre ambos.

Que la política está enferma y que sufre en este momento una fuerte crisis de aceptación popular lo ha afirmado hasta el Presidente del Senado, Renan Calheiros para quien el actual modelo es “patético y fallido”. Lo que ocurre es que él mismo es objeto de once procesos de presunta corrupción ante el Supremo Tribunal Federal.

La votación de esta madrugada en el Congreso, considerada en las redes sociales como una “bofetada a la gente”, tendrá ahora que ser ratificada por el Senado. Será otro test para conocer qué grado de respeto a la opinión pública manifiesta el Senado de la República.

La última palabra la tendrá el Presidente Temer, si también el Senado ratifica el texto ya que tiene poder de veto. Será otro test importante para conocer si es cierto, como Temer afirmó días atrás, dirigiéndose a la nación, que antes que nada, los gobernantes tienen “que escuchar la voz de la calle”.

La sociedad, esta mañana se ha despertado incrédula al conocer como las diez medidas contra la corrupción, en las que colocaba tantas esperanzas para purificar la política, se han quedado en aguas de borraja.

Los analistas apuntan que lo ocurrido en el Congreso, demuestra con fuerza la necesidad urgente de una reforma política que nadie se ha aún atrevido a hacer.

Reforma que sea capaz de devolver a la sociedad la confianza en sus gobernantes ya que nadie oculta, por lo menos en teoría, que fuera de la política la democracia se debilita dando paso a peligrosas experiencias autoritarias.

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