¿Cómo sé que soy diabético?
Fatiga, micción frecuente, sed excesiva, apetito y visión borrosa son los síntomas más comunes
La diabetes es un padecimiento que puede pasar fácilmente desapercibido. Los síntomas suelen ser sigilosos y es común confundirlos con otros cuadros médicos como el estrés. Los factores que desencadenan la enfermedad también son variados y hay que tenerlos en cuenta a la hora de elevar la atención sobre la salud. “Por un lado está el factor hereditario y el genético. Los latinos tenemos un gen que nos predispone. Por otro, el estilo de vida: el sedentarismo y la mala alimentación, sobre los que sí se puede actuar”, apunta Marcela Vega, gerente académica de la Federación Mexicana de Diabetes
No todos los síntomas tienen porque aparecer a la vez ni en todos los casos. De hecho, es posible que la enfermedad se haya activado y no se manifieste. Por eso, los especialistas recomiendan hacerse análisis de sangre al menos una vez al año.
Cansancio y fatiga
Es uno de los síntomas más frecuentes y de los primeros en aparecer. Al fallar la insulina, las células no reciben su ración necesaria de energía y el cuerpo se siente cansado. Es habitual achacar el agotamiento al estrés por el ritmo de trabajo o por la vida acelerada de las grandes ciudades.
Micción frecuente
Si uno va al baño unas tres veces por la mañana, es posible que un diabético repita hasta en ocho ocasiones. El exceso de glucosa que circula por la sangre pide salir y ser desechado a través de la orina. Este segundo síntoma está conectado con el tercero: muchas ganas de beber.
Sed excesiva
La glucosa acumulada a la vez que busca salir por la orina, da sed. Este doble síntoma se convierte en un círculo vicioso. Más sed, más agua, más micciones. Cuando el grado de azúcar en sangre es muy elevado, existe el riesgo incluso de deshidratación, lo que significa automáticamente visita al hospital.
Mucho apetito pero pérdida de peso
Al no ser capaz de procesar la glucosa, la célula no recibe su comida, que se transforma en energía. La célula tiene hambre y el paciente también. Paradójicamente, el diabético comerá más, pero adelgazará. La insulina es una hormona anabólica, que promueve el crecimiento.
Visión borrosa
Cuando los niveles de glucosa son muy altos, el azúcar llega hasta los vasos sanguíneos de los ojos. El efecto es una visión borrosa, como si tuviera manchadas la pupilas. Si el paciente tarda en ser atendido, pueden producirse hemorragias en la retina. El desenlace final de la retinopatía diabética es la ceguera.
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