El voto hispano, ¿el muro contra un presidente Trump?
El “efecto Trump” podría propulsar un voto que hasta ahora no ha mostrado todo su potencial
“Tenemos que votar, tenemos que decir que tenemos una voz”, instó a la comunidad hispana la actriz mexicano-estadounidense Salma Hayek al explicar por qué, por primera vez, se ha animado a apoyar públicamente a un candidato, a la demócrata Hillary Clinton. No es la única. 2016 podría ser el año en el que los latinos salgan a votar como nunca antes. Las cifras de voto por adelantado así lo auguran. Es lo que se está llamando el “efecto Trump”, una respuesta a una campaña electoral en la que muchos hispanos, indignados —o atemorizados— por las constantes ofensas y amenazas realizadas por el candidato republicano, se sienten más motivados que nunca para hacer oír su voz. La duda es si el voto hispano, una fuerza electoral que hasta ahora no ha ejercido todo su potencial, será decisiva.
Hasta 27,3 millones de hispanos tienen derecho al voto en Estados Unidos, el 12% de todos los ciudadanos que pueden votar en el país. La hispana es desde hace años la primera minoría del país y, junto con la asiática, la que más rápido crece, por lo que, lógicamente, es también la que más potenciales votantes suma: desde 2012, el número de hispanos que pueden votar aumentó en cuatro millones.
Pero la cuestión no es tanto cuántos pueden votar, sino cuántos lo hacen y dónde, puesto que no solo históricamente la participación hispana ha estado por debajo de su potencial, sino que buena parte de la población latina, el 52%, está concentrada en Estados que no son clave en las elecciones: California, Texas y Nueva York.
¿Cuántos hispanos votan?
La Asociación Nacional de Latinos Electos (NALEO) estima que 13,1 millones de latinos votarán el 8 de noviembre. La cifra supone un incremento de 35% frente a 2008. En base a la alta participación en el voto por adelantado, la encuestadora Latino Decisions va más allá aún y piensa que la cifra de hispanos que acaben ejerciendo su voto podría llegar a los 14,7 millones, un nuevo récord. Pero sigue siendo solo alrededor de la mitad de los que pueden hacerlo, una tendencia que se mantiene desde pasados ciclos electorales —en 2012 la participación electoral hispana fue de 48%— y que convierte a esta comunidad en la que menos vota: el 67% de los afroamericanos con derecho al voto acudió a las urnas hace cuatro años, una cifra que entre los blancos llegó al 64%.
Según el director ejecutivo de NALEO, Arturo Vargas, en estas elecciones hay un “gran entusiasmo” entre los hispanos para acudir a votar. Un 78% de los encuestados para su último estudio, presentado en octubre, se declaró “casi seguro” de que irá a votar. El Pew Hispanic Center precisa a que los hispanos que dicen estar “absolutamente seguros” de que acudirán a las urnas son menos que hace cuatro años: 69%, frene al 77% en 2012.
Como cada año electoral, numerosas organizaciones hispanas, en su mayoría de tendencia demócrata, han realizado campañas para alentar a la comunidad hispana a que se registre para votar. En lo que se considera uno de los efectos Trump, se ha constatado un incremento en el número de inmigrantes que han solicitado la ciudadanía, bien por miedo a que una presidencia de Trump dificulte el proceso o, también, para poder votar e impedir la victoria del candidato republicano.
¿Cuánto importa el voto hispano?
A los activistas hispanos les gusta repetir el mantra de que “el camino a la Casa Blanca pasa por el barrio”, esta última palabra, pronunciada en español. Hay consenso, incluso entre los republicanos, en que el apoyo hispano es clave para ganar la presidencia. El cálculo generalizado es que cualquier candidato necesita algo más del 40% del voto latino para vencer. Obama en 2012 obtuvo el 71% de los votos hispanos, frente al 27% de su rival republicano, Mitt Romney. En la “autopsia” que hizo el Partido Republicano tras esas elecciones, reconoció que tenía que cambiar de actitud y políticas para atraer ese voto clave. Cuatro años más tarde sin embargo, su propuesta para la Casa Blanca es el candidato que lanzó su carrera insultando a los inmigrantes y prometiendo construir un muro con México. En su último recuento, a cinco días de las elecciones, la encuestadora Latino Decisions situaba la intención de voto de los hispanos en 79% a favor de Hillary Clinton frente al 18% de Trump. La del Pew Hispanic es algo más modesta, pero también deja claro que la candidata demócrata mantiene una cómoda ventaja entre el voto hispano frente a su rival republicano: 58% frente a 19%. En cualquier caso, y de forma consistente desde hace más de un año, Trump jamás ha llegado siquiera a rozar los porcentajes de voto hispano que se consideran necesarios.
¿Dónde vale más?
La Casa Blanca se juega en un puñado de Estados que son los que pueden inclinar la balanza el 8 de noviembre, y en varios de ellos los hispanos tienen un peso significativo: En Florida constituyen el 18% del electorado y en Nevada el 17%. Iowa y Carolina del Norte se perfilan este año como potenciales Estados disputados y ahí los hispanos, aunque solo suman el 5% de los votantes, podrían marcar la diferencia, al igual que en Ohio, otro Estado péndulo tradicional. En todos ellos, la intención de voto hispana es abrumadoramente demócrata, según NALEO.
Arizona no entraba hasta ahora en las quinielas porque, a pesar de tener una fuerte presencia hispana —el 21,5% de los ciudadanos con derecho a voto son latinos— es un Estado tradicionalmente republicano. Ahora se cree que se podrían cambiar las tornas y los hispanos de Arizona, el 70% de los cuales se declaran demócratas, frente a un 18% que se dicen republicanos, podrían ser los que acaben con el “reinado” republicano. El candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine, escogió esta semana Arizona para pronunciar el primer discurso íntegramente en español en una campaña presidencial. Su mensaje: “Cada voto cuenta”.
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