Francisco Guerrero: “Es fundamental que los contendientes acepten el resultado electoral”
La OEA observará por primera vez las elecciones en Estados Unidos
La negativa del candidato republicano Donald Trump a garantizar que aceptará el resultado de las elecciones del 8 de noviembre ha sido ya minuciosamente apuntada por los expertos de la misión de observación electoral de la OEA. También están registradas sus denuncias públicas de posible fraude electoral, las declaraciones en sentido contrario de otras altas figuras republicanas, las críticas demócratas o lo que dice la prensa.
Por primera vez, Estados Unidos ha aceptado que la Organización de Estados Americanos (OEA) observe sus elecciones, algo que ha justificado como “una oportunidad de demostrar la dedicación y apoyo de EE UU a esta importante función de la institución”. Para Francisco Javier Guerrero, secretario para el Fortalecimiento de la Democracia de la OEA y número dos de la misión de observación norteamericana, esto supone un hito tanto para EE UU como para la región de las Américas, donde todavía hay países que cierran sus puertas a estas prácticas de transparencia democrática.
En conversación con EL PAÍS en Washington, el mexicano Guerrero mide mucho sus palabras. Mientras dure la observación electoral, que ya ha empezado y durará hasta el día mismo de las elecciones, el 8 de noviembre, es importante que todo el equipo, que está encabezado por la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla, mantenga la neutralidad, explica. “No puedo prejuzgar sobre una elección que no se ha llevado a cabo” aún, subraya.
Lo cual no quita, sobre todo en medio de acusaciones de fraude —infundadas, para muchos analistas y hasta para buena parte de los republicanos— por parte de uno de los candidatos, que el experto de la OEA pueda aclarar lo que constituye “el ABC central de un proceso electoral” limpio.
“El principio básico fundamental de cualquier elección es que la gente acuda a votar, que lo haga en secreto y libertad, y que los contendientes acepten el resultado”, advierte.
Algo que, “históricamente”, ha sucedido siempre en Estados Unidos. “Incluso en momentos difíciles, al final del día el candidato o candidata derrotado acepta el resultado”, recuerda.
No obstante, poco en este ciclo electoral estadounidense está siendo habitual, incluso el hecho de que el Gobierno de Barack Obama haya aceptado que además de la OSCE, que hace años que examina las elecciones norteamericanas, también la OEA incorpore ahora a sus observadores —entre 40 y 50— para supervisar el proceso. Dado lo controvertido de estas elecciones, es importante, señala Guerrero, que EE UU “se abra al escrutinio internacional”. Esto permitirá tener “una visión internacional de los hechos que se contrasta con lo que sucede en las versiones nacionales, y eso genera resultados positivos”, sostiene.
Porque una cuestión clave, puntualiza, es la confianza en el proceso electoral. “Un sistema electoral per se no es bueno ni malo, es bueno o malo en función de que genere confianza en los electores. Si el elector se siente satisfecho con el resultado, es un buen sistema. Y eso es lo que va a estar revisándose en este proceso electoral”, promete.
Un “estímulo” para otros países de la región
De los 34 países de las Américas que tienen un sistema democrático, solo 27 han aceptado en algún momento que la OEA enviara una misión de observación electoral. Que Estados Unidos se convierta ahora en el vigésimo octavo país en invitar a la OEA a que supervise su proceso electoral no es solo algo “histórico”. La esperanza de Francisco Javier Guerrero es que también pueda alentar a los países más reticentes a seguir ahora su ejemplo.
“La mejor manera de lograr objetivos concretos es predicar con el ejemplo, y al abrirse EE UU a ser observado, esto puede ser un estímulo para que todos los países de la región puedan invitar a la OEA”, señala Guerrero.
Argentina, Barbados, Brasil, Canadá, Chile, Trinidad y Tobago y Uruguay nunca han tenido una observación electoral de la OEA. Y luego están países como Venezuela, que rompieron con la tradición y hace una década que niegan la entrada a los observadores del organismo hemisférico. Porque no se trata de injerencia, sino de un “fortalecimiento democrático”. Guerrero pone el ejemplo de su país, México: “cuando México comenzó en los años 90 la observación electoral, fue un acicate que ayudó a que la transición democrática se acelerara”.
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