Un polémico referéndum en Bosnia trae viejos odios del pasado
Los serbobosnios celebran una consulta ilegal para fijar un día de fiesta nacional que excluye a musulmanes y croatas
Los viejos odios del pasado parecen aflorar de nuevo en Bosnia Herzegovina. La celebración de un referéndum convocado este domingo por los serbobosnios para tratar de mantener a toda costa su día nacional, desafiando a las instituciones y excluyendo a croatas y bosnio-musulmanes, ha elevado la tensión en un país con tantas aristas.
Hasta el año pasado, la fiesta nacional del país se celebraba el 9 de enero. Coincidía con una festividad del cristianismo ortodoxo y era la fecha en la que se creó, en 1992, la República Srpska (República Serbia) como parte de la Federación de Yugoslavia, por lo que se trataba de un día en el calendario muy señalado para los serbios. Sin embargo, el Tribunal Constitucional de Bosnia la anuló en noviembre del año pasado por discriminar al resto de bosnios.
El ultranacionalista Milorad Dodik, un político de verbo encendido, se ha rebelado contra la decisión del alto tribunal. El presidente de la entidad serbobosnia—que junto a otro la entidad croatas y la musulmana forman el país— animó a los suyos a defender sus raíces culturales y lidera la celebración de la consulta para restituir la vieja fecha. Pese a que el referéndum ha sido declarado ilegal, sus convocantes han asegurado que se celebrará. En un país que vivió una guerra civil entre 1992 y 1995 que dejó más de 100.000 muertos, las actitudes rupturistas, aunque sean solo simbólicas, despiertan los temores a que la convivencia salte por los aires.
Borut Suklje, analista político esloveno, cree que las consecuencias de un desafío político como este son inciertas: "Dodik ha anunciado varias veces la celebración de consultas pero siempre las canceló a última hora. Esta vez es diferente. Este se va a llevar a cabo, no hay duda. Sabemos qué le ha traído hasta aquí en términos políticos pero no sabemos cuáles van a ser las consecuencias. Son tiempos inciertos".
Hay quien sostiene que los más interesados en elevar la tensión son los propios políticos, que centran la atención en los nacionalismos y evitan entrar de lleno en problemas como el desempleo, superior al 40%. “Si viajas por Bosnia no notas tensiones étnicas. La gente se relaciona, trabaja codo con codo, negocia, se casa… probablemente menos que antes de la guerra. Lleva tiempo superar un trauma como ese. El problema es que tenemos los mismos líderes que hicieron la guerra o gente cercana a ella. Con el tiempo se han convertido en una élite corrupta que impide cualquier desarrollo de el país”, explica por email la activista bosnia Nidzara Ahmetasevic.
Economía estancada y desempleo
Los acuerdos de paz de Dayton acabaron hace más de dos décadas con la guerra pero crearon un Estado débil, de gestión muy complicada, donde los vetos cruzados paralizan cualquier procedimiento gubernamental. El resultado es que Bosnia, de 3,8 millones de habitantes, tiene una economía estancada, una de las más pobres de Europa. En el último año, 80.000 personas emigraron en busca de mejores oportunidades.
En términos geopolíticos, el desafío de Dodik puede interpretarse como una disputa más entre Estados Unidos y Rusia. Los serbobosnios han recibido el visto bueno de Moscú pese a que toda la comunidad internacional les conminó a echarse atrás. “Claro, ese es el temor. Que nos convirtamos en un campo de batalla más en su disputa mundial, como en Siria o Ucrania. No podemos avivar los fantasmas de la guerra”, dice por teléfono Emir Suljagic, superviviente de la masacre de Srebrenica, donde 8.000 musulmanes varones fueron asesinados en el último año de la guerra.
Las desavenencias pueden ser un obstáculo más para Bosnia Herzegovina en su largo camino hasta ser miembro candidato a la Unión Europea, estatus que ya poseen otros países del entorno como Serbia o Montenegro. “La única forma para solucionar el asunto es que todos los implicados actúen en un diálogo constructivo y que se eviten las declaraciones provocadoras”, dijo el viernes el jefe de la Delegación de la UE en Sarajevo, Lars-Gunnar Wigemark.
El representante internacional del país, Valetin Inzko, fue más allá y dejó caer que los organizadores de la consulta podrían ser sancionados, pero la amenaza no solivianta a nadie. A menudo las decisiones del Tribunal Constitucional no han sido respetadas sin que haya habido consecuencias.
El referéndum, al que están llamados 1,2 millones de serbobosnios, llega una semana antes de las elecciones municipales que se celebrarán el 2 de octubre. “Solo está sirviendo para promocionar a Dodik. En la propaganda de la consulta está su cara. ¡Lo vemos por todas partes! Es su forma de hacer campaña”, añade Ahmetasevic. Los líderes bosnio-musulmanes han pedido a su gente que no vaya a votar para no hacerle el juego al presidente serbio, ya que creen que esta solo sirve para sentar las bases para una futura consulta sobre la independencia de la República Srpska, con la que Dodik lleva años especulando.
El precario equilibrio bosnio está en juego.
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