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El grupo conservador que quita el sueño a Hillary Clinton

Judicial Watch ha logrado con sus demandas destapar las últimas revelaciones del caso del correo privado de la candidata demócrata

La sede de Judicial Watch en Washington está rodeada de edificios de la Administración federal, el principal blanco de este grupo conservador. Desde esa sede, a pocas calles del Capitolio y el Tribunal Supremo, se dirige una estrategia legal que quita el sueño a otro blanco predilecto del grupo: Hillary Clinton, la candidata demócrata a la Casa Blanca.

Clinton, el jueves en un acto en Nevada
Clinton, el jueves en un acto en NevadaCarolyn Kaster (AP)

Judicial Watch ha logrado esta semana que siga vivo hasta las elecciones presidenciales de noviembre el caso del servidor de correo electrónico privado de Clinton cuando era secretaria de Estado en el primer mandato de Barack Obama.

Sin las acciones del grupo, el caso no habría avanzado. Ha llevado a un juez a ordenar a Clinton que entregue un testimonio escrito por su uso del correo, se han conocido la existencia de 15.000 nuevos emails de Clinton y se han publicado centenares de correos que evidencian los lazos entre la Fundación Clinton y el Departamento de Estado. También forzó al FBI a admitir que estaba investigando a la candidata demócrata por el uso del correo. En julio, la agencia declinó recomendar cargos y el caso quedó cerrado. Pero ahora se ha reactivado en otro proceso gracias a Judicial Watch.

El objetivo de la entidad, fundada en 1994 por Larry Klayman, un abogado conservador obsesionado con presentar demandas sin importarle el objetivo (contra un país entero, como Irán por el acuerdo nuclear, o contra su propia madre, a la que pedía un reembolso por gastos médicos de su abuela), es promover la “transparencia y rendimiento de cuentas en el gobierno”, según explica en una entrevista Chris Farrell, director de investigaciones.

El grupo se ha especializado en impulsar acciones, a partir de la ley que permite pedir la publicación de documentos oficiales, contra indicios de secretismo de todos los gobiernos. Ha forzado cambios relevantes: gracias a sus demandas, la ciudadanía puede consultar la lista de visitantes a reuniones en la Casa Blanca. Pero también ha dado pábulo a teorías que rozan la conspiración y que no han sido demostradas, como la supuesta existencia el año pasado de un campamento del Estado Islámico en México en una zona próxima a Estados Unidos.

Presupuesto de 24 millones

En estas dos décadas, Judicial Watch ha multiplicado su tamaño e influencia. Tiene 46 trabajadores y un presupuesto anual de unos 24 millones de dólares. Farrell declina identificar a los donantes y los describe como medio millón de personas corrientes. “No hay un George Soros o unos hermanos Koch”, dice en alusión a los multimillonarios cercanos, respectivamente, a los partidos demócrata y republicano.

El director de investigaciones, que lleva 17 años en el grupo, explica que Judicial Watch es “filosóficamente conservador” en el sentido de defender la Constitución, un gobierno pequeño y mayor libertad individual. Pero enfatiza que no está afiliado a ningún partido y, ante las acusaciones de cercanía republicana, subraya que presentaron unas 200 demandas contra el Gobierno del republicano George W. Bush, en especial por los vínculos del vicepresidente Dick Cheney con empresas energéticas.

Pero Judicial Watch no puede entenderse sin su ferocidad contra los Clinton. Es un referente para los conservadores que ven al matrimonio como sinónimo de opacidad e irregularidad. Ahora, sus acciones alimentan la esperanza de los que quieren evitar una victoria, como pronostican las encuestas, de la candidata demócrata en las elecciones. Del mismo modo que lo hicieron en los años noventa para los que confiaban en que los escándalos, en especial el caso Lewinsky, acabaran con la presidencia de Bill Clinton.

Brian Fallon, portavoz de la campaña demócrata, describe a Judicial Watch como una “organización de derechas que ha estado atacando a los Clinton desde los noventa”. Hillary Clinton ya hablaba entonces de una “vasta conspiración de derechas” contra su marido.

El diario The Washington Post definía así en 1998 la estrategia de Larry Klayman, fundador y presidente hasta 2003 del grupo: “Es una manera constante y original de perpetuar su causa: las demandas generan ruido, lo que le lleva a [salir en] televisión, lo que alienta contribuciones, que financian más demandas, lo que le lleva a televisión, y etcétera”.

La realidad actual no es muy distinta. El presidente de Judicial Watch, Tom Fitton, es muy crítico con los Clinton y con Obama, y suele aparecer en televisión. A golpe de escándalo, la entidad acrecienta su notoriedad. Su página web está repleta de informaciones críticas con los demócratas. En 2012, Fitton publicó un libro sobre “el gran secretismo y la gran corrupción” de Obama, y un año después trascendió que pertenecía a un grupo secreto crítico con la Casa Blanca y que se reunía en la sede de Judicial Watch.

El año pasado, la organización presentó 46 demandas contra el Gobierno de Obama, según el director de investigaciones, que declina detallar cuántas han interpuesto en toda la presidencia. Algunas de las más destacadas son las que pedían la publicación de las fotografías del asesinato de Osama bin Laden en 2011 y cuestionaban la versión oficial del atentado de 2012 contra el consulado estadounidense en Bengasi (Libia). El grupo logró que los tribunales obligaran al Gobierno a difundir más datos de los que quería. Ahora, buscan lo mismo con Clinton.

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