Le Pen acusa de blando al Gobierno porque no expulsa a los islamistas radicales
La ultraderecha ahonda en la división de los partidos pese a la llamada de Hollande a “la unidad”
Marine Le Pen se ha sumado con ímpetu a la primera ola de discrepancias surgidas entre los partidos tras la matanza del jueves en Niza. La presidenta del ultraderechista Frente Nacional, que estaba siendo sobrepasada por la dureza de dirigentes conservadores, ha tomado la delantera al exigir más mano dura: expulsiones de radicales y de todo extranjero delincuente, eliminación del derecho de suelo o disolución de los Hermanos Musulmanes en Francia. “Los franceses no aguantan más el letargo gubernamental”.
Los dirigentes más radicales de Francia no solo desoyen las solemnes llamadas del presidente François Hollande a “la unidad y la cohesión” frente a “los intentos de dividir al país", sino que cabalgan sobre la creciente corriente de indignación popular, que se ha disparado tras las tres matanzas yihadistas que han costado 250 vidas en año y medio.
Le Pen lanzó este sábado un demoledor mensaje que cala en tierra fértil: “Francia es un país grande con medios para defenderse, pero como sus dirigentes son pequeños, ni saben ni quieren hacerlo”. Frente a los terroristas, el Estado sufre “unas carencias gravísimas” al afrontar su objetivo primordial: “la protección de nuestros compatriotas”.
A diez meses de las elecciones presidenciales, Le Pen quiere consolidar con sus propuestas de mano dura su ventajosa situación cuando los sondeos auguran que será la más votada en la primera vuelta. “¿Qué hace el Estado? ¿Por qué deja pudrirse la situación?” “La guerra contra la plaga del fundamentalismo islamista no ha comenzado; es urgente declararla”, había dicho Le Pen el día anterior.
Para empezar esa guerra, la líder ultraderechista propone aplicar a rajatabla leyes actuales y modificar otras. En el primer grupo, la expulsión de los imanes radicales, la ilegalización de los Hermanos Musulmanes o el control extremo de la inmigración.
En el segundo grupo, la instauración de la “doble pena” prohibida en la legislación internacional: la expulsión automática de delincuentes extranjeros condenados, como era el caso del terrorista de Niza. O la derogación del derecho de suelo, por el que los nacidos en Francia tienen derecho a la nacionalidad.
“Los franceses no aceptan el letargo gubernamental ante el terrible peligro del terrorismo islamista y la expansión en su país de esta ideología mortal". El mensaje de Le Pen se suma Christian Estrosi, presidente de la región Provenza-Alpes- Costa Azul, que incluye Niza. "¿Cómo pudo entrar ese camión en una zona peatonal y asegurada?", critica reiteradamente estos días. Destacada figura de Los Republicanos, el partido de Sarkozy, Estrosi es uno de los más duros de la formación conservadora en una región en la que es muy elevada la implantación del ultraderechista Frente Nacional.
El camión entró en la zona, explicó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, porque se subió a la acera para evitar las barreras policiales. A Estrosi no le satisface ninguna respuesta y, en un país con entre cinco y seis millones de musulmanes, alimenta la peligrosa tensión entre comunidades: “Percibo aumentar la cólera a mi alrededor; percibo aumentar el odio a mi alrededor. Puedo comprender esos sentimientos”, ha publicado en el diario Nice-Matin.
"Percibo aumentar el odio a mi alrededor", dice el presidente de la región de Niza
Hocine Drouiche, vicepresidente de la Conferencia de Imanes de Francia, ha declarado a France Press desde Niza que el yihadismo está a punto de lograr su objetivo, que consiste en “romper la confianza entre el Islam y Occidente”. Los musulmanes franceses, argumenta Drouiche, necesitan “un islam europeo”. “Vivir el Islam al estilo saudí, al marroquí o al afgano solo va a crear conflictos en nuestra sociedad francesa”.
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