Alcohol, hachís y juego, las aficiones del autor de la masacre
Los vecinos del supuesto terrorista, denunciado por maltrato y otros delitos, creen que no era una fanático religioso
Un tipo inestable, violento, divorciado por maltratar a su mujer y aficionado al juego. Así describen a Mohamed Lahouaiej Bouhlel, de 31 años, los vecinos de los dos inmuebles donde vivió en los últimos años el supuesto terrorista. A media mañana, todo el vecindario sabía ya que había convivido con el autor de la masacre del 14 de julio, del que hasta entonces solo sabían que era camionero –de mudanzas, apuntaban algunos, y con permiso para llevar grandes vehículos– y que había tenido graves problemas con su exesposa. La mayoría, como Serge, su vecino de rellano, le consideraban una persona extraña, un tipo que "nunca saludaba", pero en ningún caso un fanático religioso.
El supuesto terrorista vivió hasta hace unos meses con su mujer, también tunecina, y sus dos hijos, en el piso 12º de un edificio del barrio de Le Rouret, una zona obrera del norte de Niza poblada mayoritariamente por inmigrantes. Hace algún tiempo se divorció, según cuentan los vecinos, tras maltratar violentamente a su esposa en numerosas ocasiones. "Era un tío raro, no saludaba casi nunca. Daba la sensación de ser un poco inestable", explicaba un vecino mientras un equipo de cerrajeros salía del domicilio para reparar la puerta que la policía había tirado al suelo.
En el edificio conviven decenas de personas de nacionalidades distintas, la mayoría africanas, explica una vecina francesa. Arriba de todo, al final de un viaje de 12 pisos en un ascensor destartalado que se para varias veces durante cada trayecto, el hermano de su expareja –que en ese momento se encontraba declarando en comisaría– custodiaba el umbral para que nadie se acercase. "Váyase de aquí, somos la familia de ella, no tenemos nada que ver con esto".
La comunidad musulmana de la zona tampoco tenía constancia de que fuera religioso. Abdu, un musulmán que a esa hora llegaba de rezar en la mezquita, lo tiene claro. "Nunca le he visto en el templo, le conoceríamos si fuera musulmán. En cualquier caso no era practicante y sabemos que bebía. Tenía muchos problemas con su mujer, por eso se divorciaron", apuntaba a las puertas del edificio, donde algunos vecinos empezaban ya a lanzar huevos a los periodistas que se acercaban. Un vecindario, según una la señora Pardo, habitante del mismo bloque que Lahouaiej Bouhlel, "bastante conflictivo" y con propensión al "trapicheo".
Cuando el supuesto terrorista se divorció de su mujer hace unos meses, se marchó a vivir a la Route de Tourin, enfrente de los antiguos mataderos. El viernes por la tarde, se podía subir hasta su rellano y mirar a través de la cerradura reventada la pequeña casa completamente revuelta tras el registro de la Gendarmería algunas horas atrás. Jamal, uno de sus vecinos, explicaba en la puerta la impresión que le causaba y volvía a negar que fuera musulmán practicante. "Era un tipo violento, un tanto agresivo. El otro día me dijo que acababa de perder 2.500 euros en el casino. Le gustaba beber y fumar hachís. Hace poco me contó que había tenido bastantes problemas con la policía y que lo habían detenido", explicaba este vecino en la puerta del inmueble.
Al parecer, una de sus pasiones era montar en una bicicleta de carreras que subía siempre por la escalera colgada en el hombro. Hablaba poco, pero había dejado una impresión bastante clara en el edificio. Otra vecina, que vivía justo en el piso de arriba, insistía en la idea de que era más bien un loco que un fanático religioso. "Era un tarado. ¿Quién si no haría algo así? Olía siempre alcohol y, por supuesto, no llevaba barba. Si era musulmán, sin duda, era un mal musulmán".
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