Los países europeos solo han cubierto el 4% de los fondos prometidos a África
Los Estados han eludido financiar el instrumento destinado a frenar la migración
La macroinversión de 62.000 millones de euros que Bruselas pretende canalizar hacia África y Oriente Próximo para evitar las migraciones choca con la resistencia de los Estados miembros. El precedente más cercano, el fondo para África creado en noviembre pasado en el seno de la UE, cuenta solo con un 4,5% de las cantidades que los países socios se comprometieron a aportar sin darse un plazo. Con el nuevo plan para frenar las salidas desde la orilla sur del Mediterráneo, la Comisión Europea hace un nuevo intento de reforzarlo. El vicepresidente comunitario Frans Timmermans, ha pedido este martes a los Estados que aporten su cuota: “Podían hacerlo hoy mismo”, les ha exigido durante su comparecencia en el Parlamento Europeo.
El gran hallazgo del Ejecutivo comunitario para prevenir los movimientos migratorios desde el origen supone revertir lo que los países europeos han estado haciendo desde que estalló la crisis financiera: reducir la cooperación al desarrollo en terceros países. Con las muertes en el Mediterráneo que muestran cada día la crudeza del fenómeno, Bruselas ha adoptado un nuevo enfoque, adelantado por EL PAÍS. En primer lugar, condicionar toda la ayuda que se presta a Estados vecinos a que cooperen en el freno a los flujos y a que readmitan a quienes cruzan irregularmente a la UE. En segundo lugar, movilizar inversiones públicas y privadas para destinar a esos territorios 62.000 millones de euros de aquí a 2020. Lejos de considerarlo osado, un experto comunitario implicado en el diseño de este instrumento asegura que se trata de “un cálculo conservador”.
Lo que sí admiten las fuentes consultadas es que, sin la cooperación de los Estados miembros, la meta es inalcanzable. El fondo fiduciario constituido tras la cumbre con los países africanos, celebrada en Malta el pasado noviembre, constituye un buen ejemplo. La Comisión lo nutrió con 1.800 millones e instó a los Estados a desembolsar la misma cantidad. Hasta el momento casi todos –salvo Grecia, Chipre y Croacia- han aportado fondos, pero muy escasos. Juntos solo suman 81,8 millones, según datos del Ejecutivo comunitario. Holanda, con 15 millones, y Bélgica, con 10, figuran a la cabeza del desembolso (España aportó tres millones).
Ya se han puesto en marcha algunos proyectos, muy centrados en gestión de fronteras africanas, integración de los migrantes que ya viven en esos territorios y atención a los refugiados. Hasta el momento más de 750 millones de euros se han comprometido en iniciativas concretas realizadas en el Sahel, en la región del lago Chad y en el cuerno de África. De esas cantidades, 101 millones ya se han gastado, según datos de la Comisión.
Metas más ambiciosas
Pese al escaso cumplimiento de los objetivos financieros respecto al fondo fiduciario, Bruselas ha decidido fijar metas aún más ambiciosas. Al presentar los nuevos acuerdos migratorios que la UE pretende suscribir con sus vecinos del sur, la Comisión ha anunciado que inyectará otros 500 millones en ese fondo y confía en que los países hagan lo mismo para sumar 1.000 millones adicionales. “Debemos centrarnos en África. Los movimientos de personas en ese continente no van a desaparecer”, ha advertido la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, también ante la Eurocámara en Estrasburgo.
El principal motivo por el que los Estados comuniarios se han resistido a esa contribución a los países africanos reside en que la urgencia, hasta hace dos meses ha estado en otra parte. Turquía acaparaba todos los esfuerzos cuando por la ruta del Egeo llegaban a Grecia miles de personas diarias. Asfixiados por la presión de esas llegadas, a los Estados les costó pocas semanas desembolsar los primeros 3.000 millones comprometidos a Turquía. Hasta la fecha solo faltan 136 millones para completar esa cantidad, frente a los más de 1.700 pendientes del fondo fiduciario africano.
Bienvenidos los migrantes cualificados
Europa aboga por expulsar a los migrantes irregulares, pero desea atraer más talento del exterior. Basándose en datos que revelan carencias laborales en sectores como la sanidad, las nuevas tecnologías o la ingeniería, la Comisión Europea ha propuesto este martes una mejora de la llamada tarjeta azul. Se trata de un instrumento, disponible desde 2009, que ofrece trabajo cualificado y facilidades de residencia a un grupo selecto de extranjeros. Pero la tarjeta azul resulta casi desconocida: en 2014 se otorgaron 13.852, el 90% en Alemania. “Hoy este esquema no es conocido ni atractivo y además está fragmentado”, ha admitido el comisario europeo de Migración, Dimitris Avramopoulos.
El Ejecutivo comunitario propone homogeneizar el grueso de las condiciones en los 28 países miembros y rebajar algunos requisitos que dificultan su utilización. El salario mínimo que se deberá ofrecer a estos trabajadores cualificados será más bajo que el actual, hasta igualar la retribución media del país. Hasta ahora había que pagar al menos un 50% por encima de la remuneración media, lo que disuadía a muchos empresarios. Y la duración mínima de los contratos pasará de 12 meses a seis. Además, habrá facilidades para que el trabajador consiga la residencia permanente tras tres años consecutivos de estancia en un país europeo. También se consagra el derecho inmediato a la reunificación familiar.
Con estas medidas, Bruselas espera mejorar una cifra bastante negativa: solo el 31% de los extranjeros altamente cualificados que eligen trabajar en países de la OCDE –la organización de países más desarrollados del mundo- se decide por la Unión Europea. El marco nuevo, pese a todo, no llega a proponer una tarjeta europea única y reconocida en los 28 países comunitarios.
Los dos grandes grupos políticos a los que pertenecen la mayor parte de gobernantes europeos suscriben esta urgencia de destinar fondos a África. “Una vez más, Bruselas ha cumplido, pero no los Estados. Por favor, los compromisos hay que aplicarlos”, ha subrayado el jefe del Partido Popular Europeo en la Eurocámara, Manfred Weber. Su homólogo socialdemócrata, Gianni Pittella, ha añadido: “Ahora les toca a los Estados miembros; no se puede hablar y luego no poner el dinero”.
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