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La radio del Corán reina en las mañanas de Marruecos

El Estado fundó una emisora tras los atentados yihadistas de 2003 en Casablanca para promover la moderación del islam

Francisco Peregil
Dos mujeres caminan junto a las murallas de la casba en Rabat.
Dos mujeres caminan junto a las murallas de la casba en Rabat.Natalia Seliverstova (RIA Novosti)

En Marruecos es muy frecuente cruzarse en la calle con gente conectada a la radio. La mayoría escucha programas en torno al Corán, por delante de cualquier preferencia musical, deportiva o política. Los últimos registros efectuados entre enero y marzo de este año por el instituto Ipsos para el Centro Interprofesional de Medidas de Audiencia de Radio (CIRAD, por sus siglas en francés), constatan que 15,4 millones de marroquíes, el 56% de la población, escucha la radio. Y el 20% sigue la Radio Mohamed VI del Santo Corán, de propiedad estatal, muy por delante de la segunda emisora en audiencia, que solo llega a un 12,24%.

El Estado impulsó la radio como antídoto a la ola de yihadismo que Marruecos descubrió tras los cinco atentados cometidos en Casablanca el 16 de mayo de 2003 por 14 terroristas, donde murieron 45 personas, entre ellos dos terroristas suicidas. La emisora formaba parte de un plan conocido como “reforma del campo religioso”, mediante el cual el rey se propuso estructurar el mundo islámico del país alrededor del Estado. La emisora fue fundada en 2004 y desde que el CIRAD comenzó a registrar la audiencia, en 2011, siempre se mantuvo en el primer puesto.

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Su éxito refleja tanto el poder del Estado para difundir su mensaje como la querencia de los marroquíes por el islam. Y eso, a pesar de que en la radio del Corán no tienen cabida ni los salafistas que pregonan la violencia ni los seguidores de Justicia y Espiritualidad, el gran movimiento sufí ilegal aunque tolerado, que no reconoce al rey Mohamed VI como Comendador de los Creyentes o jefe espiritual de los musulmanes marroquíes. A pesar de eso, la influencia de la emisora del Corán es innegable.

La emisora comenzó emitiendo solo varias horas al día, pero desde hace más de un lustro tiene una programación continúa de 24 horas. “Tenemos una gran proyección en Marruecos y se escucha también en el exterior, a través de Internet. No hay que subestimar al público que nos sigue por Internet”, advierte un periodista de la radio y televisión pública que prefiere aparecer en este artículo con las iniciales de su nombre, R.H.

El periodista cree que el hecho de que la emisora tenga tantos oyentes no significa que todos ellos mantengan un compromiso religioso fuerte. “Lo que sí es cierto es que la sociedad marroquí es conservadora, en el buen sentido de la palabra. Un marroquí, por muy moderno que parezca, en el fondo siempre será conservador. Puedes ver a una mujer con minifalda y al cabo de unos años la verás con su velo. Porque para un marroquí es muy sencillo encontrar el camino de Alá”, sostiene R.H.

Tampoco hay que subestimar el mensaje que llega a Marruecos desde Arabia Saudí a través de las emisoras de televisión por satélite. “La radio del Corán nació también para contrarrestar aquella invasión de los canales árabes que se produjo a finales de los noventa”, agrega el periodista de la agencia pública MAP Idris Tekki. “Transmitían una corriente de pensamiento muy radical que no tenía mucha relación con nuestra tradición. Había predicadores egipcios y árabes que eran verdaderas estrellas en Marruecos. Pero su mensaje no tenía mucho que ver con el islam del justo medio, que es como se le llama aquí al nuestro”.

El periodista de la radio del Corán apunta que la emisora tiene predicamento, sobre todo, entre los adultos. “Porque los jóvenes prefieren escuchar música en las emisoras privadas. Pero a ellos también llegamos a través de sus padres. A nosotros nos escuchan muchas amas de casa que quieren educarse religiosamente. Porque hay musulmanes que no saben nada del islam, como los que se van con el Estado Islámico”.

“El Corán me explica muchas cosas que yo no conozco”, comenta Jalima, empleada doméstica en Rabat. “Me enseña a recitar mis oraciones, me muestra cómo he de colocarme el pañuelo sobre la cabeza”. También escuchan la emisora miles de hombres, como el periodista Tekki. “Como musulmán”, explica, “me gusta arrancar el día con la palabra de Dios bien recitada. Eso influye mucho en mi estado anímico. Recitar el Corán es toda una ciencia. Y hacerlo por el rito malekita, el que se practica en Marruecos, exige cumplir unas reglas estrictas y una melodía muy marcada. Esa media hora de Corán por la mañana me viene muy bien”.

En Marruecos no hay televisión privada, solo ocho canales públicos. Y uno de ellos, Assadissa (La Sexta), está consagrado también al Corán, aunque su audiencia dista mucho de ser tan masiva como la de la radio hermana. La estación radial tiene programas sobre educación, la familia y la mujer. Pero en las horas de mayor audiencias, desde las seis de la mañana a la una de la tarde, todo gira en torno al Corán.

En los programas en directo con participación de oyentes no se escuchan voces que no estén “en armonía” con el discurso oficial. “Normalmente”, señala R.H. “los realizadores de los programas conocen a los oyentes que llaman. Somos una radio pública y nuestro discurso no puede ser otro que el oficial”.

En Marruecos hay un Ministerio de Asuntos Religiosos y al menos un Consejo de Ulemas, o doctores en leyes islámicas, por cada municipio. Los ulemas organizan de forma constante actividades en las mezquitas y los colegios. Y la radio informa sobre esa “actualidad”. El engranaje de la maquinaria religiosa del Estado funciona como un reloj.

Sin embargo, aunque la emisora nació para combatir el extremismo, casi no pasa una semana sin que el Ministerio del Interior informe sobre la detención de una supuesta célula terrorista. La policía marroquí tiene identificados a 1.579 yihadistas, de los cuales 758 estarían integrados en el Estado Islámico. “La radio nació con el fin de contribuir a la moderación del islam, no para radicar el extremismo”, señala R.H. “Eso está más allá de las competencias de una radio. Aunque la interpretación que hacen los yihadistas del Corán es totalmente errónea, nadie podrá impedir que algunos jóvenes se sigan sumando a las filas de Daesh (Estado Islámico en árabe) mientras sigan viendo por la tele las injusticias que se cometen en Palestina, Yemen o Irak”.

En cuanto a la moderación del islam, la radio del Corán también tiene sus límites. Digamos que los debates sobre el amor entre personas del mismo sexo, la despenalización de la homosexualidad o las vejaciones que sufren las madres solteras en Marruecos, no tienen muchas opciones de abrirse un hueco en la programación de la mañana.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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