Obama visita un Vietnam bajo control comunista que se acerca a EEUU
Las suspicacias hacia China han acelerado una aproximación gradual a Estados Unidos
El presidente de EEUU, Barack Obama, inicia este sábado un viaje que le lleva a un Vietnam en acelerada transformación y lleno de contradicciones, que se ha acercado gradualmente a su antiguo enemigo mortal. Acaba de celebrar elecciones legislativas pero aún mantiene un régimen comunista. Ha renovado solo hace cuatro meses su jerarquía pero ha prorrogado el mandato de su septuagenario líder del Partido, Nguyen Phu Trong. Su economía va en auge, y está cada vez más abierta al libre mercado, pero aún carece de sindicatos independientes. Es un país joven y conectado, pero que cuenta con un pésimo historial de derechos humanos. Después, Obama viajará a Japón para el G7 y visitar Hiroshima.
El Gobierno comunista vietnamita, en teoría hermanado ideológicamente con el chino, ve con profunda sospecha a su vecino del norte. Aunque China es su principal socio comercial, se disputa con ella la soberanía de las islas Spratly y las Paracel en el mar del Sur de China. Las relaciones entre ambos nunca se han recuperado, pese a una visita de Estado de Xi Jinping a Hanoi en noviembre, después de que en 2014 se enzarzaran en una agria disputa por la presencia de una plataforma petrolera móvil china en aguas que ambos consideran suyas.
En parte por esa suspicacia hacia su gigantesco vecino, Hanoi ha ido estrechando lazos de seguridad con otros países de la zona con los que tradicionalmente había mantenido distancia, desde Japón hasta Australia, pasando por Singapur y Filipinas.
Aperturismo económico con cautela
Los nuevos mandos quieren mantener, con cautela, una apertura económica que ha hecho crecer el PIB más del 7% anual. Como parte de su ingreso en el TPP —que el Banco Mundial calcula que aportará un crecimiento del PIB del 10% en la próxima década—, el Gobierno se comprometió a hacer reformas en los próximos cinco años para permitir el derecho a la asociación sindical.
Ciudades como Ho-chi Minh, la antigua Saigón, son ejemplo de dinamismo. La mitad de este país de 94 millones de habitantes tiene acceso a Internet, y un tercio de la población está conectada a redes sociales como Facebook o Twitter. La inversión extranjera directa creció en 2015 en torno a un 40%.
Pero las reformas son aún incompletas. Las empresas estatales representan aún un peso importante —y una lacra— en la economía. Las diferencias entre la relativa prosperidad urbana y la pobreza rural no dejan de ampliarse.
Pero, sobre todo, ha ido acercándose a EEUU. “La firmeza cada vez mayor de China en el mar del sur ha captado de veras la atención vietnamita y ha impulsado a Vietnam a avanzar probablemente más rápido con EEUU de lo que lo hubiera hecho en otras circunstancias”, afirmaba recientemente Murray Hiebert, experto en el sureste asiático del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) en Washington, en una charla con periodistas.
Estados Unidos es hoy día, con un 17%, el principal destino de las exportaciones vietnamitas. Vietnam es uno de los integrantes del TPP, el tratado de libre comercio del Pacífico formada por 12 países e impulsada por EEUU. Nguyen se convirtió el año pasado en el primer secretario general del Partido Comunista de su país en visitar la Casa Blanca. Hace dos años, Washington ya levantó parcialmente el embargo de armas que aún pende desde la guerra que enfrentó a ambos países hasta 1975. Y Hanoi espera que durante la visita de Obama se anuncie la eliminación completa, aunque la Casa Blanca ya ha indicado que la decisión no está tomada.
Pesa sobre la Casa Blanca el historial del gobierno vietnamita en cuanto a derechos humanos, que Human Rights Watch califica de “terrible”. Los activistas encaran intimidación, violencia física y prisión, la Policía usa torturas para lograr confesiones y el sistema de justicia penal carece de independencia. Los campesinos no reciben una compensación adecuada por la expropiación de sus tierras para proyectos de construcción, y los trabajadores carecen del derecho de asociación, denuncia esta organización. Reporteros Sin Fronteras sitúa a Vietnam en el puesto 175 de un total de 180 países, en cuanto a libertad de prensa.
El Partido Comunista mantiene su rígido control sobre el país, algo que ha quedado de manifiesto este fin de semana con la celebración de comicios legislativos para elegir a 500 diputados. Aunque no era la primera vez que se presentaban candidatos independientes -ya ocurrió en 2011-, sí era la primera ocasión en que el régimen había alentado públicamente a dar ese paso adelante. Pero las esperanzas de una liberalización política se vieron frustradas cuando tan solo admitió finalmente 11 candidaturas de las decenas que querían optar. Y esas 11, según los opositores al gobierno, son figuras cercanas al Partido Comunista, que sigue al frente del país 40 años después de la contienda.
Aunque desde el pasado enero, cuando el partido prorrogó el mandato de Nguyen para otros cinco años, la cúpula ha emprendido una transformación que Christian Lewis, de la consultora de análisis de riesgo Eurasia Group, califica en una nota de “drástica”. Ha ampliado el Politburó de 16 a 19 integrantes, de los que 12 son nuevos miembros. De los más de 200 miembros del Comité Central, aproximadamente la mitad se ha retirado debido a su avanzada edad y han llegado caras nuevas. Han cambiado el presidente, el primer ministro y la presidenta del Legislativo. “El poder está relativamente equilibrado entre la élite, sin que ningún político tenga sustancialmente más poder dentro del Comité Central que ningún otro”, señala Lewis.
Los nuevos mandos han señalado que quieren continuar adelante, aunque con cautela, con una apertura económica que ha hecho crecer el PIB por encima del 7% anual. Como parte de su ingreso en el TPP -que el Banco Mundial calcula que aportará un crecimiento del PIB del 10% en la próxima década-, el Gobierno vietnamita se había comprometido ya a acometer reformas a lo largo de los próximos cinco años para permitir el derecho a la asociación sindical.
Ciudades como Ho-chi Mih, la antigua Saigón, son hoy un ejemplo de dinamismo. La mitad de este país de 94 millones de habitantes tiene acceso a Internet, y un tercio de la población está conectada a redes sociales como Facebook o Twitter. La inversión extranjera directa creció el año pasado en torno a un 40%.
Pero las reformas son aún incompletas. Las empresas estatales, como en el gigante vecino, representan aún un peso importante -y una lacra- en la economía. Las diferencias entre la relativa prosperidad urbana y la pobreza rural no dejan de ampliarse. Y la “cautela” de la que ha hablado el primer ministro Nguyen Xuan Phuc no hace pensar que vayan a acometerse medidas drásticas contra estos problemas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.