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El nuevo presidente del Parlamento de Brasil juega a dos barajas y está acusado de corrupción

Waldir Maranhão, responsable por dejar en suspenso el ‘impeachment’ de Rousseff, tiene misteriosas alianzas con Gobierno y oposición

Raquel Seco

“Os sorprenderéis conmigo”, dijo Waldir Maranhão al resto de diputados la semana pasada, al heredar la presidencia del Parlamento de Brasil tras la suspensión de su polémico predecesor, Eduardo Cunha. Cumplió la promesa recogida por medios brasileños apenas días después, con un fin de semana de por medio: este lunes, dejó en suspenso el proceso de destitución contra Dilma Rousseff, que ya estaba a punto de apartar a la presidenta de su cargo.

El presidente interino del Parlamento brasileño, Waldir Maranhão.
El presidente interino del Parlamento brasileño, Waldir Maranhão. Geraldo Magela (Agência Senado)

El responsable del último giro inesperado en esta imprevisible crisis política no está libre de polémicas. Este domingo, uno de los implicados en el caso Petrobras lo acusó de beneficiarse de sobornos en la trama corrupta que desangró millones de la petrolera estatal. El delator, Alberto Yousseff, uno de los personajes principales en el gran escándalo de corrupción de Brasil, asegura que Maranhão pasaba de vez en cuando por su oficina en São Paulo para recibir comisiones de procedencia irregular.

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Maranhão, veterinario de formación, forma parte del Partido Popular (PP), una formación conservadora y religiosa con 47 diputados en el Parlamento (513 asientos en total). Su postura respecto a Cunha y al Gobierno es ambivalente. Ha sido acusado de beneficiarlo en la Comisión de Ética, un grupo de diputados que estudia las cuentas ocultas de su familia. En abril, consiguió limitar la investigación sobre Cunha a la mera existencia de cuentas bancarias secretas en el extranjero, y dejó fuera de la Comisión el supuesto origen ilegal del dinero.

El pasado 5 de mayo, cuando el presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, fue alejado del cargo por la Suprema Corte, Maranhão tuvo que asumir su puesto repentinamente. Pidió, entonces "dos minutos" para "hablar con Dios" sobre el asunto. Semanas antes, en el día 17 de abril, cuando el Parlamento decidía si dar luz verde a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, el diputado votó en contra del impeachment, al revés que la inmensa mayoría de su partido. Los medios brasileños aseguran que, más que por inspiración divina, lo hizo por influencia del gobernador del Estado de Maranhão, Flavio Dino, del Partido Comunista de Brasil y fiel escudero de Rousseff. Según fuentes próximas al Gobierno, se trató de un intercambio de favores. A cambio de apoyar a la presidenta, tendrá un asiento en el Senado en las próximas elecciones. Pero, al votar contra el impeachment de Rousseff, insistió en su lealtad a Cunha. "Quiero decir, mi presidente querido, que seguiré siendo leal a usted como presidente de esta Casa", declaró. Ahora ha trascendido que, el viernes, un día después de asumir la presidencia interina del Parlamento, ambos políticos se reunieron.

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Sobre la firma

Raquel Seco
Periodista en EL PAÍS desde 2011, trabaja en la sección sobre derechos humanos y desarrollo sostenible Planeta Futuro. Antes editó en el suplemento IDEAS, coordinó el equipo de redes sociales del diario y la redacción 'online' de Brasil y trabajó en la redacción de México.

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