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Un conflicto convertido en la mayor trampa para informadores

El país árabe concentra la mitad de los secuestros de periodistas en el mundo

Juan Carlos Sanz
La ciudad siria de Kilis, este sábado tras un bombardeo.
La ciudad siria de Kilis, este sábado tras un bombardeo.I. AKENGIN (AFP)

Tras más de un lustro de hostilidades, la guerra de Siria ha causado más de 270.000 muertos y una de las más graves crisis de refugiados en Europa. Pero el conflicto también se ha convertido en una de las mayores trampas para los informadores internacionales que intentan cubrirlo. De los 54 periodistas secuestrados en todo el mundo que la organización Reporteros sin Fronteras (RSF) tenía contabilizados a finales del año pasado, 26 habían sido capturados en el país asiático.

Los freelance españoles Antonio Pampliega, Ángel Sastre y José Manuel López —el primero de ellos, colaborador de EL PAÍS— fueron interceptados por un grupo armado rebelde a mediados de julio de 2015 en la ciudad de Alepo (norte del país), dividida desde 2012 entre las fuerzas del régimen de Bachar el Asad y las milicias de la oposición. El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, una ONG que cuenta con una amplia red de importantes sobre el terreno, aseguró entonces que los tres reporteros habían sido vistos por última vez en la parte antigua de Alepo, en una zona situada bajo control de las tropas opositoras, donde fueron capturados por combatientes del Frente al Nusra, la filial siria de Al Qaeda. Su cautiverio ha seguido los pasos de los también españoles Marc Marginedas, de El Periódico; Javier Espinosa, de El Mundo, y del fotógrafo Ricardo García Vilanova, que permanecieron secuestrados en el país árabe entre septiembre de 2013 y marzo de 2014.

Epicentro de la guerra Alepo, la principal urbe del norte de Siria, se ha convertido en el epicentro de la guerra en los últimos meses. Los combates que han librado el Ejercito y las milicias rebeldes por su control han bloqueado el proceso de negociaciones de paz iniciado en enero en Ginebra bajo los auspicios de la ONU tras el alto el fuego acordado a finales de febrero.

Desde el 22 de abril hasta el pasado jueves la ciudad ha vivido uno de las batallas más intensas del la guerra siria, que estalló en marzo de 2001 tras una ola de revueltas contra el presidente El Asad. Más de 300 civiles perdieron la vida en la última ofensiva, en la que los contendientes llegaron a atacar un hospital en zona rebelde y una maternidad en zona gubernamental.

El Frente Al Nusra está excluido de la tregua. Estados Unidos, que respalda a los rebeldes, y Rusia, que apoya abiertamente al régimen, pactaron semana pasada un cese de hostilidades temporal, que se ha prorrogado en principio hasta la medianoche del próximo lunes. Después de que callaran las armas, los servicios de defensa civil locales han asegurado a la agencia France Presse que los ciudadanos han vuelto salir de sus casas tras dos semanas de combates y la ciudad ha comenzado a recuperar una cierta normalidad.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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