El sutil mensaje de cercanía y confianza de la reina nonagenaria
Isabel II cumple 90 años en la cima de su popularidad
Isabel II es desde ayer en la primera monarca nonagenaria de la historia de Inglaterra. Un record que se añade al que arrebató en septiembre del año pasado a su tatarabuela Victoria al convertirse en la persona que durante más años, un total de 63 y subiendo, ha reinado el país.
Los actos públicos de ayer fueron de un perfil relativamente bajo: la celebración oficial del cumpleaños tendrá lugar en junio y con 90 años, aunque goce de una envidiable salud, la reina tampoco está para muchos trotes. Pero una sucesión de gestos cuidadosamente orquestados sirvió para transmitir esa sensación de calculada cercanía, combinado con un mensaje de confianza en la solidez de la institución, que tan bien ha sabido encarnar Isabel II desde su coronación en 1953.
La cercanía la aportaron las fotografías de Annie Leibovitz, difundidas ayer por el palacio de Buckingham, en las que se veía a la reina rodeada de sus cinco bisnietos y sus dos nietos más jóvenes. Y el encargado de difundir el mensaje de confianza en la institución fue el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión, que tomó la iniciativa en una entrevista televisiva ante las criticas recientes por su escasa dedicación a sus tareas oficiales después del nacimiento de Charlotte, la pequeña de sus dos hijos. “Me tomo muy en serio mis responsabilidades”, aseguró el duque de Cambridge, que quiso despejar dudas acerca de su disposición a “asumir las funciones” que vaya delegando en él la reina. El primer ministro y el líder de la oposición, republicano confeso, se sumaron a la coreografía con sendos elogios a su real figura.
Pocos dudan que Isabel II, una persona que no nació para reinar, ha desempeñado casi a la perfección el papel reservado al jefe de Estado en una monarquía parlamentaria. La reina cumple 90 años con los índices de popularidad más altos de los que ha gozado nunca la institución, una aprobación muy superior a la de cualquier líder político. Un 76% de los británicos, según una encuesta reciente, se declaran satisfechos con la corona. Y ahí radica el principal éxito de Isabel II.
Con un príncipe heredero cerca de los 70 años, que se convertiría en la de más edad jamás coronada, y una línea de sucesión directa que alcanza dos puestos más, la continuidad de la monarquía británica, al menos en términos biológicos, parece garantizada. En unos tiempos en que hasta los papas se jubilan, en Buckingham nadie quiere oír hablar de abdicación. El reto está ahora en comprobar si sus herederos serán capaces de interpretar ese papel como ella y mantener alejado el debate que la reina ha logrado casi desterrar de un país tan diferente a aquel en cuyo trono se sentó hace 63 años.
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