Xiao añora el lujo del hombre casado
Zhang ha tenido dos relaciones amorosas con hombres casados. Y ahora no sabe qué hacer
Xiao Zhang -solo quiere ser identificada por este nombre genérico en China- tiene 37 años y afronta un dilema: no sabe si casarse con su novio actual, un buen chico pero con unas perspectivas económicas modestas, o buscarse otro hombre que le proporcione un mayor nivel de vida aunque ya tenga esposa. Sus relaciones previas fueron con casados de clase acomodada y ahora admite que echa de menos el lujo: “sí, me sentí utilizada por ellos, pero viajar en Mercedes es agradable. Y no tengo claro que vaya a encontrar la estabilidad viajando en un ciclomotor”.
Zhang nació en un pequeño pueblo de Hunan, una provincia del sur de China. Emigró en cuanto pudo, como muchas otras muchachas de su generación, en busca de nuevas oportunidades en el próspero este del país. Llegó a Shanghái y empezó a trabajar de lo que podía, todo tipo de empleos que no exigían gran formación pero con lo que siempre tenía que contar los céntimos. Tras una primera relación que no funcionó -“aquel novio era demasiado machista”- y mientras trabajaba en un restaurante, conoció a un hombre de negocios taiwanés.
La relación duró tres años, durante los cuales el empresario la introdujo a un nivel de vida que ella con su sueldo no podía permitirse. “Yo no sabía que estaba casado, y me enamoré hasta las cejas. Luego un amigo me dijo que tenía mujer, pero yo no podía dejarlo. Al final su esposa se enteró y vino a buscarme, me quería pegar, mi novio me intentó proteger… Fue muy desagradable”.
Según asegura, el hombre llegó a pedir el divorcio a su esposa, pero la mujer se negó de pleno. “Me di cuenta que aquello no conducía a nada, y dejamos la relación de mutuo acuerdo. Él me dio un poco de dinero y rompimos”.
Un año más tarde conoció a otro hombre casado, un amigo de su hermano. “Éste también al principio se hizo pasar por soltero, pero a los tres meses ya me había dado cuenta de que de eso nada… Duramos un año, él era muy tacaño. Me pasaba una ayuda económica, sí, pero me limitaba los gastos mensuales”.
La historia concluyó cuando la madre de su amante la llamó por teléfono. “Me amenazó. Me dijo que su hijo nunca se divorciaría para casarse conmigo, y que aunque lo hiciera a mi nunca me aceptarían en su familia, me harían la vida imposible”, cuenta. La relación aún continuó unos tres meses más, pero ella acabó poniéndole fin, dice: “ese hombre me decepciono mucho”.
Zhang no ha hablado con su novio actual de sus dudas: “¡Se terminaría la relación, desde luego! Y no sé si es lo que quiero. Quiero casarme … el problema es que no sé si quiero un don nadie”.
Aunque en ambas relaciones con casados se sintió “muy herida”, reconoce que si volviera a surgirle la oportunidad de una aventura similar “es posible que volviera a caer. Por mí misma no voy a encontrar un trabajo muy bien pagado, pero quiero vivir mejor ¿Aprender un oficio? Lo he pensado, pero no lo tengo claro… Sí, desde luego si se me presentara la oportunidad de una relación con alguien casado pero que tuviera dinero quizás volvería a ser una xiaosan”.
Cuando mira atrás, asegura, “no me siento culpable o avergonzada de aquellas relaciones. Yo no engañé a nadie, pero ellos sí, me engañaron a mi y a sus esposas, me utilizaron. Los que deben sentirse culpables son ellos”.
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