El aeropuerto de Bruselas tardará meses en recuperar la normalidad
No hay fecha para la reapertura de Zaventem, que empezará operando al 20% de su capacidad
El aeropuerto de Bruselas-Zaventem, el principal de Bélgica y uno de los mayores de la UE en vuelos y conexiones, tardará meses en recuperar la normalidad. Aún no hay fecha de apertura para el aeródromo, cerrado desde los ataques del 22 de marzo que mataron allí al menos a 14 personas, pero cuando reabra lo hará al 20% de su capacidad. Mientras, las aerolíneas se han visto obligadas a cancelar cientos de vuelos y a desviar otros a aeropuertos más pequeños o fuera de Bélgica. La empresa gestora de Zaventem y las compañías aéreas reconocen que las pérdidas económicas derivadas del cierre serán enormes.
Cada año, unos 22 millones de viajeros transitan por Bruselas-Zaventem, que registraba a unos 5.000 pasajeros por hora. Cuando reabra, sólo podrá absorber a 800, como han reconocido fuentes de Brussels Airport Company. Aunque, según los técnicos, la estructura del edificio no ha resultado dañada por los atentados, los dos kamikazes se hicieron estallar en la zona de facturación y destruyeron un buen número de mostradores e instalaciones de acogida de maletas. Servicios que, por el momento, han sido reemplazados por una estructura prefabricada.
Mientras Zaventem permanece cerrado, otro de los aeródromos del país, el de Charleroi, a 46 kilómetros de Bruselas, está al completo. Allí, decenas de personas se agolpaban el lunes para recoger sus maletas de una de las cuatro cintas transportadoras previas a la salida. Stéphanie Courone, que ha llegado de Milán, se afana por conseguir un carrito para llevar sus bultos. No hay, los equipos de seguridad los han retirado todos. “Tenía un vuelo con Alitalia a Zaventem, pero lo he aplazado y he decidido comprar otro billete”, dice la joven de 25 años, que estudia en Milán y llega a Bélgica para visitar a sus padres. Sólo el lunes, más de 35.000 viajeros pasaron por Charleroi, utilizado normalmente por aerolíneas de bajo coste como Ryanair y que ha registrado un récord de afluencia.
A la salida del pequeño aeropuerto, Carlos Álvarez, que ha aterrizado desde Madrid, se queja del descontrol y de la falta de información. Trata de encontrar el mostrador para comprar un billete de autobús que le lleve a Bruselas. La cola para los autocares que cada 30 minutos conectan la estación de Midi con Charleroi es grande y no se ven taxis. Ni regulares ni colectivos que, por unos 15 euros –casi como el autobús—, recorren la hora de camino a la capital. Pese a la aparente saturación, fuentes del aeropuerto de Charleroi aseguran que el aeródromo todavía no está operando al 100% de su capacidad y que puede seguir absorbiendo vuelos.
Medidas de seguridad
Este martes, 800 voluntarios del personal del aeropuerto han realizado un ejercicio de simulación para probar las nuevas instalaciones temporales de Zaventem. Sin embargo, las autoridades aún no han puesto una fecha concreta para su apertura. Las previsiones van casi día a día, y Brussels Airport ha informado en la tarde de este martes en Internet que tampoco abrirá el miércoles.
The airport will also be closed for passenger flights into and out of #brusselsairport tomorrow Wednesday 30 March.
— Brussels Airport (@BrusselsAirport) March 29, 2016
El aeropuerto tampoco ha anunciado sistemas de control adicionales que, indican, deberían ser aprobados por el Ejecutivo. Una reclamación de la policía destacada en el aeródromo, que ya días antes de los ataques se quejaban de la falta de personal. La policía, de hecho, amaga con ir a la huelga si las medidas de seguridad de Zaventem no se revisan y se amplían. Exigen que se instale una criba de seguridad a la entrada del aeródromo y que ningún vehículo pueda adentrarse en un radio inferior a 100 metros de la zona donde se realiza el embarque.
Aunque el aeropuerto y las aerolíneas aún no han analizado a cuánto ascienden las pérdidas económicas de la clausura, una portavoz de Brussels Airlines reconoce que el impacto será “muy grande”. Esta compañía está operando el 40% de sus vuelos, desviándolos a otros aeropuertos, principalmente a Zúrich y Frankfurt, pero también a Amberes y a Lieja.
Dragana Mileusnic, por ejemplo, ha llegado a Bruselas vía Ámsterdam. La compañía con la que volaba, Air Serbia, desvió su vuelo a Holanda y desde allí ha tenido que tomar el tren con un billete que le ha proporcionado la aerolínea. Esta joven, que trabaja en una ONG medioambiental europea, critica la falta de control de los pasajeros y de medidas de seguridad en los trenes.
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