“No se puede juzgar la violencia de la policía de forma aislada”
El jefe de la policía de Milwaukee, una de las ciudades donde más ha subido el número de homicidios, alerta contra la pobreza y la proliferación de las armas como causas de la violencia
Milwaukee, la ciudad más poblada del estado norteño de Wisconsin, con casi 600.000 habitantes, es una de las poblaciones de Estados Unidos donde más aumentó el número de homicidios en 2015, un año especialmente sangriento en muchas ciudades estadounidenses. Hubo 145 casos, una cifra que no se sufría desde 1993 y que supone un incremento del 69% respecto a 2014. Para Edward Flynn, jefe de la policía de la ciudad desde hace ocho años, la proliferación de armas en el conjunto del país está detrás del repunte de las muertes violentas.
“No hay intención política para afrontar la proliferación de armas de fuego en este país, las leyes no son bastante fuertes a la hora de castigar los delitos relacionados con ellas”, afirma Flynn en una sala de las dependencias policiales. El departamento tiene un detallado informe de los homicidios del año pasado: más del 80% de las víctimas tenía algún tipo de antecedente criminal, ocurrieron en zonas pobres y sobre todo a jóvenes de entre 17 a 29 años, la mayoría de raza negra.
Milwaukee tiene a un 30% de la población en situación de pobreza y una media de 40 familias son desahuciadas de sus casas cada día, según los cálculos de Mathew Demond, un profesor de Harvard que acaba de publicar un libro sobre los efectos sociales de los desalojos de las viviendas, en base a un estudio de la ciudad.
“Tenemos el desempleo, pobreza, y también cada vez incautamos más armas a delicuentes”. El año pasado, apunta, la ciudad de Milwaukee incautó 1.000 armas de fuego menos que en Nueva York. “Pero ellos son ocho millones de habitantes y nosotros 600.000, no tiene sentido”, recalca.
El jefe de la policía critica que la ley que en el estado de Wisconsin permite a los ciudadanos portar armas no ha ido acompañada de penas más duras para los que delinquen con ellas. “Además, por la forma en que se ha redactado, un criminal que no ha sido condenado por delitos graves pero sí arrestado varias veces puede llevar ese arma. Hay ocasiones en las que alguien es detenido por un crimen grave, pero para evitar el juicio acepta una pena por delito leve, y también puede llevar un arma legalmente”, añade Flynn.
En el repunte de homicidios que han vivido otras ciudades del tamaño de Milwaukee, como Baltimore o St Louis, algunos analistas citan un llamado “efecto Ferguson”, en referencia a la oleada de críticas contra la policía tras la muerte de un joven negro desarmado, tiroteado por un agente, en esa ciudad de Misuri en 2014. Esta hipótesis sugiere que los agentes han bajado la guardia en su trabajo como reacción a los ataques.
El jefe de la policía de Milwaukee discrepa de que ocurra ese efecto Ferguson, aunque sí apunta que las intervenciones de los agentes son retados con más frecuencia ahora en sus intervenciones. Tras el caso Ferguson, varios vídeos de policías actuando de forma brutal han causado estupor en Estados Unidos y puesto a los cuerpos de seguridad en el ojo del huracán. Flynn reclama que se diferencie bien entre los agentes que cometen errores y los que cometen abusos. Además, critica el “oportunismo político” que, a su juicio, ha tenido lugar en muchos casos. “Es mucho más fácil eso que lidiar con el desempleo o los problemas de pobreza”, lamenta.
“Se está juzgando como un fenómeno aislado, cuando la cuestión es que estamos ejerciendo en la sociedad industrial más violentamente armada que existe en la Tierra… Nadie se nos acerca. ¿Qué país europeo tiene 13.000 homicidios al año? ¿Qué país europeo tiene 300 millones de armas de fuego en manos privadas?”, se pregunta. “Ha habido seis vídeos en dos años que han dado la vuelta a América y hay 800.000 agentes de policía en este país, lo que no significa que no tengamos a tipos que hagan las cosas mal”, apunta.
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