Los belgas evocan a las víctimas de los atentados en una emotiva misa
Representantes religiosos homenajearon juntos a los fallecidos en los atentados terroristas
Representantes musulmanes, judíos y de iglesias cristianas homenajearon juntos este lunes en la catedral de la capital belga a los fallecidos en los atentados terroristas. Equipos de emergencia, de seguridad y personal del aeropuerto recibieron el reconocimiento de los presentes al desfilar juntos en una celebración a la que asistieron algunos heridos y cuyo mensaje principal fue claro: ninguna religión justifica el uso de la violencia.
Bruselas olvidó este lunes por unos instantes los cruces de acusaciones, la búsqueda de responsabilidades y el ruido político para sumirse en el recogimiento. En la catedral, completamente llena, alumbrada por decenas de velas, algunos heridos recibían el abrazo de autoridades religiosas o compañeros de trabajo en una ceremonia ecuménica que se convirtió en un alegato contra el odio.
Antes de su comienzo, el representante de los judíos belgas, Philippe Markiewicz, advertía del riesgo de la estigmatización: “Aunque una minoría de los musulmanes actúe contra la ley y la moral, no podemos condenar a toda la comunidad porque la mayoría es, sin duda, honorable”, defendió.
La misa empezó con el desfile hacia el altar de representantes religiosos, policías, personal de seguridad, trabajadores del aeropuerto, de Cruz Roja y heridos. Allí depositaron velas. Unos metros más allá, desde sus asientos, decenas de compañeros contemplaban la escena. Una de ellas era Maite González Gutiérrez, de 22 años y abuelos españoles, como delatan sus apellidos. Estaba pero podía no haber llegado. El día que atentaron en el aeropuerto tenía vacaciones en la compañía Swissport, donde trabaja facturando maletas y en el embarque de pasajeros. "Me desperté porque todo el mundo me llamaba. Cinco compañeros están heridos. Uno perdió un dedo, otro tiene quemaduras y a otro le han amputado una pierna", contó con rostro serio.
En medio de la misa, la catedral al completo guardó cinco minutos de silencio por las víctimas. Un silencio sepulcral de rostros cabizbajos, ojos cerrados y manos entrelazadas que dejaba oír el viento fuera del edificio.
Junto a representantes cristianos, tomaron la palabra judíos y musulmanes como Kammar Takkar, que subió al altar portando velo: “Quiero terminar con palabras de esperanza aunque sé que hoy es difícil. Continuaré creyendo incluso si todo el mundo pierde la esperanza”. Pero era también la misa del pueblo belga, y entre ellos, sentado al final de la catedral, destacaba por su altura Jean Toni Dgate, congoleño de 60 años, "Hace 45 años que vivo aquí y nunca he visto una violencia similar. Es el fin de un sueño" señaló al final de la misa desconsolado, con una lágrima rodando por la mejilla.
El aplauso del pueblo de Bruselas a una ceremonia por la paz
Entre los asistentes a la misa en recuerdo de las víctimas se mezclaban personas de todas las religiones y razas. Ese espíritu lo recogía Lidie Boxus, bruselense de 75 años. No conocía a ningún afectado y acudía como simple ciudadana: “Queremos estar unidos sin importar la nacionalidad o la religión”. Algunos, como el sacerdote Michel Cristians, de 55 años, recordaban también a otras víctimas. “Vengo a rezar por los fallecidos en Bruselas pero también por los muertos en Pakistán, Siria o Irak, de las que no siempre se habla lo suficiente”. Al finalizar el acto, un espontáneo y prolongado aplauso acompañó la marcha de heridos y equipos de emergencia y seguridad, visiblemente emocionados.
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