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ASCANIO CAVALLO | Coordinador de comunicaciones chileno ante la demanda marítima

“Evo Morales no es más indígena que cualquier chileno"

El periodista coordina la comunicación del gobierno de Chile frente a la demanda de Bolivia de obtener una salida al mar

Rocío Montes
Ascanio Cavallo, coordinador chileno por la demanda marítima.
Ascanio Cavallo, coordinador chileno por la demanda marítima.Sebastián Utreras

El periodista Ascanio Cavallo, reconocido investigador de la transición chilena, encabeza desde octubre el equipo de comunicaciones de Chile por la demanda marítima boliviana, uno de los conflictos bilaterales más calientes de América Latina. Sucedió 20 días después del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que se declaró competente y desestimó la objeción preliminar chilena por 14 votos contra dos. Desde ese momento, Cavallo dejó de escribir su columna política de los domingos, suspendió los comentarios en la radio y congeló su trabajo en la empresa de comunicaciones Tironi y Asociados, de donde es socio director. Actualmente, está dedicado de lleno a este caso que hace cinco meses entró en una fase distinta. Si hasta entonces la línea chilena estaba centrada sobre todo en una dimensión jurídica, la política y la comunicación comenzaron a tener una relevancia mucho mayor. A pocos días del festejo del Día del Mar boliviano, el 23 de marzo, Cavallo indica que “a Chile le interesa desmontar todos los elementos emocionales de este caso, aunque resulte difícil”.

Pregunta. ¿Por qué resulta tan complicado?

Respuesta. Porque tenemos al frente a alguien que constantemente apela a las emociones, el presidente Evo Morales.

P. ¿Qué conclusiones sacó Chile de la derrota de Morales en el referéndum?

Morales siempre ha querido personalizar la demanda boliviana al plantear que sin él, Bolivia no se va a acercar al mar Ascanio Cavallo

R. La demanda marítima, que fue usada como un recurso electoral, no funcionó. Morales siempre ha querido personalizar la demanda boliviana al plantear que sin él, Bolivia no se va a acercar al mar. Y era una de sus principales armas también para este referéndum: resulta necesario prolongar el mandato para seguir la demanda con éxito. Le dijeron que no.

P. Aunque todavía faltan cerca de dos años para que la Corte tenga una sentencia, a los chilenos les sentó muy mal el fallo de La Haya de octubre...

R. Lo que realmente inquieta a Chile es que el fallo haya sido agitado como un triunfo en Bolivia. Mirar el desarrollo de estos juicios en términos de triunfo o derrota no es el camino para llegar a un acuerdo. Chile quiere salirse de esa lógica y no es fácil, porque está bajo esa agresión casi a diario.

P. ¿Es imposible una negociación que implique soberanía?

R. Bolivia nunca ha dicho con exactitud lo que quiere de Chile. Nunca. Dice que quiere salida soberana al Pacífico, pero ni siquiera ha definido lo que entiende por soberanía. La demanda boliviana es líquida: una construcción intelectual hecha para evitar aquellos aspectos en que la Corte tendría que decir que no. Hacia dentro de Bolivia, sin embargo, deja de ser líquida. Evo Morales y su Gobierno han dicho que la demanda ante La Haya es el camino por el cual Bolivia va a recuperar el acceso al mar. Con una ambigüedad máxima que va desde que se podrían recuperar los territorios perdidos en la guerra del Pacífico hasta que se va a tener playas y puertos. Morales ha creado expectativas que no se van a cumplir de ninguna manera, exaltando los sentimientos nacionalistas. Esto es muy peligroso.

P. ¿Qué ocurre en Chile?

R. La campaña boliviana ha tenido un efecto muy dramático en Chile. Los estudios de opinión de hace algunos años mostraban que había simpatía por el pueblo boliviano. Y la campaña retórica ha deteriorado esto de forma impresionante, porque la opinión pública se ha endurecido. Actualmente, cerca de un 90% de los chilenos piensa que no hay que ceder nada y un porcentaje altísimo cree que ni siquiera hay que conversar. Los chilenos se están poniendo fuertemente antibolivianos y creo que los bolivianos se han puesto antichilenos también. Nosotros no podemos alimentar ese fuego.

P. ¿Acepta que Morales ha logrado que Bolivia tenga una cierta presencia en el mapa mundial que antes no tenía?

R. Evo Morales tenía simpatías per se. Ha hecho una muy buena puesta en escena del indigenismo, aun cuando él no es indígena. O por decirlo de otra forma: Morales no es más indígena que cualquier chileno, porque somos todos medio mestizos. En esto se aprovecha de que el mundo conoce poco de Latinoamérica. Todo lo que parece originario tiene muy buena prensa, resulta atractivo. Esto le ha permitido seguir una estrategia de victimización, al señalar que Bolivia está en estado de subdesarrollo porque no tiene salida al mar. Eso es completamente falso. El subdesarrollo de Bolivia no se explica por no tener mar, sino por su inestabilidad institucional. Hoy Bolivia ocupa el puerto chileno de Arica en condiciones que no tiene ningún otro país mediterráneo.

P. ¿Qué condiciones?

R. Tiene libertad total de tránsito, no paga impuestos, puede dejar sus productos por meses sin pagar nada, a diferencia de las propias empresas chilenas. Puede tener agencias aduaneras, algo inusual en países que tienen salida al mar de este tipo. El 80% de sus exportaciones sale de la ciudad chilena de Arica y, además, el 80% del puerto de Arica está dedicado a Bolivia.

P. Bolivia siempre ha atacado la legitimidad del Tratado de 1904.

R. A pesar de la imagen que tiene, Bolivia ha tenido guerras con todos sus vecinos. Y ha perdido territorios con todos. Cuando a comienzos del siglo XX el país se había achicado a la mitad, comenzó a llegar a acuerdos para salir del hoyo en que estaba. Y los propios políticos bolivianos de la época propusieron a Chile el texto de 1904. Veinticinco años después de terminada la guerra, fue propuesto por los bolivianos casi como “ponga la firma”.

P. En este texto renunciaba a sus territorios marítimos a perpetuidad a cambio de libre tránsito.

R. Pero no solo eso. Consistía en compensaciones económicas, obtener vías de transporte como ferrocarriles y garantías de salida al océano. A Bolivia le importaba mucho más tener acceso al Pacífico para exportar sus productos que tener costa. Por lo tanto, el Tratado de 1904 fue una solución para el Gobierno boliviano en ese momento. Otra cosa es que generaciones posteriores lo rechazaran.

P. ¿Chile resiente los apoyos internacionales que ahora ha logrado Bolivia?

R. Morales ha utilizado muchas exageraciones respecto de los supuestos apoyos internacionales. En algunos casos, exageraciones de las que sabemos que son mentiras, como el supuesto apoyo de Irán, Turkmenistán y de Vladimir Putin. O la significación que les dio a las palabras más bien gentiles del presidente Hollande y la canciller Merkel. Él ha dado un uso publicitario a eso que, por un lado, es difícil de contrarrestar y, por otro, Chile no podría copiar como estilo. Yo no puedo pedirle a mi presidenta que diga algo que no fue verdad.

P. El Papa Francisco pidió diálogo entre ambos países.

R. Es el mínimo, ¿no? Es muy difícil que alguien al que le piden un gesto de apoyo no solicite al menos que conversemos. En cualquier caso, sospecho que algunas de las giras que hizo Morales en el pasado, después de lo que ha ocurrido en los últimos meses, ya no las podría hacer. Esto es un tema bilateral en el que no tienen que intervenir terceros porque, cuando eso ocurre, esto se tiende a envenenar más.

P. En el último cuarto de siglo, ¿se ha estado cerca de llegar a un acuerdo?

R. Sí, varias veces, aunque siempre sin cesión de soberanía. Pero siempre se ha enredado por razones internas. Todas las propuestas de Chile han fracasado por el maximalismo boliviano. Chile ofrece algo y Bolivia quiere el triple. Ha querido usar en contra de Chile su gas, su petróleo, su posición geográfica. Nunca ha terminado de entender que un acuerdo no se puede construir sobre la base de la imposición o el chantaje.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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