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Ocho años de cárcel para el triple espía alemán acusado de traición

Reichel entregó información a los servicios secretos de EE UU y de Rusia por 95.000 euros

Markus R., este jueves durante su juicio en Múnich (Alemania).
Markus R., este jueves durante su juicio en Múnich (Alemania). Sven Hoppe (efe)

El tribunal de Múnich ha condenado este jueves a ocho años de prisión al antiguo espía alemán Markus Reichel, acusado de “traición a la patria” y revelación de secretos oficiales por entregar información a los servicios de inteligencia de Estados Unidos y Rusia. El exfuncionario confesó durante el juicio que había decidido convertirse, primero, en un topo de la CIA y, posteriormente, de los rusos, para “experimentar algo emocionante”.

Reichel, de 32 años, fue descubierto por casualidad a mediados de 2014, cuando un equipo de espías alemanes detectó un correo electrónico dirigido al consulado ruso en Múnich en una operación de rutina. El topo ofrecía en el mensaje sus servicios a cambio de dinero.

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El agente fue detenido ese mismo año y no tuvo reparos en confesar los delitos cometidos a lo largo de seis años de espionaje para la CIA. Entre 2008 y 2014, Reichel entregó a los norteamericanos más de 200 documentos con información clasificada, incluidos archivos del Servicio de Inteligencia Alemán (BND) que contenían los nombres y los alias de sus espías en el extranjero. A cambio, recibió 95.000 euros.

Durante el juicio, que comenzó la semana pasada en la Audiencia territorial de Múnich, el acusado admitió que había decidido convertirse en un topo de la CIA porque necesitaba dinero y se sentía aburrido con el trabajo que hacía la sede del BND en Pullach. “Nadie me confiaba nada en el BND. Con la CIA fue diferente”, afirmó Reichel en el proceso. “Ellos me ofrecieron una aventura, pero también reconocimiento. Mentiría si dijera que eso no me gustaba. Yo quería hacer algo nuevo, experimentar algo diferente”, aseguró.

La detención del exfuncionario generó una crisis en las relaciones entre Berlín y Washington. Se produjo en medio de las revelaciones que aportó el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad, Edward Snowden, que dejaron al descubierto el trabajo sistemático de espionaje de la agencia estadounidense en territorio germano. En una inédita decisión, el Gobierno alemán pidió en ese entonces al jefe de los servicios de inteligencia de la embajada de Estados Unidos en Berlín que abandonara el país.

“Tenemos muchos problemas y deberíamos centrarnos en las cosas más importantes”, declaró Angela Merkel en esa ocasión, en un intento de normalizar las relaciones entre ambos países. “La guerra fría ha concluido y en estos tiempos lo decisivo es mantener la confianza entre aliados que comparten los mismos valores”, agregó la canciller.

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