Los candidatos demócratas y republicanos apuntan a los extremos
Sus propuestas están marcadas a izquierda de los demócratas y la derecha republicana
El inicio de la campaña electoral estadounidense ha estado marcado por los extremos. Los candidatos republicanos han recuperado algunas de las propuestas más extremas defendidas en los últimos años, desde su arriesgada oposición a la reforma migratoria hasta la limitación de derechos o la anulación de una reforma sanitaria consolidada entre la población. En el bando demócrata, Hillary Clinton y Bernie Sanders apuestan por medidas mucho más progresistas que las acometidas por Barack Obama. Repasamos cómo han cambiado los dos partidos.
El partido republicano culmina su giro a la derecha
Cuando la gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, dio un toque de atención a las “voces enfadadas” de su Partido Republicano, a las que pidió “bajar un poco el volumen” retórico, el establishment conservador y su base electoral más moderada dieron un suspiro de alivio. Al fin una voz fuerte del partido que ansía recuperar la Casa Blanca se atrevía a pedir algo de moderación a la decena de candidatos presidenciales que han hecho de la ira su hoja de ruta electoral.
El alivio duró poco. Dos días después de las palabras de Haley, la republicana conciliadora elegida para dar la réplica al último discurso sobre el estado de la Unión del presidente Barack Obama, los aspirantes republicanos volvían a blandir el discurso catastrofista, iracundo y ultraconservador —menos gobierno, oposición frontal al aborto, deportación de inmigrantes indocumentados, portazo a los refugiados, mano dura en política exterior— en un nuevo debate electoral. Y una semana más tarde, Sarah Palin, el fantasma radical del pasado reciente republicano, resurgía para apoyar públicamente al candidato en cabeza, Donald Trump.
Los candidatos demócratas ponen el punto de mira en la izquierda con medidas progresistas
“Llámame dentro de un año y pregúntame otra vez en qué está centrado el debate”. La respuesta de la senadora Elizabeth Warren a un periodista en 2015 fue premonitoria. El reportaje sobre la “aspirante virtual” del Partido Demócrata retrataba el papel de Warren en la campaña electoral sin necesidad de presentarse como candidata a la presidencia de Estados Unidos. Los meses siguientes demostraron su influencia en el giro a la izquierda del partido, con apuestas de aspirantes como Hillary Clinton o Bernie Sanders que ni siquiera había defendido la valiente campaña del cambio de Barack Obama en 2008.
Además de haber cumplido su sueño de acercar a los ciudadanos a un sistema de salud universal, Barack Obama también aprobó presupuestos multimillonarios para becas, perdonó deudas estudiantiles por coste de las matrículas universitarias, convirtió a Estados Unidos en líder mundial de la lucha contra el cambio climático, renunció a la construcción del oleoducto Keystone y reescribió las reglas del juego financiero. El presidente elevó a lo más alto el listón de las medidas progresistas que puede defender un mandatario demócrata, pero la campaña ha demostrado que hay espacio para ir más lejos.
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