“Estoy decepcionado. Creía en la seriedad de la justicia británica”
El principal sospechoso de matar al espía Litvinenko en Londres es un famoso diputado de la Duma rusa
El presunto asesino suelta una risita nerviosa: “Una investigación ridícula, un burdo montaje político sin pies ni cabeza”. El diputado liberal demócrata Andréi Lugovói sabe de sobra que la justicia británica lo considera desde hace tiempo el asesino de su antiguo compañero Alexander Litvinenko. Y el asunto, al menos en su tierra natal, le deparó mucho éxito. Elegido con porcentajes récord en las elecciones legislativas de 2007 y de 2011, es el diputado más respetado del partido liberal demócrata, liderado por el pintoresco Vladímir Zhirinovsky, además de miembro de la Comisión parlamentaria para la seguridad.
Además, ha disfrutado de una enorme fama y notables ganancias presentando dos series de televisión de ocho capítulos para el canal Zvezda (Estrella), controlado por el Ministerio de Defensa. El programa, hecho a medida para él, se llama Traidores y cuenta la historia auténtica de desertores y espías perseguidos y capturados en el extranjero durante la era soviética por el tristemente célebre KGB. Este antiguo guardaespaldas, que cumplirá 50 años en septiembre, se ha convertido en un auténtico VIP. Su espectacular boda el año pasado con una estudiante jovencísima acaparó las portadas de todas las revistas locales, y no solo del corazón.
Ayer, por prudencia, prefirió desertar de su oficina en la Duma y evitar el contacto directo con desconocidos. Su voz nos llega por el móvil, desde algún lugar del tráfico moscovita. Parecía inquieto, y solo se interrumpía para dar instrucciones a su chófer. Las palabras elegidas no siempre son elegantes, más propias de un militar que de un político.
Pregunta. Ya es oficial, los jueces ingleses le consideran un asesino.
Respuesta. ¿Basándose en qué? ¿Con qué pruebas? Lo he leído todo atentamente: una retórica patética y repleta de términos hipócritas como probablemente, al parecer, no se excluye. No parece el texto de un magistrado, sino la transcripción de una conversación de bar, para dar aire a la lengua y poco más.
P. No obstante, el trabajo del juez forense ha sido largo y minucioso.
R. Eso no lo pongo en duda. Es más, me da la impresión de que el juez forense está rindiendo cuentas a sus superiores, mostrando lo bueno y puntilloso que es. Así, él y los otros investigadores que colaboraron con tanta diligencia podrán recibir lo que pidieron a cambio. ¿Qué sé yo? ¿Dinero? Puede que no, pero sin duda condecoraciones, un empujoncito a su carrera, prestigio internacional.
P. ¿Por qué un complot así debería implicarle precisamente a usted?
R. Me ha pillado en medio. Buscaban a un culpable y lo querían ruso. Si era militar como yo, mejor que mejor.
P. ¿Con qué fin?
R. Eso no lo sé. Pero está claro que sacar esta historia justo ahora, y la torpe intentona de implicar a Putin, es una elección de los muchos halcones de la política británica que quieren dificultar cada vez más las relaciones con Rusia. Y no solo los políticos. Busquen entre la clase dirigente británica. Siempre hay un ala antirrusa que intenta frenar cualquier intento de deshielo.
P. Admitiendo que así fuese, ¿qué hay de las pruebas contra usted?
R. Eso digo yo. ¿Dónde están las pruebas? No hay ni una novedad, ni un solo elemento más en relación con las investigaciones del año 2006. Todo se presenta como si fuese un veredicto, pero no es más que una repetición tergiversada de viejas conjeturas prefabricadas. Además, no hay ni una declaración, ni un testigo. Créanme, estoy muy decepcionado. Tenía otro concepto de la seriedad de la justicia británica.
P. Justo después de la muerte de Litvinenko, usted ingresó en un hospital de Moscú por posible contaminación con plutonio, al igual que su presunto cómplice, Dmitry Kovtun. ¿No es una extraña coincidencia?
R. Lo siento, pero tengo muchas cosas que hacer. Buenas tardes.
Traducción de News Clips.
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