Irán y Estados Unidos canjean presos en la antesala del fin de las sanciones
Teherán libera a cinco, incluido un periodista del 'Washington Post', y Washington a siete
Irán excarceló este sábado a cuatro ciudadanos estadounidenses en un intercambio con siete iraníes detenidos en EE UU, según anunciaron los medios oficiales iraníes y el Gobierno estadounidense. Irán liberó también a un quinto estadounidense, pero fuera del canje. El intercambio se anunció en la antesala de la implementación del acuerdo nuclear, alcanzado en julio entre seis potencias e Irán, que limita el programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de sanciones internacionales. El canje evidencia el creciente deshielo entre Washington y Teherán, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1980.
Uno de los cuatro ciudadanos con doble nacionalidad estadounidense e iraní liberados por Teherán en el intercambio es el periodista Jason Rezaian, de 39 años, corresponsal del diario The Washington Post en Irán y que llevaba 18 meses preso acusado de espionaje.
También fueron excarcelados dos norteamericanos que habían sido arrestados durante visitas a familiares en Irán: el pastor cristiano Saeed Abedini, de 35 años y encarcelado desde julio de 2012 por organizar servicios religiosos en domicilios, y el exmilitar Amir Hekmati, de 32 años y que llevaba cuatro años preso acusado de espionaje. El cuarto liberado es Nosratollah Khosravi-Roodsari, cuya detención se desconocía.
Funcionarios del Gobierno de Barack Obama, citados por el Post, anunciaron que Irán tenía previsto liberar también a un quinto ciudadano norteamericano —Matthew Trevithick, un joven estudiante arrestado en Teherán hace unos meses— pero su salida no formaba parte del canje de presos. Hay otros dos estadounidenses presos en Irán que no fueron liberados: el empresario Siamak Namazi y el exagente del FBI Robert Levinson, desaparecido desde 2007. Según el Departamento de Estado, Irán se ha comprometido a seguir cooperando con EE UU en la búsqueda de Levinson.
Gesto humanitario
El canje incluye la excarcelación de siete iraníes (seis de ellos tienen también nacionalidad estadounidense) detenidos en Estados Unidos por vulneración de las sanciones contra Teherán y que han sido indultados. Uno de ellos, según la agencia iraní Fars, es Nima Golestaneh, de 30 años, que en diciembre se declaró culpable de perpetrar en octubre de 2012 un ataque cibernético contra una empresa de defensa estadounidense. Turquía lo extraditó el pasado febrero a EE UU.
Un periodista acusado de espionaje
Jason Rezaian, corresponsal jefe del diario The Washington Post en Teherán, fue detenido en julio de 2014 y encarcelado. Es el periodista occidental que más tiempo ha estado detenido en Irán, según el rotativo.
Rezaian, de 39 años, fue acusado de espionaje y otros cargos. En un juicio secreto, Irán anunció en noviembre que había sido condenado por “espionaje y propaganda contra la República Islámica de Irán”, pero no reveló la duración de la sentencia.
El caso del periodista, aquejado de problemas de salud, propició una intensa campaña de grupos periodísticos y de derechos humanos. Y evidenció la pugna en Irán entre las alas duras, que controlan el poder judicial, y moderadas del régimen.
En la redacción del Post, hay numerosos carteles a favor de su liberación. El diario criticó en los últimos meses que el Gobierno de Barack Obama no vinculara la liberación de Rezaian con el acuerdo nuclear.
Este mes, directivos de 25 medios de comunicación escribieron una carta al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en que le pedían que presionara más a Teherán.
Los funcionarios estadounidenses describieron el canje como un gesto humanitario, no como un tradicional intercambio de espías. Explicaron que Irán quería un “gesto de buena voluntad” a cambio de la liberación de los estadounidenses presos. En paralelo, como parte del canje, Estados Unidos dejará de solicitar la extradición y retirará los cargos contra 14 iraníes supuestamente involucrados en el tráfico de armas a Irán, según anunció el Departamento de Estado
Durante las maratonianas negociaciones nucleares con Irán el año pasado, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, abordó con su homólogo iraní, Javad Zarif, la situación de los norteamericanos cautivos, pero su liberación no formó parte del pacto sellado entre Irán, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China) y Alemania.
Los citados funcionarios dijeron este sábado que EE UU no quería que los estadounidenses presos fueran “utilizados como palanca” por Irán en las negociaciones nucleares. Pero subrayaron que la rúbrica del acuerdo nuclear aceleró notablemente desde julio las conversaciones sobre los detenidos. Aun así, se apresuraron a enfatizar que el canje es puntual y no debería considerarse una señal que “aliente” a Irán a “este comportamiento en el futuro”.
Más allá de esa retórica y de que se mantienen enormes divergencias en la arena internacional, la realidad, sin embargo, es que las negociaciones nucleares y la cercanía personal entre Kerry y Zarif —que este sábado se reunieron en Viena— han propiciado un incipiente deshielo entre Washington y Teherán, inimaginable hace unos años.
El creciente entendimiento se ha visualizado esta semana con la rápida liberación de 10 marinos de la Armada estadounidense que entraron en aguas iraníes. También es visible en el beneplácito de Estados Unidos en los últimos meses a que Irán —aliado clave del régimen de Bachar el Asad— participe en las negociaciones sobre la resolución de la guerra siria.
Pocos temas han polarizado tanto el debate político en Washington en los últimos años como las negociaciones sobre el programa atómico iraní. El demócrata Obama aspira a que el pacto encumbre su legado presidencial. La oposición republicana sostiene que fortalecerá al régimen de los ayatolás y promete desmantelar el acuerdo si gana las elecciones presidenciales de noviembre.
Reacciones políticas
Otros intercambios
Durante el mandato de Barack Obama se han producido otros intercambios de presos de EE UU.
El más reciente fue con Cuba, en diciembre de 2014. El anuncio del deshielo con la isla caribeña fue precedido por la excarcelación horas antes del estadounidense Alan Gross, un cooperante acusado de espionaje, y de un oscuro exagente de la CIA llamado Rolando Sarraf. A cambio, Estados Unidos puso en libertad a los tres cubanos del grupo de los Cinco de Cuba que todavía estaban en Estados Unidos cumpliendo penas por espionaje. Los dos restantes habían cumplido sus condenas.
El sargento Bowe Bergdahl, prisionero de los talibanes en Afganistán durante cinco años, fue intercambiado en junio de 2014 por cinco afganos comandantes de los talibán encarcelados en el penal de Guantánamo. Una vez libertado y en vista de las confusas circunstancias en las que desapareció de su campamento, el Ejército abrió una investigación que concluyó con una acusación de deserción y mala conducta contra el joven, de 29 años. Está previsto que Bergdahl sea juzgado por esos cargos.
Los candidatos republicanos a la Casa Blanca aplaudieron la excarcelación, pero arremetieron contra el canje. El senador Marco Rubio sostuvo que el intercambio es un ejemplo del comportamiento iraní: “Cogen a rehenes para ganar concesiones”, dijo. “No deberíamos tener que intercambiar presos”, coincidió el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie.
Desde el bando demócrata, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton aplaudió la liberación de los presos estadounidenses, pero reiteró sus recelos respecto a Irán: dijo que si fuera elegida presidenta en noviembre, su enfoque hacia Teherán consistiría en “desconfiar y verificar”. Clinton también defendió imponer sanciones a Irán por violar las resoluciones de la ONU sobre el uso de misiles balísticos. La Casa Blanca ya tiene previsto hacerlo.
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