Detenido en México un joven texano que eludió la cárcel por ‘niño mimado’
Ethan Couch, que atropelló y mató a cuatro personas en 2013, alegó que la excesiva protección le impedía distinguir el bien del mal. Ahora se enfrenta de nuevo a la justicia
Las autoridades mexicanas detuvieron esta semana a un adolescente estadounidense que había huido del país junto a su madre. Los dos fugitivos son viejos conocidos de la prensa estadounidense, que ha seguido sus pasos desde hace más de dos años. Ethan Couch, de 19 años, evitó entrar en prisión en 2013 tras atropellar y matar a cuatro personas cuando conducía bajo los efectos del alcohol. Sus abogados alegaron entonces que padecía de “affluenza”, lo que aparentemente le impide distinguir el bien del mal por la excesiva protección de sus padres y la riqueza de la que siempre había disfrutado.
Su huida a México puede hacer que cambie su suerte. No se sabe si el argumento que emplearon entonces sus abogados, incluida la invención de un síndrome que ni siquiera está reconocido por el sistema legal, volverá a funcionar. Los letrados lanzaron a la fama la “affluenza”, un término en inglés que combina las palabras affluence -riqueza- e influenza -gripe- para convertir en enfermedad la abundancia de recursos. El equipo contratado por la familia Couch defendió que el adolescente no era consciente de las consecuencias de sus acciones ni de su responsabilidad ante la ley por el trato que había recibido de sus padres. El matrimonio, divorciado en 2007, está detrás de una firma millonaria de Texas.
La estrategia sirvió entonces para reducir la condena de 20 años que pedía el fiscal a una década en libertad condicional y un tiempo indeterminado en un centro de desintoxicación. El juez que la firmó se jubiló a los pocos meses. Muchos consideraron entonces que el caso era un ejemplo de las desigualdades del sistema judicial, que favorece a los acusados con más recursos para preparar una buena defensa. Su detención en México esta semana ha reabierto el mismo debate.
El “adolescente de la affluenza”, como ya se le conoce en Estados Unidos, conducía con niveles de alcohol en la sangre tres veces superiores a lo permitido por la ley cuando atropelló a cuatro personas en 2013. Una de ellas era una joven que había estacionado su coche en el arcén por una avería. Las otras tres, una madre y su hija y un vecino de las inmediaciones, habían acudido a ayudarle. Otros dos jóvenes que iban en el camión de Couch resultaron heridos de gravedad. Uno de ellos no puede caminar ni hablar por una lesión cerebral.
Según las autoridades, Couch había huido junto con su madre después de que saliera a la luz un vídeo en Internet en el que se le ve consumiendo alcohol, lo que supone una infracción de su permiso de libertad condicional. El adolescente además había faltado a una cita con la justicia a principios de diciembre, momento en el que la policía comenzó una búsqueda de 11 días en la que también ha estado implicado el FBI. Los dos fugitivos entraron en México ilegalmente, sin registrarse como turistas, y Couch había llegado a teñirse el pelo y la barba. Al final les delató una llamada -desde su teléfono estadounidense- para encargar una pizza.
Fiesta de despedida
“Tenían planeado desaparecer”, declaró el sheriff del condado Dee Anderson, que añadió que madre e hijo “celebraron algo parecido a una fiesta de despedida antes de dejar la ciudad” y que la huida había sido “cuidadosamente preparada”. Las autoridades no han especificado todavía si el padre del joven había estado implicado.
En un primer momento las autoridades mexicanas afirmaron que serían extraditados inmediatamente a Estados Unidos tras entrar ilegalmente en el país, pero los Couch han ganado una apelación para impedir su expulsión. La madre se enfrenta en Texas a una condena de entre dos y 10 años de cárcel por obstaculizar la detención de un menor. Su hijo pasará como mínimo cuatro meses en un centro de detención para menores, ya que cometió el delito por el que fue condenado cuando tenía 16 años.
Sin embargo, el fiscal del caso ha solicitado que se le transfiera al sistema judicial para adultos. En ese caso pasaría 120 días en una prisión para adultos y, una vez en libertad, las condiciones que debe cumplir serían mucho más estrictas, con amenaza de 10 años de cárcel por cada una de sus víctimas si vuelve a incumplir las normas.
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