El exceso de desechos de obras causó el corrimiento de tierra en China
Los equipos de rescate buscan a contrarreloj a las 85 personas sepultadas en Shenzhen
La inmensa lengua de tierra que se desprendió este domingo en las inmediaciones de un parque industrial en la ciudad china de Shenzhen era parte de una montaña de barro y de residuos formada por la acumulación de desechos de obras. Esta es la principal hipótesis que se baraja para explicar el incidente del domingo, cuando tras la lluvia cientos de toneladas de escombros se precipitaron hasta varios edificios de la zona, derrumbando de forma total o parcial 33 de ellos y sepultando a 85 personas.
Hay 14 heridos y más de 1.500 personas evacuadas. Al desprendimiento le siguió una potente explosión en un tramo de uno de los principales gasoductos del país, propiedad de PetroChina, que ya ha cortado el suministro y ha anunciado la construcción de otra tubería de forma temporal.
"La acumulación de gran cantidad de escombros y el hecho de que se apilaron de forma muy escarpada causó el derrumbamiento", aseguró el Ministerio de Tierra y Recursos chino a través de su cuenta oficial en Weibo, el Twitter chino. Previamente las autoridades locales lo habían achacado a un fenómeno "natural", pero desde el primer momento los residentes denunciaron que desde los últimos dos o tres años se había formado una montaña de hasta 100 metros de altura hecha de arenas, lodos y otros residuos procedentes de varias obras de la ciudad.
El hecho de que el accidente respondiera a un error humano vuelve a poner sobre la mesa la falta de regulación y seguridad en las instalaciones industriales del país. En agosto, varias explosiones en un almacén de sustancias peligrosas en el puerto de la ciudad de Tianjin provocaron más de 170 muertos y pusieron en evidencia la vaga aplicación de la ley para según qué empresas y sectores. En esta ocasión, según informa Reuters citando un periódico local, el vertedero cerca del parque industrial en Shenzhen debería haber sido clausurado en febrero, pero los camiones seguían arrojando más tierra de forma ilegal. El primer ministro chino, Li Keqiang, ha pedido una investigación para esclarecer las causas del suceso.
Entretanto, unos 3.000 efectivos buscan a las 85 personas que quedaron sepultadas bajo los escombros (en un principio se informó de 91 desaparecidos, por la cifra se rebajó a última hora de la tarde). Con la ayuda de excavadoras, personal del Ejército o perros rastreadores, los equipos de rescate tratan de encontrar señales de vida, sin que por el momento se haya informado de ningún hallazgo. Unos 380.000 metros cuadrados, el equivalente a unos 38 campos de fútbol, han quedado cubiertos por la tierra y en algunas zonas la profundidad es de hasta 10 metros, según datos de la agencia oficial Xinhua, lo que, unido a la inestabilidad del terreno, dificulta enormemente las tareas de búsqueda.
Shenzhen, fronteriza con Hong Kong, es una de las ciudades chinas que ha sufrido un mayor boom de la construcción en los últimos años debido a su rápido crecimiento económico, tanto en lo que se refiere a viviendas como obra pública. En octubre de 2014, un periódico local advirtió que la ciudad se estaba quedando sin espacio donde arrojar la tierra que desenterraba para construir los nuevos edificios o las líneas de metro. "Shenzhen cuenta con 12 vertederos y solamente podrán aguantar hasta el año que viene", decía un artículo en el oficial Shenzhen Evening Post. Tras el accidente, las autoridades han anunciado una revisión de las medidas de seguridad de otros siete enclaves similares.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.