China, sostén de Maduro
Para Caracas, Pekín es una fuente de financiación; para el gigante asiático, el país latinoamericano es un surtidor de energía
Las relaciones entre China y Venezuela experimentaron un cambio drástico a partir de la llegada al poder de Hugo Chávez (1999). La asociación estratégica sellada en 2001 tenía como soporte esencial la colaboración energética pero con el paso del tiempo, sus relaciones se han ensanchado cada día más. Cuando Xi Jinping visitó Caracas, en julio de 2014, rubricó con el presidente Nicolás Maduro la “asociación estratégica integral” que hoy refleja esa amplitud de sus vínculos. En su etapa al frente de la diplomacia venezolana (2006-2012), Maduro impulsó a conciencia las relaciones bilaterales.
La convergencia de intereses económicos y simpatías ideológicas de ambos Gobiernos facilitó el reacomodo de sus respectivos intereses nacionales. China es una fuente segura de financiación para Venezuela mientras que esta es un socio seguro surtidor de energía. El componente energético es un pilar esencial sobre el que descansan los demás acuerdos complementarios en otras áreas. Se sustenta a través de préstamos que otorga China a Venezuela vinculados a entregas presentes y futuras de petróleo, sustituyendo la dependencia de otrora de EE UU por la nueva dependencia china. Y a Pekín le seguirá interesando en tanto en cuanto su estrecha relación no complique su entendimiento con EE UU, que es de mayor calado en términos estratégicos.
La relación bilateral es más importante para Venezuela que para China. A priori, para esta es una inversión marginal que le interesa porque le asegura el acceso al petróleo y sus derivados del país con las mayores reservas. China se beneficia enormemente de los negocios con Venezuela consiguiendo también revender el crudo a precios por encima de los negociados con PDVSA, además de situar sus productos en el mercado venezolano. En esta evolución, la intensidad, magnitud y diversidad del compromiso chino evidencia una tendencia de mayor solidificación, abarcando ya toda la cadena de valor.
La relación bilateral es más importante para Venezuela que para China
La colaboración china en el diseño de una alternativa al modelo rentista abarca la transferencia de tecnología, la cooperación industrial y agrícola, en materia de transportes, vivienda, etcétera. La cooperación espacial es muy activa y la reciente creación de Zonas Económicas Especiales lleva la impronta del experimento chino.
A pesar de las perspectivas económicas de Venezuela, que une a sus graves desequilibrios internos los efectos de la caída de los precios del petróleo, el sostén financiero chino se mantiene permitiéndole suplir la ruptura con el FMI, acaecida en 2007. Desde esa fecha, Venezuela ha recibido de China casi 60.000 millones de dólares a través de diversos fondos. Venezuela es hoy el cuarto socio más importante de China en América Latina y China es el segundo de Venezuela.
Al corresponder tan generosamente a las demandas y planteamientos del Gobierno de Caracas, China está llamada a jugar un papel trascendental en el desarrollo de Venezuela y en la propia consolidación del proyecto bolivariano, acompañando activamente algunas de sus misiones de contenido social. En un contexto en que desde la región se sugieren apuestas por convertirse en un continente soberano y libre de la influencia —considerada perniciosa— de EE UU, el gigante asiático asoma como una alternativa capaz de aportar nuevos equilibrios a la zona.
A Pekín le seguirá interesando Caracas mientras la relación no complique su entendimiento con EEUU, de mayor calado estratégico
China es hoy un sostén indiscutible del proyecto bolivariano y contribuye con su acompañamiento a sortear sus innumerables dificultades y tensiones, tanto internas como externas. El riesgo inversor en Venezuela ha aumentado debido a la inestabilidad económica y social, con amenaza de medidas de nacionalización de activos en manos de firmas extranjeras y control de divisas internacionales.
Pero las autoridades chinas desoyen las quejas de no pocos gestores chinos expatriados y sus empresas renuevan su compromiso inversor liderados por las multinacionales energéticas. Por otra parte, los costos políticos de la confrontación con Washington no son determinantes para China, que mira para otro lado ante las diatribas antiimperialistas de los mandatarios venezolanos. Aunque China todo lo condicione al pragmatismo y pueda llegar a sonrojarse con las proclamas de admiración del maoísmo por parte del antiimperialismo bolivariano, sintoniza con la apuesta multipolar de Caracas.
En agosto de 2015 visitó Venezuela un grupo de empresarios chinos con la misión de aumentar las inversiones y los proyectos de cooperación, comprometiéndose con la construcción del nuevo modelo económico que ansía el Gobierno bolivariano. El presidente de Sany Group, Liang Wengen, dijo tener absoluta fe y confianza en el futuro de Venezuela. ¿La tienen también los propios venezolanos?
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China.
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