El tardío cierre de las urnas enturbia las elecciones de Venezuela
La oposición critica que se prolongase la apertura de los colegios, mientras el Gobierno intensificaba la movilización de su electorado
En Venezuela todo es tan complejo que hasta una jornada aparentemente sencilla, la de unas elecciones parlamentarias, se vuelve un rompecabezas. Volvió a quedar demostrado este domingo, cuando el chavismo, a poco menos de dos horas para el cierre de las urnas, decidió acarrear a su electorado para que acudiese a votar, en vistas de una posible derrota. Además, se prolongó el cierre de los colegios electorales, lo que facilitaba “el remate perfecto”, en palabras de varios líderes, una estrategia que ya dio sus frutos en las últimas elecciones que ganó Hugo Chávez, en 2012, y en las presidenciales de 2013, cuando Nicolás Maduro venció a Henrique Capriles. La maniobra provocó la crítica unánime de la oposición.
A falta de resultados concretos, todo hace indicar que Venezuela está predestinada a iniciar una nueva era política. La polarización es cada vez más aguda y la brecha entre oficialismo y oposición urge a un encuentro entre ambos. El cierre tardío de los colegios empañó una jornada que había transcurrido con tranquilidad y provocó la crítica unánime de la oposición. Durante toda la campaña las encuestas apuntaban a un triunfo abultado de los críticos con el chavismo, aunque ya la brecha se redujo considerablemente los últimos días de campaña.
“Hoy se inicia el cambio”, proclamó sonriente Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López, encarcelado desde hace casi dos años y condenado el pasado septiembre a más de 13 años de prisión. Tintori, sonriente, levantaba el dedo meñique manchado por la tinta tras votar mientras confirmaba que la fiscal general de Venezuela le había garantizado que López podría votar en la cárcel de Ramo Verde. Tintori llegó a votar acompañada de los expresidentes Andrés Pastrana (Colombia) y Tuto Quiroga (Bolivia), que llegaron a Venezuela invitados por la MUD en calidad de acompañantes junto a otros expresidentes latinoamericanos. Después de hacer unas declaraciones en las que criticó el ventajismo con el que parte el chavismo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) les retiró la credencial. El presidente de la Asamblea Nacional y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, los tachó de "payasos" -aunque pidió perdón después- y pidió su expulsión.
En la recta final de la campaña, Maduro fue intensificando su discurso, hasta el punto de llegar a decir que tendrían que ganar “como sea”. No obstante, el presidente se mostró especialmente conciliador la noche previa a las elecciones; aseguró que sus declaraciones se habían malinterpretado e insistió en que reconocería los resultados, fuesen los que fuesen. De alguna forma, ponía la piedra sobre el tejado de la oposición en caso de que no consiguiesen una victoria que daban por segura. Además, trataba de paliar los temores sobre la reacción que pudiese tener en caso de que esto ocurriese.
Pese a que el sistema electoral, tal y como está concebido, favorece al chavismo por diversas medidas que se han tomado durante años, el oficialismo era consciente, según sus cábalas internas, de que una participación inferior al 70% le daría casi con toda seguridad la victoria a la oposición, no solo en votos, como ya ocurrió hace cinco años, sino también esta vez en diputados. De ahí que pusiera toda la maquinaria a funcionar en torno a mediodía, cuando sus principales líderes acudieron a votar. Maduro llamó a la “ofensiva popular” para que nadie se quedara en casa. Por televisión los mensajes propagandísticos se repetían constantemente. Una figura, de nuevo, era omnipresente: la de Hugo Chávez. De hecho, hasta en las redes sociales, el hashtag utilizado por el oficialismo era el de #LosDeChavezAVotar.
El chavismo intensificó la presión sobre su electorado cuando quedaban dos horas para el cierre de las urnas, a las seis de la tarde. Tantos los mensajes de los líderes como los que se emitían incesantemente por televisión dejaban entender que los colegios seguirían abiertos pasada la hora prevista, algo que confirmó el Consejo Nacional Electoral al prolongar el cierre al menos una hora. La ley permite que permanezcan abiertos mientras haya gente por votar. Lo que hizo el chavismo fue movilizar a la gente.
La situación no era nueva. Hace tres años, en las últimas elecciones a las que se presentó el fallecido líder bolivariano, se estima que Chávez logró 800.000 votos en horas de la tarde que terminaron por ser decisivas en la victoria final. Una situación similar se produjo meses después, cuando el opositor Henrique Capriles, que partía con una amplia ventaja, terminó derrotado de nuevo, esta vez por Nicolás Maduro. Gracias la denominada Operación Remolque consiguió arañar cerca de medio millón de votos.
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