El Parlamento británico aprueba bombardear al ISIS en Siria
El líder de la oposición defiende que su rechazo a la moción del Gobierno es "sentido común, no pacifismo" Los aviones comienzan a atacar posiciones yihadistas horas después de la votación
Los diputados británicos autorizaron anoche al Gobierno de Cameron a extender los bombardeos al ISIS de Irak a Siria, en una de esas jornadas que cimientan la reputación del de Westminster como el Parlamento más legendario del mundo. Tras más de 10 horas de apasionado debate, la moción del primer ministro conservador salió adelante con 397 votos a favor (60%) y 223 en contra. La sesión reflejó la fractura que existe en la sociedad británica, igual que en todo Occidente, sobre cómo combatir el terror global que impone el Estado Islámico. La Cámara de los Comunes decidió que, como había dicho Cameron, “no es momento de sentarse y esperar”. Solo unas horas después de la autorización del Parlamento, los aviones comenzaron los bombardeos contra objetivos yihadistas en Siria, según ha confirmado el Ministerio de Defensa británico.
Una rebelión tory más reducida de lo que temía Cameron hace unos días y el apoyo de algo más de 60 diputados laboristas, además del de otros de partidos minoritarios, brindaron a Cameron un sólido apoyo que hace apenas tres semanas, antes de los ataques de París, había renunciado a obtener. Reino Unido, dijo Cameron al abrir el debate por la mañana, “debe asumir la responsabilidad de su propia defensa” y no “depender de otras naciones”. “La intervención es legal, necesaria y es lo que hay que hacer para que este sea un país más seguro”, opinó.
Jeremy Corbyn, el líder de la oposición a quien la división en su partido obligó a dar libertad de voto a sus diputados, vio cómo una cuarta parte de sus filas votó con el Gobierno. Pero salvó la aún mayor rebelión que se esperaba hace solo una semana. Su rechazo a la intervención en Siria, dijo por la mañana, “es sentido común, no pacifismo”.
Pero ayer no fue el día del primer ministro ni del líder de la oposición. Los argumentos de Cameron, minuciosamente construidos en los días previos, quedaron apagados por su reiterada negativa a pedir disculpas por su salida de tono de la víspera, cuando llamó “simpatizantes de los terroristas” a quienes se oponían a los bombardeos. Y el líder de la oposición eludió responder a la reiterada pregunta de si detendría los bombardeos británicos en Irak, que empezaron el año pasado. La división en el laborismo quedó en evidencia en el debate por las caras de los diputados que se sentaban a su izquierda y derecha, el vicepresidente del partido, Tom Watson, y el portavoz de exteriores, Hilary Benn, ambos partidarios de bombardear.
Las palabras de Benn, el penúltimo diputado en intervenir, pasarán a la historia como uno de los grandes discursos escuchados en la Cámara. Así lo reconoció el ministro Philip Hammond, titular del Foreign Office, que cerró el debate después de su contraparte en la oposición. Ambos, en esta ocasión, defendían lo mismo. Benn apeló al internacionalismo del Partido Laborista y llamó a enfrentarse al fascismo del ISIS, igual que se enfrentaron al de Franco, Hitler o Mussolini. Alabó a Corbyn, el líder al que desafiaba con su voto, al que definió como “un hombre bueno y honesto y no un simpatizante de los terroristas”. Antes de recibir una insólita ovación, Benn rechazó, con argumentos de la campaña que se libra en Irak, la idea de que los bombardeos no sirven para nada.
Se escucharon muy profundos y apasionados discursos entre los 104 diputados, de unos partidos y otros, de las primeras y las últimas filas, que intervinieron ayer. Algo que expresa el elevado grado de compromiso y responsabilidad con que los británicos, abrumados aún por la guerra de Irak, viven ahora esta ampliación de los bombardeos a través de una frontera, la que separa Irak y Siria, que el ISIS no reconoce.
El apoyo que finalmente cosechó la propuesta fue, como recordó el nacionalista escocés Alex Salmond a la salida de la Cámara, similar al que obtuvo en 2003 la guerra de Irak. El fantasma de aquella sobrevoló las más de 10 horas de debate.
Todos en la Cámara compartían el compromiso de librarse del ISIS, como dijo la diputada verde Caroline Lucas. Lo que se debatió fue si ampliar los bombardeos de Irak a Siria es la mejor manera de lograrlo. Los partidarios apelaron a la solidaridad con los socios y a la necesidad de que Reino Unido recupere su papel en el mundo. “¿Cómo nos sentiríamos si los ataques hubieran sido en Londres y Francia se negara a ayudarnos?”, resumió la laborista Margaret Beckett, desafiando la postura oficial de su partido. Los contrarios a intervenir, por su parte, adujeron la supuesta inconsistencia de la estrategia para después de los bombardeos.
Tropas preparadas
Ocupó una parte importante del debate la controvertida afirmación de Cameron de que hay 70.000 rebeldes sirios preparados para la ofensiva terrestre posterior a los bombardeos, en la que Reino Unido no participará. “No digo que esos 70.000 sean los aliados ideales: hay de todo”, reconoció Cameron. Pero reiteró que esas tropas están preparadas, según la información de sus servicios de inteligencia, y que serán más numerosas a medida que se vaya arrinconando al ISIS.
La opinión pública británica parece haber virado en los últimos días alejándose de la decisión tomada anoche en los Comunes. Según una encuesta publicada ayer por The Times, menos de la mitad de los votantes respalda ahora los bombardeos en Siria. El apoyo a la intervención ha bajado de un 59% a un 48% desde que Cameron presentó el caso en el Parlamento el pasado jueves. Los que se oponen a que Reino Unido bombardee Siria han pasado del 20% al 31%, y hay un 21% de indecisos.
El presidente Barack Obama saludó por la noche la decisión del Parlamento británico. “Esta no es una guerra que hayamos elegido”, aseguró Hammond en la intervención que cerró el debate, “el ISIS ha elegido por nosotros”. Apenas una hora después, los manifestantes antibelicistas asentados con sus pancartas en las afueras del Parlamento recordaron a los diputados que abandonaron la Cámara lo delicado de la decisión que acababan de tomar.
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