_
_
_
_

“Es necesario crear una policía europea”

Bernard Godard, antiguo experto en islam en la policía francesa, cree que "el ISIS ha lanzado en París una estrategia global de terror"

Guillermo Altares
Bernard Godard, especialista en Islam.
Bernard Godard, especialista en Islam.Bernardo Perez (EL PAÍS)

Bernard Godard ha sido conocido durante décadas como “Mister Islam” en el Ministerio del Interior francés, primero como policía de información, luego en el Gabinete como asesor del ministro en cuestiones relacionadas con el islamismo radical y posteriormente como uno de los creadores del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) encargado de las relaciones del Estado con los fieles y las mezquitas. Nacido en Marruecos en 1950, se retiró en 2014 y acaba de publicar el libro La cuestión musulmana en Francia. El diario Libération le definió como “un hombre clave en la gestión del Islam en Francia” cuando todavía estaba activo. Su profundo conocimiento del tema le ha convertido en uno de los expertos más escuchados en los medios de comunicación estos trágicos días. La entrevista tuvo lugar en París.

Pregunta. Lleva casi 30 años trabajando en asuntos relacionados con el Islam radical. ¿En qué ha cambiado su percepción en estos años?

Respuesta. Para los ciudadanos, creo todo cambió con Argelia, a partir de 1989 o 1990, sobre todo con los atentados de París en 1995. Para los especialistas y la policía, desde 1986 empezamos a interesarnos de forma mucho más intensa. ¿Por qué ese año? Antes se habían producido atentados en París, pero estaban relacionados con el conflicto israelo-palestino. Cuando supimos que los atentados de 1986, estaba dirigidos por Irán a través de Hezbolá fue cuando nos dimos cuenta de que nos enfrentábamos a algo nuevo.

P. ¿Piensa que la célula que realizó los atentados del sábado es una pesadilla hecha realidad, porque todas las  teorías se han cumplido: yihadistas que vuelven, terroristas nacidos en Francia que se mueven y planifican con libertad?

R. Había diferentes teorías, de gente como Jean-Pierre Filiu o Gilles Kepel que desde el principio previeron que se podían producir atentados en Francia. Otros creían que el Estado Islámico (ISIS) no era Al Qaeda,  creían que no estaba en la Yihad global sino más bien en consolidarse como Estado. Sin embargo, en enero, con los atentados de Charlie Hebdo todo empezó a cambiar. Y luego en agosto se produjo el atentado frustrado contra el tren. Pero incluso entonces no teníamos claro si estaba planificado y lanzado desde allí como un estrategia global. Al final se ha confirmado que el ISIS quería lanzar una guerra global. El problema, la cuestión clave, es por qué Francia se ha convertido en el enemigo central.

P. ¿Y tiene una respuesta?

R. No quieren caer en el mismo error de Al Qaeda de buscar un enemigo global. Creo que Francia, el presidente François Hollande, el Gobierno, se han designado también como el enemigo al anunciar una guerra total contra el terrorismo. No lo estoy criticando, que conste, en absoluto. Hollande se ha declarado en guerra cuando fuimos a Malí, donde todo el mundo se apoyó en Francia.

P. ¿Como antiguo policía, qué piensa de las medidas que ha tomado Hollande?

R. Lo que ha dicho está muy bien, redoblar los efectivos y todo eso. Recabar informaciones más profundas sobre redes que se están constituyendo es importante, pero no es suficiente. Hay que prevenir antes, hay que trabajar sobre el tráfico de armas. Es esencial coordinar todos los servicios: hay muchas historias de tráfico de armas y drogas que acaban relacionadas con el terrorismo. Durante los atentados del GIA, en los noventa, también se produjo esa proximidad entre la delincuencia común y el terrorismo.

P. ¿Fue lo mismo en aquella época?

R. Sí, nos enfrentábamos muchas veces a delincuentes habituales que acababan trabajando para el terrorismo islamista argelino. Hay que hacer un esfuerzo enorme de coordinación entre los cuerpos policiales. Y, la sensibilización ante la radicalización es esencial. En Francia no se hace, sí en el Reino Unido. Aquí los programas de desradicalización sólo empezaron a ponerse en marcha el año pasado, mientras que otros Estados, como España, estaban muy implicados. Pero ahora hay que movilizar a muchos sectores de la administración, desde la escuela hasta los asistentes sociales, para que estén sensibilizados con este tema. También es muy importante la relación con las organizaciones musulmanas, se tiene que convertir en algo sistemático y hay que enfocarlo desde el punto de vista de la seguridad. No basta con expulsar de las mezquitas a los salafistas. Hay que establecer sistemas de vigilancia.

P. ¿Qué se puede hacer frente a la radicalización en las prisiones?

R. Hay un sistema de información en las prisiones, pero son muy poco numerosos. Son eficaces, pero se trata de dos o tres guardias que también recogen información. Es necesario multiplicar eso. No basta con los imanes de las prisiones, no son policías, es una carga que no les corresponde. De nuevo, hay que movilizar a todo el personal de las prisiones. En Francia, y es un fenómeno muy propio de este país, se confunde el fundamentalismo y la radicalización. Aquí sólo el hecho de ser religioso levanta sospechas. No es verdad que el salafismo sea lo único que nutre a los radicales, existen otros elementos. Es necesario poner en marcha algo que hacen los ingleses y que llaman el antidiscurso, no es religioso, sino también geopolítico. No hemos trabajado en eso. El ejemplo más claro es el complotismo, que en Francia funciona mucho, al igual que la victimización. Son cosas que se traducen en odio: odio a Francia, a la República. El complot judío se ha convertido en un certeza para muchos jóvenes. Todos estos elementos están en Internet y no sólo en páginas web salafistas. Luego, y eso es cierto, tenemos que plantearnos una pregunta clave: ¿Ser salafista te predispone a convertirte en yihadista? Es evidente que, al promover una versión tan primitiva del Islam, que promueve el regreso a la grandeza de los orígenes, puede llevar a algunas personas a dar el salto. El factor religioso no es único, pero es esencial. También está la patología, no se puede olvidar. En el salafismo hay todo un discurso de las batallas, del combate, eso al principio, y luego toda la teoría del apocalipsis.

P. ¿Hasta qué punto es inquietante que la mayoría de los autores de los atentados hayan podido circular entre Siria y Europa sin ser detectados? ¿Qué se puede hacer?

R. Sí,  utilizan los medios a su alcance para infiltrarse… Utilizan una logística en Bélgica porque están menos controlados por los franceses. Toda la información de la que se dispone es transmitida a los franceses, pero no tienen el conocimiento profundo. Sería necesario crear una policía europea, que comunicase todos los elementos de información.

P. ¿Cree que es una posibilidad real?

R. Sí, es necesario un órgano de información, pero unificado, agentes en un mismo lugar con medios compartidos, no sólo transmisiones, con una dirección. No es fácil. Sería una especie de Interpol, pero europea y aplicada sólo a los terroristas. Pero Interpol no es un órgano activo, nosotros tenemos que actuar antes.

P. ¿Puede extenderse esta ofensiva a otros países europeos?

R. Está claro que Francia se ha marcado como enemiga. El caso belga es muy interesante. Hasta hace poco, no estaban amenazados. Aquí se dan dos factores: por un lado el hecho de que Francia encabece ofensivas, por ejemplo en Malí, y la laicidad, la República como enemiga, que genera un odio feroz.

P. Supongo que usted sigue en contacto con muchos policías. ¿Cuál es su Estado de ánimo? ¿Creen que se puede derrotar esta amenaza, frenar esta ofensiva?

R. Saben que es su trabajo y, salvo que se multipliquen las decisiones estúpidas desde el poder político, no se lo plantean. Es importante tener una jerarquía que asume su papel y por eso es tan importante el discurso de Manuel Valls y François Hollande sobre la firmeza, es fundamental.

P. ¿Cree que el perfil tan diversos de esta célula muestra la enormidad del problema?

R. Nos hemos dado cuenta de que el perfil de los jóvenes que se van a Siria no es sólo de jóvenes de Banlieue, delincuentes, sino que hay de todo, convertidos, clase media… Ahora mismo, todos los que se sienten en guerra con la sociedad forman un grupo muy diverso, que no está reservado a una población de unos barrios determinados. Pero es algo que ocurre desde hace una década. No es una sólo un asunto de fracaso escolar o vital, es algo mucho más profundo y que debe ser estudiado. Sólo estamos al principio. Las redes sociales unen a gente de medios muy diferentes, la sociabilidad de Internet no tiene nada que ver con las redes que se crean en un barrio. Como dijo un investigador, han creado la Europa que Europa no ha sido capaz de crear. Bruselas o Lille son las mismas ciudades para ellos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_