La pobreza condena a miles de niñas de Asia a un matrimonio forzado
El 73% de las niñas de Bangladesh se casan ante de cumplir 18 años
Bangladesh está a la cabeza de los países donde se realizan más bodas infantiles en el mundo. Según el informe Getting the Evidence: Asia Child Marriage Initiative elaborado por las ONG Plan International y Coram International, el 73% de las niñas de este país se casa antes de cumplir 18 años (en Indonesia y Pakistán esta cifra alcanza el 38% y 34%, respectivamente), mientras que el porcentaje de varones no llegaría ni al 3%. “La cuestión es sobre todo cultural”, explica por teléfono Concha López, directora de Plan International para España. A través de más de 2.700 encuestas sobre el terreno, con niños y niñas de Bangladesh, Pakistán e Indonesia, y con una experiencia de trabajo en otros contextos, como el africano, Plan International destaca en el informe al que ha tenido acceso EL PAÍS que la falta de escolarización y de ayudas fomenta los matrimonios infantiles forzados. Una lacra, esta última, que puede comportar la muerte de las niñas, sobre todo en casos de partos prematuros, y que para el 90% de los encuestados viene justificada como solución a la pobreza y “práctica cultural”.
“Incidir en este aspecto es una de nuestras misiones”, revela López, quien señala que la cultura es una “excusa frente a la falta de medios”. Explicar a las familias de entornos desprotegidos que la educación es una inversión para el futuro, por la que con solo un año más de colegio estos jóvenes pueden mejorar sus ingresos entre un 10% o 20%. Cálculos difíciles de hacer entender donde el simple nacimiento de una niña, en lugar de un varón, es visto como problema; donde la madurez no la marca la edad sino el crecimiento hormonal y menstrual, y donde casarse temprano puede significar evitar las violaciones –fuera del hogar- y honrar a los familiares.
Bangladesh, Indonesia o Pakistán son países que formalmente reconocen que hasta los 18 años una persona no es adulta, tal y como establece la Convención de los Derechos del Niño de la ONU. En Bangladesh, además, la ley establece la edad mínima de matrimonio en 18 años para las niñas y 21 para los niños, pero está claro que el cumplimiento de estas normas es algo más que anecdótico. Culpa de la falta de instrumento de defensa de estas niñas, recuerdan desde las ONG, de lugar y personas a las que dirigirse, pero también de la existencia de entornos con estrictas normas de género, a menudo origen de la violencia sexual que las niñas sufren por las calles, o incluso en las escuelas. Sirva de ejemplo para comprender cuánto influye la legitimación social a los abusos, transcribir las respuestas que algunas adolescentes de 12 y 13 años dan de la decisión de una familia de obligar a su hija violada a casarse con su agresor: "No es su culpa, pero nadie va a creer que no es su culpa"; “Es mejor casarse que llevar la pena”; “Mejor casarse que no ser apetecible para otro hombre”.
Si las familias rompen el círculo de pobreza es más fácil romper los vínculos culturales que legitiman los matrimonios infantiles
En el ámbito masculino casarse con una menor es algo encomiable. Las ONG recopilan las respuestas de jóvenes y hombres sobre el asunto: "Debo de escoger una novia más joven que yo para así controlarla. Si me caso con una mujer mayor, ella intentará tener autoridad sobre mí, y tal vez no me satisface sexualmente”, cuenta un adolescente. O el hombre pakistaní, que justifica las bodas infantiles con razones religiosas: “En el islam las niñas alcanzan la pubertad (el aqil baligh) a los 9 años, mientras que los niños a los 15. Pueden casarse a esa edad, siempre y cuando sus padres den su consentimiento. Sin embargo, un niño no debe estar casado hasta que pueda mantener un hogar, tenga trabajo, gane dinero”.
La dependencia financiera de las mujeres crea un contexto ideal para que una niña se case con un hombre mayor. La actividad sexual fuera del matrimonio está prohibida estrictamente, y una violación puede representar un "estigma” para la familia y la misma niña, cuya reputación estará dañada. El 61,2% de los encuestados en Pakistán y el 58,8% de los indonesios afirman que casar a las niñas jóvenes puede ayudar a prevenir la violencia. Menos conciencia hay, sin embargo, de los riesgos clínicos que corren las más pequeñas cuando contraen matrimonio e incurren en partos precoces, que puede llegar a costarle la vida.
Si bien los datos no son alentadores, desde Plan International reconocen en algunos casos nacionales, como Nepal y Etiopía, que los matrimonios infantiles se están reduciendo en un 20%. Esto ocurre cuando se actúa en las causas originales del fenómeno: la falta de oportunidad y la baja escolarización de las niñas, sobre todo las que vienen de zonas rurales. “Si las familias rompen el círculo de pobreza es más fácil romper los vínculos culturales que legitiman los matrimonios infantiles forzados”, concluye la directora en España de Plan International.
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