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El partido prokurdo de Turquía aspira a revalidar su éxito de junio

En las elecciones de hace cinco meses, la izquierda kurda logró por primera vez superar la barrera electoral del 10 %, lo que contribuyó a evitar la mayoría absoluta islamista

Andrés Mourenza
Seguidores del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) en la ciudad de Diyarbakir (sureste de Turquía) el pasado día 30.
Seguidores del Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) en la ciudad de Diyarbakir (sureste de Turquía) el pasado día 30.SEDAT SUNA (EFE)

En los comicios del pasado junio, el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP) logró lo que hasta entonces era solo un sueño para las formaciones prokurdas de Turquía: cosechar el 13 % de los votos y superar el umbral del 10 % que exige la ley turca para entrar en el Parlamento. Fue, además, una de las principales causas por las que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista) perdió su mayoría absoluta después de 13 años en el poder. Este domingo, de la mano de su carismático líder Selahattin Demirtas, el HDP aspira a revalidar este triunfo y a impedir así que los islamistas puedan gobernar en solitario, poniendo coto a las aspiraciones del presidente Recep Tayyip Erdogan.

Los secretos del éxito de la formación kurda fueron su firme apuesta por las negociaciones de paz entre el Gobierno y el grupo armado PKK y su apertura a otros sectores “oprimidos” de Turquía –sindicalistas, feministas, colectivo LGTB, ecologistas- de manera que, por un lado, pudo arrebatar al AKP importantes graneros de votos entre los kurdos más conservadores (opuestos a la guerrilla kurda de origen marxista) y, por el otro, cosechar votos más allá de las regiones surorientales del país, entre los turcos de izquierda y liberales.

Sin embargo, desde las elecciones de junio, la violencia ha regresado a las regiones kurdas de Turquía, el PKK ha dado por terminado el alto el fuego que mantenía desde 2013 (aunque a inicios de octubre declaró una nueva tregua, los enfrentamientos han continuado), el Ejército bombardea las posiciones de los rebeldes kurdos y varios atentados suicidas con sello yihadista han golpeado al entorno del HDP. Más de 250 civiles, unos 150 miembros de las fuerzas de seguridad turcas y “unos 2.000” militantes vinculados al PKK –según el Gobierno turco- han muerto en estos meses.

Ziya Pir, diputado del HDP por Diyarbakir, reconoce que la vuelta a las armas del PKK puede reducir “ligeramente” su apoyo entre los votantes turcos: “En el oeste del país se ha creado una percepción negativa sobre nosotros, que no nos permite trabajar allí. Pero entre los kurdos ganaremos votos, porque es un pueblo políticamente muy consciente y sabe que esta guerra la ha desatado el Gobierno”.

Las últimas 30 encuestas sobre intención de voto corroboran esta percepción ya que ninguna le otorga menos del 11 % y algunas incluso prevén que supere el 14 % de sufragios. Según el director de la empresa demoscópica KONDA, Bekir Agirdir, la “polarización” que vive Turquía “ha consolidado cuatro identidades políticas” (islamista, socialdemócrata, ultranacionalista turca e izquierda prokurda), por lo que se prevén pocos trasvases de voto entre una formación y otra. De hecho, si se pregunta a los electores del AKP, el origen de la violencia es el PKK; si se pregunta a la oposición, el culpable es Erdogan. Casi nadie escapa de las opiniones en que se ha encasillado.

La tensión es palpable y por ello se ha encomendado a 385.000 policías y gendarmes la vigilancia de la jornada electoral. En el sudeste, serán agentes de las fuerzas especiales, apoyados por helicópteros y vehículos blindados, los que se hagan cargo de la seguridad. En Diyarbakir, la capital oficiosa de los kurdos de Turquía, pese a que la situación permanece en calma, es patente el aumento de efectivos de la policía, armados con fusiles, pues hace apenas dos semanas el centro histórico de la ciudad estaba bajo toque de queda por enfrentamientos entre la guerrilla urbana y las fuerzas de seguridad.

“Mira –dice Ihsan Aytekin, jefe provincial de campaña del AKP, señalando los agujeros en la ventana de la sede del partido-. Fueron provocados por las esquirlas de una bomba que nos lanzaron el otro día. Un policía quedó herido”. Aytekin se queja de que su partido no ha podido llevar a cabo actos electorales en algunos barrios y distritos rurales de la provincia “por la presencia del PKK”. “El PKK, en el que se apoya el HDP, nos amenaza y utiliza la violencia. Así no se puede llevar a cabo una campaña justa”, afirman.

Es la misma crítica que hacen los kurdos, quienes denuncian “más de 400 ataques” a sedes del HDP y a militantes en los últimos tres meses pasados. Uno de los más graves se produjo en Kirsehir (Anatolia Central) el 8 de septiembre cuando, tras una marcha contra el terrorismo, los manifestantes prendieron fuego a la sede del HDP, una librería regentada por un izquierdista y cuatro negocios kurdos, a la vez que asaltaron otros 32 edificios en que vivían o trabajaban kurdos. Se cree que la muchedumbre estaba dirigida por una asociación llamada Hogares Otomanos, que mantiene vínculos con el AKP y a la que también se responsabiliza de ataques a medios opositores.

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