Reino Unido acuerda la entrada de China en sus centrales nucleares
La inversión está entre los acuerdos por 54.400 millones de euros que los países han cerrado
Después de una primera jornada de la visita oficial del presidente Xi dedicada a la pompa y la ceremonia, Reino Unido y China han pasado este miércoles a la acción con el anuncio del esperado acuerdo por el que el país asiático entrará por la puerta grande en un sector estratégico de la economía británica: la generación de energía nuclear.
China financiará una tercera parte de la primera central nuclear que se construye en Reino Unido desde 1995, participando en un proyecto con el gigante energético francés EDF. El multimillonario acuerdo entre las compañías estatales francesa y china, anunciado en septiembre, supone que la Corporación Nuclear China (CGN, en sus siglas en inglés) financiará 8.160 de los 24.500 millones de euros con los que se construirá la central nuclear de Hinkley Point, en Somerset, al suroeste de Inglaterra. La empresa francesa pondrá el resto y las obras podrían reanudarse “en las próximas semanas”.
La entrada de China en el sector de energía nuclear del país es quizá el acuerdo más llamativo, pero no el único que se prevé cerrar durante los cuatro días de visita oficial del presidente chino a Reino Unido. El primer ministro británico, David Cameron, ha asegurado esta tarde, según informa Reuters, que los dos países han firmado acuerdos por valor de 54.400 millones de euros. Entre ellos, está una inversión de 1.900 millones de euros en Rolls Royce o acuerdos en los sectores del gas y el petróleo, incluido uno con el gigante británico BP, por valor de 16.300 millones de euros. El presidente Xi Jinping reconoció que su país, así como otros mercados emergentes, se enfrenta a una ralentización de su crecimiento, pero que sigue disfrutando de buenas bases económicas.
El Gobierno de David Cameron espera que la central de Hinkley, cuya construcción lleva prácticamente paralizada desde la pasada primavera, empiece a funcionar en 2025, proporcione 25.000 empleos y llegue a suministrar el 7% de las necesidades energéticas de Reino Unido, el equivalente al consumo de seis millones de hogares.
Para el Gobierno británico la central de Hinkley supone una infraestructura esencial de cara a conseguir su objetivo de reducción de emisiones de carbón y para asegurar la seguridad del suministro. Reino Unido ha situado la energía nuclear en el centro de su estrategia energética, al contrario que, por ejemplo, Alemania, que ha prometido eliminar gradualmente la energía nuclear después del accidente de la central japonesa de Fukushima, en 2011.
El acuerdo, cuyos complejos detalles se cerrarán en las próximas semanas, incluye también la entrega a China de una participación del 66,5% en el diseño y la construcción de otra futura planta nuclear en Essex. Y la construcción entre EDF y CGN de una tercera planta, en Suffolk, en la que los chinos tendrían una participación del 20%. La francesa EDF necesita la inversión china porque sus elevados niveles de deuda le impedían emprender el proyecto en solitario.
La idea de que China, un país al que servicios de inteligencia occidentales acusan de patrocinar el ciberespionaje, participe en la construcción de plantas de energía nuclear en Reino Unido, ha suscitado críticas sobre las implicaciones en la seguridad nacional. “Es una de las mayores humillaciones internacionales a las que hemos asistido”, opinó Steve Hilton, exasesor político de David Cameron, en una entrevista en la BBC. La francesa EDF ha asegurado que las agencias de seguridad nacionales se implicarán en garantizar la protección de los sistemas de la central nuclear.
También se han escuchado críticas por el elevado coste al que pagará la energía el contribuyente una vez que la planta esté en funcionamiento. La energía generada se pagará a un precio —se ha garantizado 126 euros por megavatio por hora— que duplica con creces el precio actual en los mercados, atendiendo a los altos riesgos asumidos por los inversores. Lord David Howell, exministro de Energía tory (y suegro de George Osborne, titular de Economía), ha definido el proyecto de Hinkley como “uno de los peores acuerdos de la historia”.
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