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Jimmy Morales, el candidato sorpresa

El aspirante, de perfil conservador, ni siquiera era mencionado en las encuestas antes de que se desvelara el escándalo en las aduanas

Foto: reuters-live | Vídeo: REUTERS

Jimmy Morales, de 46 años, es presentado en su biografía oficial como “político, actor, director de cine y productor”. Tiene una licenciatura en administración de empresas por la Universidad (nacional) de San Carlos de Guatemala. Su faceta más conocida es la de cómico de la televisión. Pero en el campo de la política es un ilustre desconocido. Un hombre salido de la nada. Circunstancia que, paradójicamente, ha jugado a su favor.

“Presentarse como paradigma de la antipolítica, cuando han estallado casos de corrupción tan grandes que derribaron a un gobierno, es la clave de su éxito”, comenta el analista Manuel Conde. “Los planetas se alinearon a su favor”, añade para advertir los riesgos de un eventual triunfo en la segunda y definitiva ronda electoral. “No tiene calidad ni estructura política suficiente para ejercer el poder”, y comenta que, ante su crecimiento en las últimas encuestas, “algunos sectores de los capitales emergentes –el eufemismo que apunta al origen oscuro del dinero­– han tocado a las puertas de Morales para ofrecerle financiamiento (…) Espero que no los haya recibido”, concluye.

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Impulsado por el Frente de Convergencia Nacional (FCN), detrás del que se esconden militares de línea dura, es el gran ganador de la crisis política por la que atraviesa el país. Morales niega cualquier vínculo con los uniformados o las ofertas del narco, y centra su oferta de gobierno en tres puntos: salud, educación y establecer las bases que permitan el establecimiento de empresas, generadoras de empleo. Hasta antes de que se desvelara el escándalo en las aduanas, que a la postre costó el poder a Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, ni siquiera era mencionado en las encuestas.

Su perfil es conservador. De familia evangélica practicante, Morales tiene un profesorado en Teología. Su eslogan de campaña, “Ni corrupto, ni ladrón”, apunta a la conquista del voto de esa mayoría de guatemaltecos escaldada de la clase política tradicional. La flecha parece le ha salido certera y se ha colocado en uno de los dos puestos que le permitirán disputar la presidencia el 25 de octubre.

Su larga experiencia en la televisión le dio el dominio escénico en sus mítines. Sabe qué quiere oír la gente, y va al grano: “Soy un hombre honrado, lo he aprendido de mis padres, y no ofrezco lo que no pueda cumplir”. “No puedo cambiar la vida de Guatemala, pero trataré de convencer a los guatemaltecos de que cada quién debe hacer lo que le corresponde para mejorar”, son algunos de los mensajes que lo tienen a las puertas del poder y que ha reiterado la noche del domingo al llegar al Tribunal Electoral, donde ofreció ‘puertas abiertas’ a la prensa “para garantizar la transparencia en su gestión”. Sabe lo que la gente quiere oír.

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