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El candidato que quiere ser presidente de Estados Unidos por una hora

Larry Lessig quiere ser presidente solo para cambiar el "corrupto" sistema electoral. Después, promete renunciar.

Silvia Ayuso
Larry Lessig
Larry LessigCampanha de Larry Lessig

Las elecciones en Estados Unidos mueven mucho dinero. En las últimas presidenciales, en 2012, fueron más de 6.000 millones de dólares. Y se espera que las de 2016 superen ese récord. Para costear sus enormes gastos, los candidatos cortejan a un grupo muy pequeño de personas muy ricas, que son su principal fuente de financiación. Según el profesor de Derecho de la Universidad de Harvard Larry Lessig, eso significa que en realidad ese puñado de multimillonarios es quien decide quiénes mandan en EE UU. Ahí empieza, afirma, el principio de un camino democrático esencialmente “corrupto” que acaba beneficiando ante todo a ese mínimo porcentaje de la población. Es difícil que los legisladores o incluso un presidente llegado por esta vía al poder vaya a impulsar una reforma, dice Lessig. Pero él tiene una idea para hacerlo. Lo llama “hackear un referéndum” en el sistema eligiendo a un presidente referéndum. Y él quiere ser esa persona.

Eso sí, si por Lessig (South Dakota, 1961) fuera, sería presidente de EE UU por solo una hora o un día. O por un par de semanas, a lo sumo. Lo justo para lograr que se apruebe la única ley por la que dice estar dispuesto a embarcarse en la batalla electoral hasta lograr la nominación por el Partido Demócrata y llegar en 2016 a la Casa Blanca. La denomina Ley de Igualdad Ciudadana, que comprende una serie de propuestas con las que, considera, se empezaría a revertir el “corrupto” sistema electoral estadounidense. Después, explica en conversación telefónica con EL PAÍS, dimitiría de inmediato para que su vicepresidente asumiera el poder y pudiera ejercer ya un gobierno normal.

En el centro de mira de Lessig está sobre todo la forma en que se financian las campañas.

La ruta del dinero

Entre acto y acto electoral por todo el país, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Jeb Bush han hecho escapadas en las últimas semanas para cortejar a potenciales donantes. Para ello se han ido adonde los ricos viven o pasan sus vacaciones: The Hamptons, Martha’s Vineyard, Manhattan. Según The New York Times, menos de 400 familias suman con sus donaciones casi la mitad de lo recaudado hasta la fecha por los candidatos presidenciales.

Cómo cambiar el sistema electoral en EE UU

La Ley de Igualdad Ciudadana del profesor universitario aspirante a candidato presidencial

Larry Lessig tiene tres puntos básicos.

Uno: Lessig quiere que se garantice que todos los estadounidenses puedan votar. Eso va desde revisar todas las leyes estatales que limitan de alguna forma el voto de los ciudadanos -generalmente de las minorías- a fijar que las elecciones se celebren en un día festivo para que todos puedan acudir a las urnas.

Dos: Lessig también reclama una "representación equitativa", lo cual pasa, explica, por acabar con el gerrymandering, el diseño de los distritos políticos de tal manera que beneficie al partido en el poder.

Pero lo principal, sostiene, es el punto tres del plan: cambiar el modo en que se financian los partidos. Según el profesor de Harvard, el objetivo es que sean todos los ciudadanos los que financien las campañas. Para ello, propone que se dé a cada votante un "cupón" por una cantidad de dinero limitada que cada persona deberá decidir a qué candidato destina.

Bloomberg News calcula por su parte que si los dos llegan a hacerse con la nominación de sus partidos, podrían llegar a gastarse al término de su campaña 2.000 millones de dólares cada uno, el doble de lo que destinaron Barack Obama y Mitt Romney en 2012. Uno de los grandes premios para los republicanos es hacerse con el apoyo de los hermanos Koch, industriales multimillonarios -y ultraconservadores- que han destinado casi 900 millones de dólares a las elecciones 2016.

“No se trata solo de que el estadounidense medio no está recibiendo aquello a lo que tiene derecho, es que el Gobierno no puede funcionar así, porque cuando tienes un número tan pequeño de gente con tanta influencia, pueden básicamente bloquear cualquier cambio”, explica Lessig. “Es una vetocracia, en la que cualquiera puede vetar un cambio y provocar un punto muerto”.

El profesor universitario recuerda que no es el único en haber alertado de la “corrupción” en el sistema electoral. Ahí está Donald Trump, quien en el primer debate republicano de la temporada dijo sin tapujos que como empresario había dado en el pasado tanto dinero a candidatos que en el caso de Hillary Clinton esta “no tuvo más remedio” que aceptar la invitación que le hizo a su última boda.

“Trump ha estado hablando de este tema de una forma con la que estoy de acuerdo”, apunta Lessig. “La diferencia entre nosotros es que su solución es votar a más millonarios, y yo creo que lo que hay que cambiar es la forma en que financiamos las campañas para que podamos tener representantes independientes”.

Legislación en espera

Según Lessig, EE UU “nunca va a votar una legislación sobre cambio climático o aprobar en el Congreso reformas a Wall Street hasta que se cambie el modo en que se financien las campañas electorales. Hay un montón de temas clave que no podremos afrontar hasta que atendamos ese tema crucial de inequidad”.

Sin llegar a considerarlos una fuente de inspiración, Lessig dice seguir de cerca el surgimiento de proyectos políticos alternativos como Podemos en España. Elude comparaciones directas, pero sostiene que todos estos movimientos tienen algo en común: “La democracia en el mundo está en una encrucijada y se está tratando de descubrir cómo restaurar su integridad”. No existe, reconoce, ningún sistema perfecto. “Pero no se necesita tampoco la perfección. Solo aproximarnos lo suficiente. Y no estamos ni siquiera cerca de ello”, advierte.

Para que su proyecto pueda siquiera empezar, Lessig se ha fijado una meta: recaudar hasta el 7 de septiembre, el día del Trabajo en EE UU, un millón de dólares con los que arrancar su campaña. Se siente optimista. Ya ha conseguido la mitad de ese dinero. Sabe sin embargo que ni aun así será fácil su proyecto. ¿Se daría por satisfecho si se queda a mitad de camino? “Estar en los debates sería un increíble premio de consolación, porque sería una oportunidad de hacer de este asunto un punto central de la conversación”, reconoce. “Pero busco ser el nominado como candidato demócrata a la presidencia y, aunque queda mucho camino por recorrer, estoy muy entusiasmado”.

Los vicepresidentes de Lessig

Como Larry Lessig ha prometido dejar la presidencia nada más lograr que se apruebe la ley electoral por la que se presenta, la selección del vicepresidente que sería su sucesor y rápidamente presidente es de especial importancia.

Entre los que propone como vicepresidente están cuatro de los actuales candidatos demócratas a la presidencia: Hillary Clinton, Bernie Sanders, Jim Webb y Martin O'Malley.

A ellos Lessig añade dos demócratas a los que muchos querrían ver también postularse: la senadora Elizabeth Warren y el vicepresidente Joe Biden.

Pero el "presidente referéndum" no ha buscado solo entre los políticos. También propone -se supone que sus seguidores pueden ayudarle a elegir el nombre- a conocidos del mundo político como el profesor Robert Reich o el activista de derechos civiles y medioambiente Van Jones.

Lessig dice estar convencido de que ejecutivos como la número dos de Facebook Sheryl Sandberg también serían una buena opción. En su lista también ha colocado al humorista Jon Stewart, aunque reconoce que no lo considera seriamente como vicepresidente, sino que su nombre está ahí para "animar" el debate.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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